lunes, 11 de enero de 2016

DAVID BOWIE Y LA CAUSA DE LA LIBERTAD

Ana Cuevas

"Yo Recuerdo
permanente
Junto a la pared
Y las armas de fuego
Disparo por encima de nuestras cabezas
Y nos besamos
Como si nada pudiera caer
Y la vergüenza
Estaba en el otro lado
Oh que podemos ganarles
Para siempre jamás
Entonces podemos ser héroes
 

Sólo por un día" (David Bowie)


Hoy nos despertamos con la noticia de la muerte de David Bowie. El duque blanco confesaba que durante un tiempo los cantantes de rock se creyeron dioses y pensaban que iban a cambiar el mundo. Pasadas varias décadas, se veía incapaz de explicarle a sus hijos su fracaso. Evidentemente, Bowie asumía más responsabilidad de la que le correspondía. Cambiar el mundo no es cosa menor, que diría don Mariano, es cosa mayor. Y aunque la música es capaz de obrar milagros en los seres humanos, hace falta mucho más para amansar a algunas fieras. De cualquier modo, este personaje ambiguo que exhibió una imagen andrógina durante toda su carrera, aportó un soplo de tolerancia que alcanzó a muchos jóvenes. Su indefinición sexual formaba parte del misterio, del atractivo.
Durante décadas, practicó la transgresión en un mundo empeñado en clasificarnos por las gónadas sexuales. Niño o niña. Azul o rosa. Predestinados irremediablemente al margen de nuestras emociones.
David Bowie contribuyó valiosamente a la causa de la libertad pero la intransigencia sigue costando mucho sufrimiento y vidas humanas. Las relaciones entre personas del mismo sexo están penadas en 79 países. En  7 de ellos se aplica la pena de muerte. Entre ellos están Arabia Saudí y Emiratos Árabes. Estados con los que España mantiene relaciones muy cordiales pese a la violación sistemática de los derechos fundamentales de las mujeres y los homosexuales y de los derechos humanos en general.
En España, existía una ley de vagos y maleantes que se aplicaba a quienes se "desviaban" del camino recto. Muchas personas fueron a dar con los huesos en la cárcel por ser homosexuales o travestidos. Sus testimonios son estremecedores. Tras la dictadura, la legislación fue flexibilizándose gracias, en gran medida, a la presión de los colectivos y a la evolución de la sociedad en general. Muchos héroes anónimos (lesbianas, gays, transexuales) salieron definitivamente del armario en el que estaban confinados para hacerse visibles. Aunque para muchos y muchas, ese paso adelante, supuso una senda tortuosa y difícil. Todo para facilitar el camino a las generaciones siguientes. Para que no tuvieran que padecer las mismas humillaciones y obstáculos.
El mes pasado, un menor transexual llamado Alan se suicidó porque (palabras de su madre) no pudo aguantar la presión.  El joven de 17 años había conseguido cambiar su nombre y sexo en el registro civil recientemente. No fue la ley la que se interpuso en la felicidad de Alan. Al parecer, era víctima del acoso de otros muchachos y muchachas. Ser diferente, al menos en apariencia, le convirtió en la diana de la incomprensión y la crueldad en el ámbito escolar. Alan contaba con el respaldo de su familia y de las leyes pero el aquelarre social pudo más que sus ganas de vivir.
Todos los años acudo a la manifestación del día del orgullo. Mis hijos me han acompañado desde que eran pequeños. Han aprendido a respetar la diferencia y nunca han desarrollado comportamientos sexistas o machistas. Es en el seno de muchas familias donde la intolerancia, lejos de rechazarse, se fomenta entre los niños. La crueldad con la que atacan "la diferencia" es un reflejo de los miedos y frustraciones de sus mayores. ¿Creen que la homosexualidad o la transexualidad es contagiosa? En este sentido no hay nada demostrado pero de lo que si tenemos pruebas evidentes es de la virulencia con la que se expande la idiotez. Una idiotez letal que sigue dejando un reguero de cadáveres. Obligando a muchas personas a tener que ser héroes en un entorno hostil solo por ser ellas mismas. Alan no pudo superar tanta miseria, tanto odio sin causa. No todos somos héroes. Ni debemos serlo. David, Alan... Que la tierra os sea leve compañeros.
DdA, XII/3181

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