Félix Población
Quienes admiramos la obra literaria de Gustavo Adolfo
Bécquer y estimamos asimismo el legado artístico de su hermano el pintor
Valeriano Bécquer, siempre echamos de menos que en la hermosa ciudad natal de ambos,
Sevilla, no hubiera un museo conjunto de ambos. En diciembre de 2013,
coincidiendo con el centenario del retorno de los restos mortales del poeta (fallecido
en Madrid) a Sevilla, el Ayuntamiento de
la ciudad andaluza aprobó por unanimidad celebrar un Año Bécquer, una vez
conmemorado en 2011 el 175 aniversario del nacimiento de Gustavo Adolfo.
Se
planteó entonces la posibilidad de recuperar la Venta de los Gatos, un
ventorrillo situado a las afueras de Sevilla,
como centro de interpretación de los
poetas sevillanos. No se trataba, por lo
tanto, de recuperar específicamente un lugar para la memoria, el estudio y la obra de ambos hermanos. En
julio del año pasado, la Venta de los Gatos se encontraba en venta por 600.000 euros,
sin que sus dueños tuvieran constancia de la moción presentada por el grupo
socialista para convertir el lugar en museo, algo sobre lo que la concejala de
Cultura se pronunció entonces, descartando totalmente esa posibilidad. “Teniendo
en cuenta los fondos de que disponemos, adquirir nuevos
bienes no es una prioridad”, apuntó la concejala, que añadió que además no
dependería solo del área de Cultura, sino que tendría que intervenir también la delegación municipal de Hacienda, “que es la que debería liberar los fondos”.
Creo que cualquier ciudad del mundo tendría en la consideración que se merece tanto
a Gustado Adolfo como a Valeriano Bécquer. Me parece lamentable que Sevilla
mantenga en tan flagrante olvido tanto al poeta de las Rimas como al poeta de
los Campos de Castilla, como a Antonio Machado, fallecido en el exilio en Colliure (Francia), que sí tiene casa-museo en Segovia. Los dos han sido, son y serán muy importantes en la historia de la Literatura Española.
Puestos a buscar razones ajenas a la indiferencia o la incuria, he llegado a pensar, en el caso del
primero y de su hermano, que ambos purgan la supuesta autoría de Los borbones en pelota, la
serie de pornográficas acuarelas publicadas entre 1865 y 1872 en las que se
muestra a la reina Isabel II y a sus más próximos y reconocidos cortesanos en muy lúbricas
disposiciones, ilustradas todas ellas con los correspondientes y mordaces
versos, sumamente críticos con la vida política de aquel esperpéntico reinado que tan bien glosaría don Ramón del Valle Inclán en La corte de los milagros.
Cierto es que
a finales de 2014 se dio a conocer en España una nueva edición de esa rijosa
galería, coordinada por Manuel Martínez Forega para la editorial Olifante
Ibérica, en la que se cuestiona la intervención de los hermanos Bécquer. Los
Borbones en pelota fueron ingresadas en la Biblioteca Nacional en 1986 y
publicadas por primera vez como conjunto por Lee Fontanella en 1991. Leo que en
la edición de Fontanella se atribuye la autoría de las acuarelas a los hermanos
Bécquer al retomar, sin cuestionamiento crítico, los estudios realizados en la
década de los cincuenta del siglo XX.
DdA, XII/3217
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