Lazarillo
Casi todos los medios, salvo los
adscritos ideológica y mercantilmente al partido en el Gobierno,
se han hecho eco de la incultura ortográfica del juez Enrique López a propósito
de un escrito suscrito por el mismo en el que se negaba a abstenerse en el llamado Caso Gürtel, de
corrupta memoria. Se observará que si se consulta el texto [hágalo aquí, en PDF, con los errores señalados] se observarán hasta
cincuenta, entre erratas y faltas de ortografía. Se trata, como se sabe, de un
juez que pese a su relación
con el PP nos quiere garantizar su independencia sin ningún tipo de reparo. Este
Lazarillo se pregunta, a la vista de la decadente deriva cultural -aparte la moral- de la clase
política desde los lejanos años de la Transición y la pobre y torpe capacidad
de expresión de muchos señores diputados y senadores, cuántos de entre ellos serían
capaces de redactar un escrito con total corrección gramatical y soltura redaccional. Cuentan los cronistas
que lo vivieron que entre los diputados de la segunda República no había
papeles en el atril de la tribuna y que muchos de los políticos de entonces
hablaban con una precisión y dominio de la palabra que era pefectamente trascribible al papel, con la puntuación perfectamente marcada en cada pausa. O sea que no sólo se ha perdido ética en los tiempos corrientes, sino también gramática. Y no de la parda, que sobra.
DdA, XII/3082
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