Ante
 el nuevo panorama, el PP ya ha comenzado a forzar la máquina para 
conseguir que el PSOE se una a la gran coalición con Ciudadanos para 
afrontar la nueva situación, y "salvar" la unidad nacional.
Fernando de Silva
Mas
 ha tirado la toalla, y evita con ello unas nuevas elecciones en 
Cataluña. Pero al mismo tiempo ha conseguido, sin ser su verdadera 
intención, que el independentismo salga fortalecizo y Convergencia se 
convierta en un títere de la CUP, al depender de esta formación todas 
las decisiones políticas de calado que se tomen en los próximos meses. 
Y, de rebote, obligará a que los diputados de Podemos en la Asamblea 
Catalana tengan que posicionarse definitivamente. Una cosa es estar a 
favor del derecho a decidir, y otro cosa es ser independentista, pero, 
de tanto jugar a la confusión, ahora les toca tomar partido en cuanto al
 fondo.
Esta
 nueva situación va a tener una gran repercusión en el ámbito nacional, 
ya que es posible que el Gobierno provisional del PP considere que se ve
 obligado a utilizar la vía del art. 155 de la Constitución, de 
producirse un incumplimiento en Cataluña de nuestra Carta Magna,  y con 
ello intervenir la autonomía catalana, si es preciso utilizando la 
fuerza; y para ello tan solo precisa que tal decisión sea tomada por la 
mayoría absoluta del Senado, con la que cuenta ya el PP tras los últimos
 resultados electorales.
Ante
 el nuevo panorama, el PP ya ha comenzado a forzar la máquina para 
conseguir que el PSOE se una a la gran coalición con Ciudadanos para 
afrontar la nueva situación, y "salvar" la unidad nacional. Pedro 
Sánchez lo tiene crudo con sus votantes y sus volátiles proyectos de 
futuro, para los que no cuenta con los apoyos necesarios dentro del 
interior de su propio partido. Si dice que no, puede forzar unas nuevas 
elecciones generales, y ser engullido por Podemos; y si se une a la gran
 coalición, el PSOE perderá en las próximas elecciones una gran parte de
 su electorado, que en su mayoría es de izquierdas de verdad; es lo que 
tiene renovarse de mentira.
Pero
 de la misma manera que el independentismo se fortalece a costa de 
sacrificar a Mas, una posible gran coalición requerirá sacrificar a 
Mariano Rajoy, principal responsable del crecimiento del independentismo
 catalán, al negarse a dialogar pensando que los problemas se solucionan
 aparcándolos.  Los pirómanos son los menos idóneos para apagar los 
incendios, y este puede llegar a ser de grandes dimensiones.
Quizás
 a Mariano Rajoy, para salvar su cabeza, le vendrían mejor unas nuevas 
elecciones, en las que con este nuevo panorama a buen seguro ganaría con
 una mayoría lo suficientemente holgada como para gobernar en solitario.
 Pero con ello solo se conseguiría prolongar el enfrentamiento entre 
Cataluña y el resto de España, y eso no es bueno para nadie.
En
 el nuevo tablero sale ganando el PP y pierden Ciudadanos y los 
socialistas. ¿Y que pasa con Podemos?; ahora les toca hacer política de 
verdad, y espero que estén a la altura de las circunstancias, 
priorizando siempre el interés de los ciudadanos.
DdA, XII/3180 
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