Esto apesta a un seguimiento policial
que ha sido ahora oportunamente rescatado para condicionar un contexto
político en el que la derecha española ha ampliado el foco de
estigmatización.
Alberto Pradilla
Tremendo combo el de Antena 3, que logró
colocar en una misma noticia a Podemos, CUP, Venezuela y, cómo no, el
«entorno de ETA». Pleno al 15. Lástima que tenía entradas para «Los
odiosos ocho», la última película de Tarantino, y me perdí el debate de
13TV. Tuvo que ser chanante. Frivolidades al margen, las imágenes no
mienten y es evidente que las personas que aparecen nombradas realizaron
ese viaje. Un desplazamiento que, por otro lado, no tenía nada de
secreto: lo
publicitó ampliamente la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos
Sociales en Defensa de la Humanidad de Caracas, tal y como explica
Antonio Maestre en La Marea. De hecho, sin todo el ruido
que habrá generado la «exclusiva» del canal de Atresmedia no sería
difícil encontrar alguna reseña perdida por Google. Es lógico que quien
organiza un encuentro internacional trate de publicitarlo todo lo
posible e intente que los medios de comunicación den cuenta de los actos
organizados. Eso es así aquí y en la Venezuela Bolivariana.
Lo que ya me genera más dudas y estoy seguro de que pocos de los medios que repetirán hoy la noticia se preguntarán es quién grabó el vídeo, con qué fines y por qué lo filtra ahora.
Es obvio que la cinta no está filmada por un turista indiscreto que se
dió cuenta de que podía sacarse unos buenos cuartos vendiendo una
noticia que en ese momento ni se olía. Tampoco se han filmado ellos
mismos, ya que es evidente que la cámara está ubicada a una distancia
prudencial, la suficiente como para que el que la dirige no pueda ser
descubierto. Vamos, que esto apesta a un seguimiento policial
que ha sido ahora oportunamente rescatado para condicionar un contexto
político en el que la derecha española ha ampliado el foco de
estigmatización. Si antes todo valía contra la izquierda
independentista vasca, ahora la lógica se extiende a la catalana e
incluso la española, que observa incrédula cómo se extiende la
excepcionalidad. Es evidente que desde determinados despachos se está
operando para cortocircuitar cualquier pacto alternativo a Mariano
Rajoy. Y eso pasa por meter miedo al PSOE.
La infamia del uso político de las cintas policiales no nos debería desviar de la
terrible anomalía democrática que supone que la Policía pueda seguir
impunemente a ciudadanos teóricamente libres por realizar actividades
políticas que carecen de cualquier reproche penal. Así que a mí
me surgen bastantes dudas. Por ejemplo: ¿Qué cuerpo policial grabó esas
imágenes? ¿Qué es lo que se estaba investigando? ¿Es habitual espiar a
activistas sociales o cargos públicos y guardar esas imágenes? ¿Cuántas
cintas como esa están esperando en algún sótano de Interior a la espera
de que le vengan bien al Gobierno de turno? ¿Quién dedica su tiempo a
revisarlas por si hubiese algún dato que vender a la prensa? ¿Quién dio
la orden de filtrar los vídeos, tanto grabados en la lejanía como los de
la cámara de seguridad del aeropuerto, a los periodistas? ¿Lo hizo un
agente de «motu propio» o llega desde el ministerio? Ya en tono más
filosófico: ¿cómo se llama el sistema político en el que funcionarios
públicos vigilan a ciudadanos que realizan actividades completamente
legales y utilzan esas grabaciones con fines políticos?
Nadie de los que aparece en esa
grabación tiene por qué dar ninguna explicación. Quién sí debería dar la
cara en cualquier país civilizado es el ministerio del Interior y, por
extensión, el Gobierno de Mariano Rajoy.
Cocodrilos del Ebro DdA, XII/3191
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