Ana Cuevas
A escasas horas de los
trágicos atentados en París la comunidad internacional se encuentra en
estado de shock. Los españoles hemos sufrido un trágico dejá-vu al
recordar a otras víctimas inocentes que un ominoso 11 de marzo fueron el
blanco del fanatismo irracional del yihadismo. Entonces, pese a las
insidiosas y manipuladoras acusaciones del gobierno del PP, se demostró
que nos enfrentábamos a una escala del horror que superaba a la de los
asesinos etarras. A una clase de criminales que estaban dispuestos,
literalmente hablando, a morir matando y llevarse por delante el mayor
número de víctimas posibles. Los hombres que la noche del viernes
perpetraron una carnicería simultánea en las calles parisinas sabían que
iban a morir. Han sido programados para ello. Un lavado de cerebro del
que no escapan muchachos y muchachas occidentales con educación y sin
ningún antecedente delictivo. La consigna estaba en los gritos que
realizaron mientras acribillaban a la gente con sus fusiles de asalto: ¡Alá es grande!
El
poder de ISIS para captar adeptos a su diabólica causa se ha
multiplicado gracias a las redes sociales." Los caballeros solitarios de
la Yihad", como les gusta autodenominarse, son un nuevo fenómeno que ha
surgido de internet. Un arma de incalculable valor para conseguir los
objetivos de proselitismo del grupo terrorista. El perfil podría encajar
con el de jóvenes inadaptados que encuentran un vínculo emocional en
los foros o chats de internet. Sin embargo, algunos de los que son
detenidos por la policía, presentan unas características de integración
social, laboral y familiar que rompe todos los esquemas. No resulta
sencillo identificar a un potencial terrorista. El enemigo se vuelve
invisible actuando como una cédula dormida que se activa siguiendo
órdenes o por iniciativa propia.
Los
refugiados que se agolpan en las descarnadas fronteras europeas pueden
hacer una crónica meridiana del tipo de terror que supone la amenaza de
ISIS. Ellos llevan años siendo rehenes de estos psicópatas que
justifican sus actos argumentando que siguen el mandado de un Alá cruel y
sanguinario. El pueblo sirio está siendo masacrado sistemáticamente por
la misma banda de asesinos "iluminados" que atentó en Madrid y París. Y
nuestra respuesta sigue siendo mezquina y cicatera para atender
esta grave emergencia humanitaria.
Los
atentados yihadistas en Europa nos causan gran conmoción. Pero solo son
pinceladas del horror permanente que padecen los ciudadanos de los
países que están sometidos a la sinrazón de los talibanes que impulsan
la guerra santa para imponer una versión gore del Corán a todo bicho
viviente. En la historia de la humanidad se ha matado más gente en
nombre de los dioses que por otros motivos. Dioses coléricos que
reclaman sacrificios humanos para engordar su ego omnipotente. La
moderna Yihad no necesita carros de fuego ardiendo o apariciones
celestiales para difundir su mensaje de odio. Ahora tienen accesibilidad
a cualquier parte del planeta gracias a los tentáculos de internet. Un
milagro tecnológico del maligno que ponen al servicio de su desquiciado
Alá.
Hace poco leí en
algún sitio que frente al innumerable rimero de matanzas que la
humanidad había llevado a cabo en nombre de uno u otro dios, no existía
constancia de ninguna guerra que se hubiera hecho en nombre del diablo.
¿Acaso apostamos por el líder equivocado?
Intentando
sobreponerme a la nausea por los atentados en la capital francesa,
prefiero quedarme con la imagen de esos ciudadanos que cantaban La
Marsellesa mientras desalojaban el campo de fútbol. Toda mi solidaridad
con los hermanos franceses. Tampoco me olvido del pueblo sirio. No puedo
ni debo hacerlo. Ojalá llegué pronto ese día de gloria en el que
podamos librarnos de todas las tiranías, divinas y humanas, para que la
libertad, la igualdad y la fraternidad entre los pueblos puedan
germinar. Aunque yo no lo vea.
DdA, XII/3130
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