Jaime Poncela
Han descubierto hielo en Plutón. Al menos podremos tomarnos un
güisqui en el otro extremo del sistema solar, lejos de tanto hijoputa,
armados solo con nuestra petaca de escocés, nuestra escafandra y nuestro
librito de poemas, o de prosas. Y una guitarra. Me valen Krahe, Serrat,
Mendoza, Millás, Mercedes Sosa, algo de Mahler, de Juan Perro y de Los
Locos. Todos allí, en Plutón. A salvo de hijos de perra, de traficantes
de penas, de violadores, golpistas y estafadores. Plutón será desde
ahora mi tierra prometida. Poco sol, tiempo fresco y hielo en
abundancia. Igual me llevo también al perro, para que corra a sus anchas
y pueda cagar y mear sin problemas de civismo que resolver. Seré un
pionero que, ahora o veo, es lo que siempre quise ser. Seré por fin un
adelantado después de tantos años de que me traten como a un retrasado.
Me voy a Plutón en una nave estelar, en una nave a estrenar. A ver
las estrellas y a tomarme un güisqui con la nada; a tirar de la cadena
de los agujeros negros, a jugar a ser el Principito en su propio
planeta; a darle un corte de mangas a toda la relatividad, al tiempo y
al espacio, y también a la especie, a la mía, esta que vino del mono y
va hacia la rata, la que tira niños a los contenedores, la que inventa
los santos y condena a las putas, la que revienta países, maltrata a los
sabios y premia a los idiotas.
Y allí en Plutón no habrá corridas de toros, ni sanfermines, ni
sermones de Podemos, ni mentiras parlamentarias, ni problemas de
erección (la gravedad), ni razones de estado, ni hipsters, ni fachas, ni
progres, ni mangantes con escaño, ni la Troika, ni el paro, ni otro rey
que no sea el de copas o el del ajedrez porque igual me llevo también
una baraja y un tablero para hacer solitarios o retar al perro que tiene
algo de ruso pre soviético y trabaja muy bien el jaque pastor (alemán).
Hay hielo en Plutón y esta es la mejor noticia que nos han dado en
meses porque, a una mala, lo mismo Alsa pone un servicio con paradas y
terminamos por juntarnos allí los de siempre, los hartos de estar
hartos, a tomarnos unas copas a la salud del Universo que nos estará
mirando, y pasear animados entre dunas y cráteres, alumbrados por
supernovas y algunas amigas supermonas que sumarán a la expedición para
que ese paraíso desértico y estelar sea una belleza redonda y completa,
un placer esférico y astral sin extradición a cuyas costas llegaremos en
nuestras pateras que quemaremos en una hoguera que algún astrónomo
terrícola verá en su telescopio y tomará por un signo de vida
inteligente en Plutón. La nuestra.
Artículos de Saldo DdA, XII/3029
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