Los latinos
escribieron aquello de “si vis pacem, para bellum”. Y uno le puso ese
nombre a una pistola.
Juan Carlos Monedero
La amenaza yihadista se ha convertido en la excusa perfecta para el
estado de excepción. Se trata de detener el pensamiento con el fin de
culminar el propósito de echar el cierre a los derechos sociales, núcleo
central de la L Legislatura que recién acaba (y que empezó no con las
elecciones del 20N que ganaría Rajoy, sino cuando Zapatero, con apoyo
del PP, reformó el artículo 135 para darle la más importante paletada de
tierra al maltrecho estado social español). En toda Europa hay un
criterio claro compartido por el bipartidismo vigente: terminar con el
contrato social nacido de la derrota de la derecha tras la Segunda
Guerra Mundial. Esa coincidencia es lo que explica la Gran Coalición que
tienen los socialistas y Ángela Merkel en Alemania, prólogo a la gran
coalición que el nostálgico de las dictaduras de Pinochet y Franco,
Felipe González, recomienda para España sabiendo de su ascendiente sobre
Susana Díaz.
El estado de excepción puede acabar con el Estado social, democrático
y de derecho en nombre de la seguridad. Los seres humanos activamos con
urgencia el hipotálamo -un avance evolutivo de la hominización– cuando el peligro acecha. Los seres humanos activamos el neocortex -un avance evolutivo de la humanización–
cuando queremos pensar en el medio y largo plazo. La propuesta de
Rajoy, en la que le acompañan un desconcertado Sánchez y un utilitarista
Rivera, quiere que marchemos a las elecciones de diciembre con un
anonadante ¡Que la patria se rompe! y un no menos conmocionador ¡Que
vienen los moros a matarnos! La diferencia es que estamos en 2016 y
convendría actualizar un poco el discurso.
Rubalcaba, que no fue un entusiasta de la salida de las tropas de
Iraq, sabe que el Pacto Antiyihadista es la penúltima oportunidad de
resucitar el moribundo bipartidismo. Por eso lo defiende con ese ánimo
que invoca su “razón de estado” que nunca he compartido y que ha hecho
mucho daño a la democracia española. Si queremos acabar con la amenaza
yihadista, debemos dejar de vender armas a quienes luego las regalan al
ISIS, cortarle la financiación acabando con el secreto bancario de los
paraísos fiscales, cortar la cooptación acabando con las desigualdades
en los suburbios de las grandes catedrales europeas y apoyando a los
grupos moderados en esos países. Todo lo contrario que los bombardeos
que sólo logran radicalizar a las víctimas. ¿No es eso lo que pasa
cuando en nombre de los derechos humanos se deja a Raqa sin
electricidad? Si quieres la paz, prepárate para la paz. Los latinos
escribieron aquello de “si vis pacem, para bellum”. Y uno le puso ese
nombre a una pistola.
Comiendo Tierra - DdA, XII/3142
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