Fernando de Silva
Dicen
que cada fotografía debe contar una historia, y ésta es la primera que
me encontré a mi llegada a La Habana el pasado 5 de febrero. Eran las
10.40 horas de la noche, y aunque el cansancio se acumulaba después de
un viaje en avión de más de diez horas de duración, después de
instalarme en una casa particular que había escogido
para la ocasión, sita en el mismo centro de la Habana Vieja, decidí
realizar mi primera salida nocturna por la ciudad; y en el Paseo del
Prado me encontré con dos cubanos jugando al ajedrez en plena via
pública; quienes, al identificarme como español, me preguntaron si aún
se seguía jugando el Torneo de Linares, por el que han pasado las
grandes figuras mundiales del ajedrez. Pronto supe que el ajedrez en
Cuba no solo es considerado un juego, sino un arte, una ciencia y un
deporte mental. Se dice que fue introducido por los españoles a
comienzos del segundo decenio del siglo XVI, en concreto por el
navegante español Diego Velazquez. La instantánea dice mucho de la
capacidad mental de los cubanos.
DdA, XII/3220
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