Fernando de Silva
La
decisión de Pablo Iglesias de postularse como Vicepresidente en un
gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez ha cogido con el pie
cambiado a todos, y en especial a quienes son incapaces de darse cuenta
que los tiempos son distintos, y que a partir de ahora las nuevas
formas de hacer política han de prevalecer frente a los viejos hábitos
del bipartidismo ya superado.
Y
es que Pablo Iglesias ha conseguido en muy pocas horas desestabilizar
al rancio y caduco aparato del partido socialista, que parece sentirse
insultado por la propuesta de un gobierno de izquierdas, y al mismo
tiempo obligar a Mariano Rajoy a posponer su decisión de presentarse
como candidato a la presidencia del Gobierno, bajo la excusa de carecer
de apoyos suficientes, pero sin renunciar a ello, en un intento de ganar
tiempo para formar un pacto de salvación nacional con PSOE y
Ciudadanos, o forzar unas nuevas elecciones generales, como una manera
de agarrarse a un clavo ardiendo para no perder el poder.
Si
lo que pretendía Pedro Sánchez era gobernar en solitario, después de
ser investido como presidente con el apoyo de Podemos y otras fuerzas
afines, que se vaya olvidando de ello. Porque Pablo Iglesias y los
suyos, demostrando un alto nivel de responsabilidad política al que no
estamos acostumbrados, quiere formar parte del nuevo proyecto, con
capacidad para tomar decisiones y responsabilizarse de sus
consecuencias.
Ahora
el PSOE y Pedro Sánchez se debaten en un dilema difícil de digerir para
muchos de los suyos. A sabiendas de que la nueva situación hace
inviable que puedan gobernar en solitario, o aceptan un gobierno de
coalición con Podemos, como el que quieren la mayoría de los votantes
que pensamos en clave de izquierdas, o renuncian a ello. En este segundo
supuesto surge un nuevo dilema: o permiten que gobierne la derecha,
bien en solitario o con la gran coalición que propone el PP, lo que es
tanto como cavar su propia tumba; o contribuyen a forzar unas nuevas
elecciones, no queridas por los ciudadanos, en cuyo caso su partido
sería comido literalmente por Podemos.
Mientras
el PSOE se decide, y no parece tener más que una salida si quiere
sobrevivir en el futuro, durante las próximas horas los sufridos
ciudadanos tendremos que soportar constantes ataques virulentos,
injuriosos y descalificadores contra Podemos por parte de todos los
medios de comunicación controlados por la derecha, que son casi todos,
incluido El País, como una manera más de crear un clima desestabilizador
para evitar un gobierno de izquierdas; pero a esto ya nos tienen
acostumbrados, y aún no se han dado cuenta que el partido de Pablo
Iglesias se fortalece con ello.
Quienes
pensaban que la nueva fuerza emergente carecía de experiencia política,
que se vaya olvidando de ello. Pablo Iglesias está demostrando ser un
excelente estadista, y ha revuelto, y de qué manera, el tablero político
de nuestro país. Es más, con su intento de forzar un gobierno de
coalición de toda la izquierda para desarrollar un proyecto común, se ha
convertido en muy pocas horas en el líder indiscutible del cambio.
DdA, XII/3193
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