Muy interesantes las reflexiones que hace el politólogo francés Eric Fassin, consejero editorial de CTXT. Este artículo se publicó en francés en su blog Identités politiques, que aloja la web Mediapart: "En la confusión del
momento -escribe-, necesitamos una brújula para orientar nuestra acción, un solo
criterio será suficiente: no podemos querer lo que quieren nuestros
enemigos. Buscan dictar nuestra conducta. A nosotros no corresponde
decidir si vamos a pagar ese “rescate” o, dicho de otra manera, a entrar
en su lógica. En Siri , Bashar el Assad compartiría los beneficios con
el Daesh, a expensas de otros opositores a la dictadura. Pero en
Francia sólo el Frente Nacional saldría fortalecido".
Eric Fassin
Nunca pagar el rescate: es la regla de oro, so pena de incitar a
futuros secuestradores. Lo mismo ocurre con el terrorismo: para
combatirlo, no es suficiente (incluso si es necesario) luchar contra los
terroristas. Es especialmente importante mostrar que sus acciones son
ineficaces, y por lo tanto no logran imponer una reacción política. De
lo contrario, alentados por este éxito, otros tomarán el relevo de los
atentados suicidas. Y esto es lo que nuestros líderes no parecen
entender. De hecho, se emplean al máximo para dar a los terroristas
todos los motivos para volver a actuar.
"Estamos en guerra", insiste el primer ministro. Al igual que en
enero de 2015, el lenguaje marcial de Manuel Valls sella la victoria de
los terroristas, que se pretenden soldados de Daesh. Si, como dice el
presidente de la República, "es un acto de guerra que fue cometido por
un ejército terrorista", ¿por qué sigue negando el nombre del Estado
Islámico? Para entender el problema, basta recordar que Francia ha
evitado siempre que ha podido hablar de "Guerra de Argelia". Evocar
aquellos "sucesos" no era solo disfrazar la realidad con un eufemismo,
se trataba sobre todo de negarse a reconocer la Revolución argelina.
Hoy, por el contrario, si Francia está en guerra contra Daesh, entonces
existe de hecho un Estado Islámico. Por otra parte, Francois Hollande
parece repetir, como señaló David van Reybrouck, el discurso de George
W. Bush después del 11 de septiembre: "Los enemigos de la libertad han
cometido un acto de guerra contra nuestro país”. Con este escritor
belga, debemos concluir: "Señor presidente, ha caído usted en la
trampa!.
"¿Podemos esperar al menos que nuestros líderes no sigan el ejemplo
del último presidente? Nicolas Sarkozy pide de hecho a Europa que se
"recupere" adoptando "una nueva política de inmigración”. El mismo, que,
en 2010, ya hizo la conexión entre inmigración y delito, ¿confundirá
hoy terrorismo con inmigración? "No hay ninguna conexión, por supuesto,
pero en cualquier caso el problema está ahí”. Ya sabemos, sí: en
cualquier caso. ¿Por qué es necesario rechazar tal confusión? No solo
por un espíritu de justicia. También para negar la lógica del lobo
contra el cordero: "Si no eres tú, lo será tu hermano, o alguien de los
tuyos”.
Pero hay otra razón. ¿Por qué se inmola un terrorista dejando tras de
sí un pasaporte sirio intacto (aunque falso, parece), si no para atizar
la xenofobia? Hace falta por tanto rendirse a la evidencia: cerrar
Europa a los refugiados es hacer el juego al terrorismo bajo el pretexto
de combatirlo.
Por esa misma razón, la islamofobia es la peor de las respuestas:
como dice sin ambages el historiador Jean-Pierre Filiu, “lo que quieren
es que en París y en Francia maten a musulmanes como represalia. Quieren
una guerra civil en Francia”. Recordemos la consigna de enero: “Nada de
amalgamas”. A menudo ridiculizada, sigue siendo válida: son los
terroristas quienes buscan la amalgama. Y, si en la confusión del
momento, necesitamos una brújula para orientar nuestra acción, un solo
criterio será suficiente: no podemos querer lo que quieren nuestros
enemigos. Buscan dictar nuestra conducta. A nosotros no corresponde
decidir si vamos a pagar ese “rescate” o, dicho de otra manera, a entrar
en su lógica. En Siria , Bashar el Assad compartiría los beneficios con
el Daesh, a expensas de otros opositores a la dictadura. Pero en
Francia sólo el Frente Nacional saldría fortalecido.
El politólogo Jean-François Bayart ha demostrado cómo los atentados
son solo el “retorno del bumerán” que hemos lanzado, es decir, la
consecuencia de nuestras elecciones políticas pasadas. Ahora queda
anticipar las consecuencias de nuestras decisiones políticas actuales.
En noviembre, igual que en enero, las redes sociales han rescatado el
discurso de Jens Stoltenberg, después de la matanza de Utoya en 2011.
Según dijo el primer ministro, “Noruega responde a la violencia con más
democracia, más apertura y más participación política”. Dejemos que rían
maliciosamente los que denigran el “buenismo”. Ante la ceguera de los
“realistas”, contentémonos con responder con el pragmatismo lúcido de
los principios democráticos a la doble amenaza del conflicto de
civilizaciones y de la guerra civil.
CTXT DdA, XII/3134
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