Acabo de leer que Rodrigo Rato cerró como presidente de Caja Madrid y Bankia, en los poco más de de dos años que lo fue, lucrativos negocios a fin de nutrir su ya de por sí nutrido patrimonio personal. Dejando a un lado los del cobro de comisiones por amañar contratos de publicidad del propio banco, descubiertos gracias a la investigación que la Agencia Tributaria y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil están realizando sobre la fortuna ilegal del exvicepresidente del Gobierno, don Rodrigo traspasó en abril de 2012 -según cuenta El Confidencial- a la fundación que gestiona y emite en España la cadena religiosa Radio María seis licencias de radio en Baleares que cubren hasta el último rincón del archipiélago, tal como esa misma cadena consigue en el resto del territorio nacional, según puede certificar cualquier radioescucha en su coche.
La venta habría ascendido a un millón de euros y, según fuentes cercanas a la operación, el exvicepresidente del gobierno del señor Aznar, el de las Azores, envió a sus testaferros para negociar los términos del acuerdo. En las conversaciones participó, entre otros, Miguel Ángel Montero Quevedo, detenido el pasado septiembre por su presunta relación con la trama societaria que tejió el exdirigente del PP para ocultar sus ingresos irregulares. Las licencias -sigo leyendo en El Confidencial- pertenecían a la empresa Muinmo SL, el holding empresarial que creó su hermano Ramón Rato en 1982 y que llegó a tener postes radiofónicos en casi todo el territorio nacional. Cuando Ramón falleció en enero de 2012, Rodrigo asumió la gestión de todas sus empresas, también la de Muinmo SL. Pero solo tres meses después del fallecimiento, en abril de 2012, cuando Rato encaminaba a Bankia hacia el desastre, el exdirigente del PP decidió hacer un paréntesis en la gestión de la entidad financiera para convertir las licencias de radio que había recibido de su hermano en dinero en efectivo.
Escribía recientemente mi estimado colega Javier Pérez de Albéniz, a propósito de unas declaraciones en directo hechas a las periodistas por el portavoz del PP en el Congreso, que los profesionales de la información se rieron cuando, tras acusar a Podemos de utilizar “el manual del golpista”, Rafael Hernando respondió a quienes le preguntaron si estaba llamando golpista a ese partido que “no, qué va, para nada, eso son interpretaciones suyas”.En pocas ocasiones podremos encontrar prueba tan evidente del desprecio en vivo y en directo que lo descrito comporta para la profesión periódística por parte de un portavoz parlamentario. También, ciertamente, las risas de los periodistas -en lugar de las obligadas reprensiones por haberles llamado indirectamente imbéciles- delatan el servilismo del oficio ante la impresentable réplica del tal Hernando.
Hay corrupción en la política y sobra genuflexión en el periodismo político. Negocios como el de don Rodrigo lo avalan y comportamientos como el de esos periodistas del Congreso lo ratifican. Estando en estas, va un grupo de hackers como La 9 de Anonymous y extrae de la web del departamento de comunicación y relaciones externas de El Corte Inglés una información según la cual hasta siete conocidos periodistas han estado cobrando mensualmente desde 2011 cantidades que la compañía incluye en sus cuentas de patrocinio, mecenazgo y colaboraciones.
La noticia especifica que Fernando Ónega, Jaime González e Isabel Durán -bien conocidos por el periodismo de tertulia- siguen recibiendo al día de hoy una nómina de El Corte Inglés. En el caso del primero, autor en su día de los discursos de Adolfo Suárez ("puedo prometer y prometo"), percibe desde hace cinco años 6000 euros mensuales en concepto de colaboraciones de Fernándo Ónega con el Departamento. En total este periodista ha recibido, según los datos que Anonymous pone a nuestra disposición, 372.000 euros. Aparte de algún anuncio publicitario no menos bien remunerado, al que presta o prestaba su voz y seria circunspección habitual, el señor Ónega recibió recientemente el premio Diego Bernal de la Asociación de Periodistas de Galicia.
DdA, XII/3204
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