Emilio Silva
Esta fotografía de Óscar Rodríguez
debería estar en un museo. Es una de esa imágenes que mostrando unos
pocos metros cuadrados consiguen radiografiar todo un país. Ver a
Ascensión Mendieta, bien abrigada, soportando con sus 90 años el duro
invierno, mientras observa los trabajos de exhumación del cuerpo de su
padre Timoteo; la de su hija Chon, explicándole a otra mujer algo de lo
que puede verse en ese fosa, en todas las fosas que se tragaron tantas
cosas, que escupieron tanto miedo, y
esos jóvenes que rematan la composición de esas tres generaciones
asomándose a nuestro pasado. La memoria como una intersección de
distintos tiempos que coinciden en el mismo tiempo. La valentía y la
constancia de una hija que fue capaz de viajar hasta Buenos Aires y
cumplir 88 años a bordo de un avión para pedirle a la justicia el trato
digno que está recibiendo. Raul De la Fuente
a la izquierda de la imagen, pegado en todo momento a Ascensión,
voluntario y experto en acompañamiento a familiares en exhumaciones.
Pero algo falta en la imagen: toda fotografía esconde algo que no está y
en este caso es el Estado. El Estado cuidando, atendiendo, el Estado
que tantas veces ha gritado "¡Que condenen la violencia!" reparando, el
Estado que en cuarenta años de democracia ha mirado para otro lado, ha
protegido a los verdugos, ha vaciado las aulas de conocimiento del
pasado, ha puesto una frontera de concertinas en las portadas de los
libros de texto escolares para que estas y estos inmigrantes de las
cunetas no puedan entrar y dejarlos así condenados al olvido.
Pero ese es el poder de la memoria, el poder de esta imagen, el de Ascensión que recuerda a su padre, que recuerda el apartheid español que los castigó como apestados, que mantiene el respeto y el amor por esa persona que como 114.226 permanecen en las cunetas y que soñaban y trabajaban por una país hermoso y justo. En esta imagen hay muchas semillas y la memoria las está regando.
Pero ese es el poder de la memoria, el poder de esta imagen, el de Ascensión que recuerda a su padre, que recuerda el apartheid español que los castigó como apestados, que mantiene el respeto y el amor por esa persona que como 114.226 permanecen en las cunetas y que soñaban y trabajaban por una país hermoso y justo. En esta imagen hay muchas semillas y la memoria las está regando.
DdA, XII/3193
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