Pedro 
Olalla es helenista, autor, fotógrafo y sin embargo, desde hace años se 
le llama para opinar sobre macroeconomía y desastres sociales. En los 
últimos años se ha convertido en una referencia para conocer cómo se ha 
vivido en Grecia, desde dentro, lo estragos de la gran recesión y los 
rescates a los que se ha sometido al país. Olalla estará este jueves, a 
las 20:00 horas, en la Casa de la Cultura de Pola de Siero para hablar 
de 'Grecia: la recuperación de los conceptos' a raiz de la publicación 
de su último libro 'Grecia en el aire. Herencias y desafíos de la 
antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual'.
                            
                        
                        
                            
¿Por qué ya no se habla de Grecia en el debate de la actualidad como hace sólo unos meses?
Tengo
 la impresión de que desde el principio interesaba hablar de Grecia a 
quien controla toida esta situación porque la gravedad sigue siendo la 
misma; los momentos de atención han sido puntuales: cuando se estaba a 
las puertas de firmar un nuevo tramo del rescate, cuando se iba a 
celebrar el referedum fallido de Papandreu, cuando se celebró el de 
Tsipras en el que el 'no' se convirtió en un 'sí'. Se ha centrado la 
atención en Grecia cuando se quería hacer ver que se rompía la 
normalidad, que se ponía en peligro a sí misma y a Europa pero ahora 
parece que ha vuelto a la normalidad. Y no son mis palabras, son las de 
la prensa europea que informaba sobre lo que ha pasado aquí. Cuando se 
empezaron a cerrar bancos, en esos momentos, estoy convencido de que si 
Tsipras hubiera firmado el tercer memoradum sin rechistar, con las 
mismas consecuencias que tuvo después, no hubiera sido noticia. Lo pasa 
es que esa normalidad es que la cuarta parte de la población griega vive
 bajo el umbral de la pobreza, que se han cerrado 300.000 empresas, que 
se ha perdido el 50% del poder adquisitivo, o que hay más de dos 
suicidios al día o cómo ha aumentado la pobreza infantil. Se habla de 
Grecia cuando interesa hacer ver que está en peligro esta situación 
cuando lo grave es que se considere normalidad a esto.
También había partidos que tomaron como modelo de referencia a Syriza y ahora hablan menos de Grecia.
Claro,
 me refiero a cómo trasciende esto a las agencias de noticias. Respecto a
 las reacciones de los partidos políticos, ha habido quien tenía claro 
que Tsipras era una opción de continuismo y no de ruptura, y esos ya lo 
verían antes; pero el que creyera otra cosa se ha encontrado con que se 
ha convertido en el ejecutor del tercer rescate, igual que los partidos 
tradicionales y por eso ahora mismo en Grecia yo creo que hay un 
sentimiento de desencanto y traición. Los partidos, más bien los 
movimientos, que en general se identificaban o se acercaban a Tsipras ya
 no quieren volver a salir en esa foto. Otros siguen pensando que se 
puede cambiar Europa desde dentro y que él ha marcado una diferencia.
Habla de lo terrible de que se asuma como normal la situación de Grecia.
Es
 que es cada vez más grave, avanzamos en el deterioro, son hechos que se
 pueden medir. La deuda y la precariedad han aumentado y los ingresos 
siguen disminuyendo, las privatizaciones siguen avanzando. En cualquir 
otra circunstancia, un gobierno que presentara un balance así de sus 
políticas hace años hubiera caído en el desprestigio, pero como son los 
planes marcados por el Eurogrupo se presentan como el único camino y no 
se cuestionan, parece que es lo único que podemos hacer.
¿Cree que a Grecia se la ha tomado como una especie de chivo expiatorio?
Sí,
 como un laboratorio donde ensayar esas políticas para comprobar el 
alcance de la resistencia social, de cómo una sociedad puede reaccionar 
antes esas medidas y esas presiones. Hay países que tienen más deuda 
pública que Grecia, no es el que tiene mayor número de funcionarios, ni 
el que tiene más corrupción o más propiedad inmobiliaria en manos de 
particulares. El supuesto rescate se hizo para evitar el desmoronamiento
 del euro y evitar el contagio a otros países. Pero además estas medidas
 que se aplican están sirviendo no sólo con carácter experimental sino 
con un simbolismo no exento de intencionalidad. Se desmantela soberanía,
 el valor del sistema parlamentario en un lugar tan emblemático como 
Grecia. El parlamento ya sólo tiene que acatar lo que le llega y que eso
 pase en la cuna de la democracia también es relevante.
¿Cómo está viviendo Grecia la crisis de los refugiados sirios, por estar en primera línea?
Grecia
 tiene un problema grande con la inmigración que no es efecto sólo de la
 guerra de Siria. Ahora ha llegado un gran aluvión pero ya desde la 
década de los 90 recibe a mucha gente que se queda atrapada en sus 
fronteras porque es que Grecia no tiene frontera terrestre con otros 
países de la UE y por los tratados de Dublín, la UE ayuda económicamente
 al país para que los retenga en su territorio. Este proceso ha hecho 
que se convierta en una jaula de refugiados e inmigrantes. Luego se 
asientan en lugares próximos a Atenas donde se están creando campos de 
refugiados. Un ejemplo esw Mitilene, que en 2015 recibió a más 300.000 
inmigrantes, y tiene una población de 60.000 personas, es algo que no 
puede resistir ningún lugar. Es una prueba de choque para Grecia que ya 
vive una situación de emergencia, en este sentido las políticas de 
inmigración de la UE están siendo muy deficientes.
¿Cree
 que puede llegar a suceder una 'salida temporal' del euro por parte de 
Grecia como llegó a sugerir el ministro alemán de 
Finanzas, Wolfgang Schäuble?
Eso es lo que quisiera 
Schäuble porque eso sería la ruina para Grecia. No, no debería caer en 
esa trampa de introducir una moneda paralela pero manteniendo a Grecia 
en la UE y con su deuda en euros. Eso sería una política destructiva y 
colonial. Creo que Grecia no tiene otra salida que abandonar la UE y el 
euro, pero además llevar su deuda y sus memorandum ante tribunales 
internacionales; no ser obligada a pagar su deuda en euros. Si Grecia 
necesita volver a una moneda nacional es para poder declararse en 
quiebra, recuperar la soberanía. 
¿Cuáles son las perspectivas de los partidos políticos ahora en Grecia?
Es
 evidente que el desatre del bipartidismo tradicional ha sido enorme y 
se ha acelarado con la crisis. En el caso de la caída del Pasok se vio 
muy claro; y también ha tenido crisis internas Nueva Democracia. Pero 
Syriza, que fue presentada como algo diferente se ha quedado como un 
refresco de esta misma situación. Y ya pueden estar contentos los 
neoliberales europeos por tenerlos como ejecutores de sus políticas. 
Mientras sigan las cosas al gusto de los que mueven las riendas en 
Europa tendrán apoyo para seguir gobernando. La posibilidad de que Nueva
 Democracia recupere el gobierno siempre está ahí pero eso no sería un 
cambio. El problema de Grecia es que ahora no hay oposición y ahora 
menos que nunca porque todos son pro rescate y ahora ya da igual quien 
gobierne porque es la Comisión Europea y las decisiones se toman en 
otros centros. Sólo podrá revertirse esta situación si quienes en Grecia
 han cultivado un discurso disidente logran ganarse el apoyo de una 
parte significativa de la población y se organizan de forma más eficaz 
para llegar al gobierno.
¿Pueden influir en Grecia los resultados electorales en otros países?
Los
 cambios tendrían que ser muy radicales. Varoufakis quiere crear un 
frente común europeo para cambiar las cosas desde dentro pero yo nunca 
he creído en ese discurso. Europa ya ha demostrado que no quiere 
cambiar, sólo que se acate; que es una superestructura para convertir el
 poder de facto de determinadas élites en uno de iure en una 
organización opaca que pase por encima de los estados y los parlamentos.
 Esto lo demuestra la UE con sus acciones, con sus tratados atlánticos. 
Deberíamos plantearnos si esta Europa que estamos creando es compatible 
con la democracia y nuestras aspiraciones de justicia social. Desconfío 
de las posibilidades de darle un giro a Europa para convertirla en más 
progresista, en todo caso, a Grecia ya no le queda tiempo.
Asturias 24  DdA, XII/3184 
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