viernes, 11 de septiembre de 2015

LA REPORTERA HÚNGARA Y LA ZANCADILLA GLOBAL

  La imagen que buscaba Petra Lazlo era una respuesta agresiva que transformara a las víctimas en peligrosos invasores.
 Ana Cuevas

En las imágenes de la reportera húngara pateando y zancadilleando a los refugiados sirios existe algo más que el mezquino propósito de crear artificialmente una noticia. Las implacables coces que Petra distribuye tampoco me parecen un arrebato fruto de su ideología abiertamente fascista y xenófoba. Aunque no se puede negar que eso ayuda mucho a lanzar patadas contra seres indefensos. Lo que yo pienso que la señora Laszlo pretendía es aún, si cabe, más nauseabundo que todo eso. Parece que por fin, tras un rosario interminable de niños y niñas muertos en la huida cuyas imágenes nunca trascendieron, la opinión pública occidental se ha conmovido y está intentando forzar la voluntad de los políticos. Conociendo como piensan esas locas cabecitas ultraderechistas, como la de Petra Laszlo y la cadena para la que trabaja, el objetivo de sus golpes bien podría haber estado dirigido a que alguno de los refugiados se revolviera con violencia.
Esa era la imagen que buscaba. Una respuesta agresiva que transformara a las víctimas en peligrosos invasores. La cosa le salió mal y la periodista quedó ante el mundo entero como una bruja malvada y desaprensiva. Lo que sin duda es. Pero, ¿y si hubiera salido bien? Se podía haber liado la de sanquintín y los refugiados se hubieran mostrado ante las cámaras como unos bárbaros violentos  Porque, por ldesgracia, no es una práctica periodística tan insólita.
¿Cuántas noticias piensan ustedes que son "creadas" con fines mercantiles o políticos? Los medios de comunicación ya no son el cuarto poder. Son los colaboradores necesarios de los kies del poder. Con la capacidad para manipular, deformar o inventar directamente corrientes de opinión que allanen el camino de sus amos.
No es necesario llegar a un ejemplo tan vomitivo como el de Petra Laszlo. En nuestro país tenemos montones de "presuntos" periodistas (incluso directores o subdirectores de prestigiosos diarios nacionales) ejecutando su labor de manipulación como tertulianos, a jornada completa, en radio y televisión. ¿Pero cuando atienden estas criaturas los asuntos de sus redacciones?
Estos tipos emponzoñan la sociedad disfrazando mentiras de sofismas. Difamando y fabulando para torcer el criterio de la población a mayor gloria de los que engordan su buchaca.
Si bien no alcanzan la abyección moral de la reportera húngara, son la vergüenza del periodismo. No hace falta ser un lince para averiguar cual va a ser su próxima jugada tras la oleada de sensibilidad social hacia los refugiados. Ahora viene cargar contra el resto de inmigrantes. Refugiados también de otros conflictos o simplemente de la miseria y la falta de oportunidades. Les toca derivar el discurso xenófobo hacia otros colectivos como los subsaharianos. Sus cadáveres y los de sus hijos también arriban con frecuencia a nuestras costas. Pero somos propensos a olvidarnos de estas cosas. Lo mismo pasará con Siria y su tragedia. Hoy son portada. Mañana, si así interesa, serán una simple reseña.
Deberían saber que, mientras la política internacional no atienda estas emergencias humanitarias en origen y dejen de anteponer los intereses petrolíferos o estratégicos a los derechos humanos, la marea migratoria seguirá creciendo. Y las concertinas pueden convertirse en la primera trinchera de una guerra por la supervivencia.
De nada les servirá poner zancadillas a este éxodo masivo. Puede que, a corto plazo, potenciar el odio y el miedo al inmigrante resulte rentable para algunos. Pero lo único que consiguen es azuzar el avispero. Insultan nuestra inteligencia señalando como enemigos a las víctimas mientras lamen a escondidas las botas de los verdugos.
¡Primero los españoles! Y los que gritan con más fuerza son los mismos que justifican los desahucios o la precariedad laboral de sus compatriotas. Periodistas del calado intelectual de Mariló Montero cuya última perla no tiene desperdicio: "A los desahuciados hay que enseñarles a labrar, como a los negritos". Si a eso añadimos que el sueldo de esta señora lo pagamos entre todos con dinero público, ¡en fin!. Que hay muchas formas en que nos patean el culo que no son necesariamente físicas. Y esos palos, como los de la infame Petra Laszlo, también dejan huella.

DdA, XII/3076

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