¿Y si hablamos del 34 como un acontecimiento que forma parte de
nuestra historia más reciente que, como tal, tiene que ser recordado?
Luis Arias
El hecho de que la llamada “noche blanca” de Oviedo pretenda servir
de recordatorio de la Revolución del 34 está generando una polémica
mayúscula. Se habla de revanchismo y se considera inoportuno aludir a
ese acontecimiento histórico que, por cierto, fue el último momento en
el que Asturias estuvo a la vanguardia de la historia.
Pero vayamos por partes. No parece muy coherente que los mismos que
utilizan la Revolución del 34 para justificar la supuesta
inevitabilidad del alzamiento del 18 de julio se lamenten de que sea
recordado institucionalmente en la ciudad que sirvió de principal
escenario. Y, por otro lado, tampoco es de recibo que los mismos que
entonan ahora sus lamentaciones al respecto no hayan dicho nada a
propósito de un tiempo y un país que celebró durante casi cuarenta años
la fecha en la que unos cuantos generales se sublevaron contra el
Estado entonces legalmente constituido. Y, en fin, encaja mal argumentar
que los sucesos de octubre del 34 en Asturias fueron un intento de
Golpe de Estado, obviando al mismo tiempo que dos años antes, en agosto
del 32, hubo un general que se sublevó contra la República, el general
Sanjurjo, y que dos años después de la revuelta minera, los espadones y
los fusiles se alzasen contra aquel Estado.
¿Y si hablamos del 34? ¿Y si somos conscientes de que aquel
acontecimiento histórico significó, entre otras cosas, que sus
organizadores principales mandaron al matadero a los mineros que tomaron
las armas? ¿Y si no negamos que la ciudad en su conjunto sufrió un
martirio infernal y además vivió la tragedia que supuso que las llamas
ocasionasen un destrozo tan terrible en la Universidad?
¿Y si hablamos del 34 como un acontecimiento que forma parte de
nuestra historia más reciente que, como tal, tiene que ser recordado?
Miren, lo que no es de recibo de ningún modo es que la historia pueda
ser utilizada como eximente de una dictadura por parte de quienes
defienden semejante periodo histórico, pero que, si la izquierda quiere
recordarla, se hable de revanchismo, de venganza y de reabrir heridas.
Con la historia, señores, no cabe hacer lo mismo que en su momento
ocurrió con la Biblia, que sólo pueda ser interpretada por unos pocos.
La historia no es algo que deba estar sujeto a ningún “nihil obstat”.
Es, además de otras cosas, algo que puede y debe ser conocido por todo
el mundo.
Noche blanca, expresión que, no puedo evitarlo, me recuerda, sobre
todo a una novela de Dostoievski, aunque sé que no es el caso, cuestión
de número gramatical aparte. Noche blanca que puede servir de diversión y
aprendizaje, con independencia de que haya sido más o menos afortunada
en anteriores ocasiones.
Miren, prefiero pensar que se pretende un itinerario histórico
didáctico y que, de ningún modo, se trata de una propuesta maniquea. Y,
en todo caso, lo valioso de c3076ualquier recordatorio histórico no se
encuentra en la frivolidad ni tampoco en revanchismos.
¿Y si hablamos del 34? Sí, en semejante acontecimiento son muchas las
cosas que caben: desde dolores tremendos e injustos hasta heroísmos que
iban en busca de la utopía. Desde aprendizajes históricos básicos,
hasta paradojas trágicas, entre ellas, la del incendio de una
Universidad que, décadas atrás, en su mejor época, había transcendido
sus muros para llevar el saber a quienes no podían acceder a él por
desigualdades económicas.
¿Y si hablamos del 34? ¿La ciudad que aún tiene en su callejero a
sublevados contra la República no puede recordar el referido
acontecimiento histórico? ¿Recordarlo es acaso añorarlo?
¿De qué revanchismo hablamos?
DdA, XII/3076
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