Hartas de
la ausencia total de sensibilidad del gobierno del Partido Popular con
este asunto que debería ser un asunto de Estado
Ana Taboada
Hoy nuevamente es un día triste, estamos hartas de los feminicidios, de
la ausencia total de sensibilidad del gobierno del partido popular con
este asunto que debería ser un asunto de Estado. Un verano oscuro para
olvidar, y que merece que los poderes públicos intervengan con la mayor
contundencia para atajar la violencia contra las mujeres. Educación,
mucha educación, facilidades y cercanía para denunciar, e implicación de
todos los agentes y ciudadanía.La Ley de Reforma de la Administración Local (Ley
27/2013) aprobada en exclusiva por el Partido Popular consideró impropias del ámbito municipal las funciones que tanto los Ayuntamientos como las Entidades Locales menores venían desarrollando en materia de igualdad y violencia de género.
La destrucción paulatina de la red de recursos para la igualdad, la apuesta por la privatización de los servicios públicos municipales, así como el uso clientelar de las subvenciones públicas a asociaciones contra la violencia de género vinculadas no tanto a resultados o indicadores objetivos sino a su afinidad ideológica con el Partido Popular muestran el nulo interés que ha tenido.. Un verano oscuro para olvidar, y que merece que los poderes públicos intervengan con la mayor contundencia para atajar la violencia contra las mujeres. Educación, mucha educación, facilidades y cercanía para denunciar, e implicación de todos los agentes y ciudadanía. La Ley de Reforma de la Administración Local (Ley 27/2013) aprobada en exclusiva por el Partido Popular consideró impropias del ámbito municipal las funciones que tanto los Ayuntamientos como las Entidades Locales menores venían desarrollando en materia de igualdad y violencia de género.
La destrucción paulatina de la red de recursos para la igualdad, la apuesta por la privatización de los servicios públicos municipales, así como el uso clientelar de las subvenciones públicas a asociaciones contra la violencia de género vinculadas no tanto a resultados o indicadores objetivos sino a su afinidad ideológica con el Partido Popular muestran el nulo interés que ha tenido.
TERRORISMO MACHISTA
Beatriz Gimeno*
27/2013) aprobada en exclusiva por el Partido Popular consideró impropias del ámbito municipal las funciones que tanto los Ayuntamientos como las Entidades Locales menores venían desarrollando en materia de igualdad y violencia de género.
La destrucción paulatina de la red de recursos para la igualdad, la apuesta por la privatización de los servicios públicos municipales, así como el uso clientelar de las subvenciones públicas a asociaciones contra la violencia de género vinculadas no tanto a resultados o indicadores objetivos sino a su afinidad ideológica con el Partido Popular muestran el nulo interés que ha tenido.. Un verano oscuro para olvidar, y que merece que los poderes públicos intervengan con la mayor contundencia para atajar la violencia contra las mujeres. Educación, mucha educación, facilidades y cercanía para denunciar, e implicación de todos los agentes y ciudadanía. La Ley de Reforma de la Administración Local (Ley 27/2013) aprobada en exclusiva por el Partido Popular consideró impropias del ámbito municipal las funciones que tanto los Ayuntamientos como las Entidades Locales menores venían desarrollando en materia de igualdad y violencia de género.
La destrucción paulatina de la red de recursos para la igualdad, la apuesta por la privatización de los servicios públicos municipales, así como el uso clientelar de las subvenciones públicas a asociaciones contra la violencia de género vinculadas no tanto a resultados o indicadores objetivos sino a su afinidad ideológica con el Partido Popular muestran el nulo interés que ha tenido.
TERRORISMO MACHISTA
Beatriz Gimeno*
El verano de 2015 se recordará en el Reino de España porque cada
tres días se produjo una víctima mortal de la violencia de género. 32
mujeres han sido asesinadas en lo que va de año. Según una reciente encuesta, el 13% de todas las mujeres sufren violencia física grave durante su vida, de las cuales 2,9% en los últimos doce meses.
Si
entendemos que, por lo general, llamamos terrorismo al intento de
imponer una idea política por medio del terror y del uso de la
violencia, entonces podemos llamar terrorismo machista a la violencia de
género, aunque en este caso no se busque revertir una situación, sino
perpetuarla. Históricamente, el sistema patriarcal ha minusvalorado,
cuando no alentado, la violencia contra las mujeres de manera que la
violencia usada contra unas pocas sirviera como amenaza y correctivo
para todas. Todo sistema de dominación, y el patriarcado lo es, tiene
que usar la violencia para imponerse y luego para mantenerse, aunque esa
violencia no sea utilizada masivamente. Basta con que ocurra de vez en
cuando, basta la mera amenaza para que todas las víctimas potenciales
sepan que es mejor no rebelarse. Históricamente esto no admite discusión
posible. El asesinato o la violencia contra las mujeres por el hecho de
ser mujeres –es decir, por el hecho de no ajustarse a lo que, como
mujeres, se espera de ellas, ya sea lo que la sociedad espera de ellas o
lo que un hombre cualquiera espera o desea-, no ha estado penada o
mucho menos penada que la situación contraria. Eso quiere decir que este
tipo de violencia estaba permitida, alentada como correctivo o
socialmente legitimada, aun cuando existiera una pena formal. Aun ahora
esto sigue ocurriendo en muchos países. En aquellos países en los que la
igualdad formal es un hecho y el reproche penal por matar a un hombre o
a una mujer es el mismo, aun en estos casos, la legitimación cultural
se sigue dando en el caso de los asesinatos machistas.
Culturalmente sigue muy presente la idea de que los hombres tienen
ciertos derechos (o muchos) sobre las mujeres con las que se relacionan
sexual y afectivamente, y esto redunda en cierta tolerancia social
cuando el asesino en cuestión no puede soportar el hecho de que “su”
mujer le hace saber que no le pertenece. Tolerancia social a la que se
une –o que fomenta- la tolerancia institucional y política, así como el
relato que se sigue haciendo desde los medios de comunicación: la mató
porque la quería, la mató por celos, la mató porque ella hizo algo que
no debía o, simplemente, porque estaba loco. Lo cierto es que la mató
porque él creía –el sistema le había hecho creer- que estaba legitimado
para matarla, que tenía derecho a matarla; la mató porque ella, con su
comportamiento, había dañado su sentido de la masculinidad. El sistema
enseña a los hombres (las encuestas con los jóvenes dan cuenta de ello)
que la masculinidad depende del comportamiento de las mujeres con las
que se relacionan, especialmente de aquellas sobre las que han adquirido
ciertos derechos; luego son las mujeres con su comportamiento las que
desatan la violencia en algunos hombres.
Así pues, en realidad, ellos matan por una determinada idea política.
El machismo es, también, una idea política o más bien, un sistema de
ideas de representaciones, de sentimientos, de normas culturales, de
mandatos simbólicos…un sistema ideológico en definitiva. Uno que
sostiene que hombres y mujeres no somos iguales, que las mujeres tienen
que hacerse cargo de determinados roles, de determinados
comportamientos, y los hombres de otros. Y, entre estos, la idea que
genera más violencia es aquella que hace creer a los hombres que las
mujeres, algunas mujeres, les pertenecen y que, por tanto, tienen
derecho a exigirles determinados comportamientos, incluso determinados
sentimientos. Esa es una idea política. Los asesinos matan porque están
convencidos de que esta idea es cierta y que, por tanto, les ampara
cierta legitimidad moral. Ellos están en lo cierto, ellos tienen razón,
ellos son las víctimas; ellas son las que han provocado la situación que
les ha conducido a ellos a la violencia, a perder los nervios, a la
furia. Ellos matan para restablecer el orden, para poner en orden su
mundo, un mundo que ella, la culpable, amenaza con subvertir: no le
muestra respeto, se ha ido con otro, se ha reído de él, le ha dejado en
ridículo, le ha traicionado etc.
Esta idea, por supuesto, no crece en el vacío; ellos no están locos,
no son maniáticos o psicópatas. La idea que les lleva a matar está muy
extendida y tiene muchos defensores; en ese sentido ellos son normales.
No son muchos los hombres que matan, afortunadamente, pero son bastantes
más los que sin matar ni defender el asesinato, sienten que sí, que
ella no merecía morir seguramente pero que tanta feminista conduce a
algunos hombres a hacer locuras. Son todos esos que sostienen que dicha
violencia se acabaría si las mujeres fueran como deben ser; es decir,
son esos que cuando asesinan a una mujer en lugar de sentir dolor por la
víctima sienten cierta solidaridad con la situación que ha conducido al
asesino al crimen; son los que en lugar de empatizar con la víctima
inundan las redes culpando de la situación no al asesino ni a la idea
machista, sino a quienes intentan acabar con el machismo; son todos esos
que cada vez que un machista asesina a una mujer sacan a relucir las
muertes por tráfico, los asesinatos en los conflictos bélicos o los
malos tratos a los ancianos.
Son cómplices también esos medios de comunicación que insisten en
decir que “una mujer muere” en lugar de decir que “otra mujer es
asesinada”, o que hablan de violencia doméstica en lugar de hablar de
violencia machista o de género. Son cómplices todos los que se empeñan
en explicar que los asesinos son psicópatas en lugar de entender que
dichos individuos son personas normales, bien adaptadas, que quieren a
sus padres y a sus perros, pero que no soportan que su mujer elija irse
con otro o que le deje sin más. Son cómplices también las instituciones y
los gobiernos que en lugar de considerar que la ideología machista está
provocando el asesinato de miles de mujeres consideran que dichos
asesinatos se deben a la mala suerte, a que hay mucho loco suelto, o
que, en todo caso, son cosas que pasan; que basta con detener al asesino
de turno y juzgarle adecuadamente.
La lucha feminista ha conseguido que una buena parte de la sociedad y
de su clase política lo entienda y lo comparta: que los asesinos matan
porque son machistas; que el machismo mata, además de ser injusto e
incompatible con la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, una
parte de la derecha y los sectores más conservadores, no es que no lo
entiendan, es que se niegan a considerar al machismo culpable de estos
crímenes. Aunque no lo digan con estas palabras, porque la palabra
“machista” está mal vista, lo cierto es que su idea de sociedad no
combate la desigualdad sexual, sino que está basada en ella. Por eso la
derecha y la iglesia –además de todos los machistas, por supuesto- se
suelen oponer con todas sus fuerzas a cualquier intento de combatir el
machismo en la escuela, ya sea mediante Educación para la Ciudadanía en
España o una asignatura contra la desigualdad de género en Francia. O la
introducción de Agentes de Igualdad en la escuela, como acaba de
proponer la diputada de Podemos en Valencia, Cristina Cabedo (y como
queremos proponer también en Madrid) Los machistas (personas e
instituciones) piensan que la desigualdad de género es normal y se
niegan a vincularla con la violencia. Nosotras decimos que ya basta; que
exigimos de esta sociedad que combata el terrorismo machista y la
ideología que lo sustenta.
El 7 de noviembre las feministas hemos convocado una gran
manifestación en Madrid contra la violencia machista. Para que se
considere un asunto de estado y se le dé la máxima importancia, para que
las instituciones hagan todo lo necesario para combatirla, para que los
medios la traten como lo que es y no contribuyan a dulcificarla, para
que los asesinos machistas sean considerados por todos y por todas lo
que son: asesinos al servicio de una idea perversa que hay que combatir y
erradicar. Basta ya. El 7 de noviembre la sociedad entera a la calle;
exigimos apoyo de todos los partidos políticos y de todas las
instituciones; exigimos que esta manifestación sea considerada tan
importante como aquellas otras en las que se pedía el fin de otros
terrorismos. Ya basta.
* La autora, Beatriz Gimeno, es feminista, fue presidenta de la
FELGTB de 2003 a 2007 y actualmente es diputada en la Asamblea de Madrid
de Podemos.
DdA, XII/3058
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