Si,
como dice el papa, "la vida sin problemas es aburrida", lo cierto es
que la vida en general y la vida política en particular, con incontables
problemas insolubles o sin salida, son precisamente las causas que
desencadenan la decadencia de una sociedad o una civilización entera.
Jaime Richart
"Una vida sin problemas es aburrida", ha afirmado el papa Francisco en Radio Renascença.... Ya
se sabe que las frases no hay que tomarlas siempre en su sentido
literal por aquello de que en "la noticia" están por norma sacadas de
contexto. Pero esta frase rotunda, a mi juicio vale por sí misma como
fruto de la deformación y distorsión que el sistema capitalista y ahora
el financiero en tiempos locos y caóticos arroja a las conciencias. Y de
ellas, de la deformación o distorsión de la realidad, por lo que se ve,
parece que ni siquiera se libra el mismo papa.
Pero
resulta que -y de esto no parece percatarse Francisco, si no no diría
eso- si en la sociedad no hay individuo alguno al que falte nutrición
bastante, un techo digno y energía doméstica indispensable, se acabaron
los problemas (incluso la educación reglada es prescindible y canjeable
por el autodidactismo en este tiempo tan accesible). Por lo menos se
acabaron los problemas más allá de lo que la ambición o la codicia, el
desmedido deseo de "mejorar" y otros muchos espejuelos puestos ahí por
un sistema decadente que infravalora la cultura, el arte, la lectura y
el ocio constructivo puedan provocar. Pero esto es otro cantar. Lo
cierto es que si todo el mundo dispone en "esa" sociedad de lo
"indispensable", digo, bien venidos sean "los emprendedores" y las
aventuras crediticias y la excitación que les acompaña. Pero quienes no
desean alpinismo, escaladas y otros placeres de riesgo o de alto riesgo,
también tienen derecho a vivir con sosiego y disfrutar de los
saludables estímulos para no aburrirse que ofrece la sociedad; para
realizarse y para ser feliz en lo posible...
Por
eso entiendo que, en esta materia, el papa patina más o menos
voluntariamente. Lo que parece razonable es hacer un llamamiento a los
responsables del mundo para que busquen la "sencilla" solución para
todos los que no son capaces por sí mismos de encontrarla por muy
diversos motivos, incluido el desaliento, la abulia y la depresión.
¡Como si no fuese posible una vida en paz y con las necesidades básicas
cubiertas para todos en cada sociedad! ¡Y como si no hubiese maneras de
hacer de la vida personal un avatar ameno, interesante y divertido sin
necesidad de buscarse problemas artificiales o estúpidos, que es a lo
que parece se refiere el papa! Aunque para ello, claro está, es preciso
que aquellos -gobernantes y poderes de toda clase- que se sienten
obligados a aglutinar a una población para alejarla de la horda, le
hayan allanado antes y en lo posible esos problemas que este papa ve
necesarios para no aburrirse.
El
caso es que si no fuese por la intriga que suscita el resultado de las
elecciones catalanas y las expectativas que ofrecen las elecciones
generales, según la teoría papal España se aburriría y se notaría mucho
más que entre nosotros se ha enseñoreado una psicología colectiva en
descomposición. Y si no fuese por la inquietud que ocasiona en Europa la
súbita irrupción de miles de refugiados solicitando asilo que amenaza
colapsarla, se agravaría aún más la sensación dominante de que la Unión
Europea se encuentra en franca decadencia. Quizá, mira qué bien, todo
eso nos hace la vida menos aburrida según ese punto de vista tan
curioso...
Pero
creo que no todo es cuestión de la disyuntiva
divertimento/aburrimiento. En España, por ejemplo, aparte la corrupción
salvaje, el brutal desempleo y la miseria que afecta ya a millones de
personas existen muchas razones para el desaliento. Y hay una
especialmente llamativa por ser recurrente en toda su historia. Y es, la
constatación de que hay dos clases de leyes: las destinadas a los
ciudadanos comunes, por un lado, y las que tienen por objeto preservar
el interés y los privilegios de las clases dirigentes, por otro. Sólo se
cumplen y se hacen cumplir las primeras. Las otras, pese a la
aparatosidad que suele acompañar a la noticia y el revuelo que levantan
los casos aislados de prisión preventiva de testaferros y víctimas
propiciatorias, parecen pensadas justo para favorecer la benevolencia de
jueces, tribunales y fiscales hacia los delincuentes de delitos
económicos que sólo están en condiciones de cometerlos quienes manejan
fondos públicos. Dándose la paradoja de que precisamente por estar la
comisión de ese tipo de delitos sólo al alcance de un cargo público, en
sí mismo el delito debiera hacerse acompañar de una agravante en lugar
de acabar siendo por anticipado en la práctica una atenuante, cuando no
una eximente de hecho: la pronta prescripción, unas veces, y la dilación
interminable provocada o consentida de la investigación del delito,
otras, cumplen el papel de eximentes virtuales. ¿Quizá también este
problema es para que no nos aburramos?
Por
lo que concierne a la Europa Comunitaria ocurre que, salvo en la
materia de fondo que es la bancaria pura, en lo demás la normativa y
directivas prescritas por sus órganos se incumplen por sistema en
España; un país patológicamente inclinado a legislar y a incumplir las
leyes los de arrriba en la medida que los de arriba las hacen cumplir
implacablemente a los de abajo. Una típica actitud de los prebostes
españoles: intransigentes con los demás en la misma medida que son
permisivos consigo mismo. ¿También esto nos hace la vida más excitante?
El
caso es que la Europa política no puede con la Europa económica, y la
política no puede con la economía: libre en teoría ésta, pero embridada
por el dirigismo de lobyys, de bancos y de redes mafiosas revestidas de
solemnidad. Lo mismo: ¿es esto divertido?
Si,
como dice el papa, "la vida sin problemas es aburrida", lo cierto es
que la vida en general y la vida política en particular, con incontables
problemas insolubles o sin salida, son precisamente las causas que
desencadenan la decadencia de una sociedad o una civilización entera, y a
menudo desgraciadamente las guerras. Tenga todo esto, por favor, un
poco en cuenta Su Santidad, habida cuenta la sencillez y sensatez que,
usualmente, le hacen santo, sabio y grande.
DdA, XII/3082
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