"Yo Recuerdo
permanente
Junto a la pared
Y las armas de fuego
Disparo por encima de nuestras cabezas
Y nos besamos
Como si nada pudiera caer
Y la vergüenza
Estaba en el otro lado
Oh que podemos ganarles
Para siempre jamás
Entonces podemos ser héroes
Sólo por un día" (David Bowie)
permanente
Junto a la pared
Y las armas de fuego
Disparo por encima de nuestras cabezas
Y nos besamos
Como si nada pudiera caer
Y la vergüenza
Estaba en el otro lado
Oh que podemos ganarles
Para siempre jamás
Entonces podemos ser héroes
Sólo por un día" (David Bowie)
Hoy
nos despertamos con la noticia de la muerte de David Bowie. El duque
blanco confesaba que durante un tiempo los cantantes de rock se creyeron
dioses y pensaban que iban a cambiar el mundo. Pasadas varias décadas,
se veía incapaz de explicarle a sus hijos su fracaso. Evidentemente,
Bowie asumía más responsabilidad de la que le correspondía. Cambiar el
mundo no es cosa menor, que diría don Mariano, es cosa mayor. Y aunque
la música es capaz de obrar milagros en los seres humanos, hace falta
mucho más para amansar a algunas fieras. De cualquier modo, este
personaje ambiguo que exhibió una imagen andrógina durante toda su
carrera, aportó un soplo de tolerancia que alcanzó a muchos jóvenes. Su
indefinición sexual formaba parte del misterio, del atractivo.
Durante
décadas, practicó la transgresión en un mundo empeñado en clasificarnos
por las gónadas sexuales. Niño o niña. Azul o rosa. Predestinados
irremediablemente al margen de nuestras emociones.
David Bowie
contribuyó valiosamente a la causa de la libertad pero la
intransigencia sigue costando mucho sufrimiento y vidas humanas. Las
relaciones entre personas del mismo sexo están penadas en 79 países. En
7 de ellos se aplica la pena de muerte. Entre ellos están Arabia Saudí y
Emiratos Árabes. Estados con los que España mantiene relaciones muy
cordiales pese a la violación sistemática de los derechos
fundamentales de las mujeres y los homosexuales y de los derechos
humanos en general.
En
España, existía una ley de vagos y maleantes que se aplicaba a quienes
se "desviaban" del camino recto. Muchas personas fueron a dar con los
huesos en la cárcel por ser homosexuales o travestidos. Sus testimonios
son estremecedores. Tras la dictadura, la legislación fue
flexibilizándose gracias, en gran medida, a la presión de los colectivos
y a la evolución de la sociedad en general. Muchos héroes anónimos
(lesbianas, gays, transexuales) salieron definitivamente del armario en
el que estaban confinados para hacerse visibles. Aunque para muchos y
muchas, ese paso adelante, supuso una senda tortuosa y difícil. Todo
para facilitar el camino a las generaciones siguientes. Para que no
tuvieran que padecer las mismas humillaciones y obstáculos.
El
mes pasado, un menor transexual llamado Alan se suicidó porque
(palabras de su madre) no pudo aguantar la presión. El joven de 17 años
había conseguido cambiar su nombre y sexo en el registro civil
recientemente. No fue la ley la que se interpuso en la felicidad de
Alan. Al parecer, era víctima del acoso de otros muchachos y muchachas.
Ser diferente, al menos en apariencia, le convirtió en la diana de la
incomprensión y la crueldad en el ámbito escolar. Alan contaba con el
respaldo de su familia y de las leyes pero el aquelarre social pudo más
que sus ganas de vivir.
Todos
los años acudo a la manifestación del día del orgullo. Mis hijos me han
acompañado desde que eran pequeños. Han aprendido a respetar la
diferencia y nunca han desarrollado comportamientos sexistas o
machistas. Es en el seno de muchas familias donde la intolerancia, lejos
de rechazarse, se fomenta entre los niños. La crueldad con la que
atacan "la diferencia" es un reflejo de los miedos y frustraciones de
sus mayores. ¿Creen que la homosexualidad o la transexualidad es
contagiosa? En este sentido no hay nada demostrado pero de lo que si
tenemos pruebas evidentes es de la virulencia con la que se expande la
idiotez. Una idiotez letal que sigue dejando un reguero de cadáveres.
Obligando a muchas personas a tener que ser héroes en un entorno hostil
solo por ser ellas mismas. Alan no pudo superar tanta miseria, tanto
odio sin causa. No todos somos héroes. Ni debemos serlo. David,
Alan... Que la tierra os sea leve compañeros.
DdA, XII/3181
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