Miguel Mora
La máquina del fango es como una trituradora de papel. Pero con
personas. La tuneladora política no distingue matices, no se aviene a
razones, no tiene en cuenta explicaciones ni contextos. Todo lo que
entra en la máquina del fango, ya sea verdad, media verdad o un tercio
de verdad, sale hecho trizas. Es una máquina de guerra, y en España
sabemos bien cómo se usa. Lo vimos el 11-M, el día del peor atentado de
la historia del país. Afirmaron que había sido ETA. El presidente del
Gobierno engañó a los directores de periódicos y a los embajadores.
Estuvieron dos años insistiendo.
La cosa salió mal aquella vez. Pero la estrategia sigue siendo la
misma. Ahora, es el Régimen del 78 el que lucha por su supervivencia.
Las empresas reguladas, sus medios y sus televisiones públicas y
privadas. El nuevo brazo político del IBEX, Ciudadanos, incorporado al
equipo en cuestión de meses para compensar el desgaste del bipartidismo.
El PSOE, que ha tenido que aliviar su pésimo resultado electoral
pactando con las plataformas ciudadanas. Y en cabeza de la
manifestación, el PP, que todavía controla los engranajes de la
máquina.
Poco después de que se hiciera oficial el asalto por confluencia a
los ayuntamientos, mientras miles de personas festejaban el histórico
cambio en las calles, la máquina de abrasar adversarios echaba a andar.
Cuando nadie sabía quién era el nuevo concejal de Cultura de Madrid,
algunos medios digitales elevaron una cerilla apagada hace cuatro años a
la condición de incendio en grandes titulares y crearon la onda
expansiva.
Un par de chistes ofensivos y estúpidos, citados por Guillermo Zapata
en enero de 2011 y sacados de contexto, ocuparon enorme espacio en las
portadas “de referencia”, minimizando así desde el minuto uno el relieve
de una jornada festiva --la primera en mucho tiempo--, que había
suscitado la máxima atención de la prensa mundial.
En cuanto el PP pulsó el botón rojo, la prensa afín apretó el botón
amarillo y el ignoto Zapata se convirtió en un moribundo. Y enseguida,
en un cadáver político. Antes siquiera de haber llegado a su nuevo
cargo. Y pese a haber pedido perdón a las víctimas a las que había
ofendido.
Aguirre lideró la montería; con el colmillo afilado, exigió a la
alcaldesa que cesara al concejal, so pena de ser “cómplice de sus
barbaridades”. La obsesión de La Berluscona, acabar como sea con los
comunistas neonazis, se ha convertido en la doctrina del PP, de los
medios que financia o controla (al menos un 90% del total) y de la
legión de tuiteros que les da voz en las redes.
Irónicamente, o no, la ola ha llegado también al PSOE, que se ha
sumado con una celeridad propia de un atentado terrorista a la condena y
a la exigencia de dimisión de sus nuevos aliados. Primero de Zapata,
cosa natural. Y después del nuevo objetivo, Rita Maestre, procesada por
un presunto delito contra la libertad de conciencia, los sentimientos
religiosos y el respeto a los difuntos, por haber participado hace
cuatro años en una protesta en la capilla de la Complutense. El fiscal
había pedido el 13 de junio de 2013 un año de cárcel para la portavoz de
Carmena. Un teletipo de Europa Press, agencia cercana al Opus Dei,
resucitó la noticia el 16 de junio de 2015, haciéndola parecer nueva...
Pensemos por un momento en el clima de odio y vendetta que
ha generado la imprevista llegada de Carmena y sus concejales al
ayuntamiento. Recordemos la sonrisa de la exjueza y el rostro
desencajado de Aguirre y Botella durante la toma de posesión. El
escarnio público sufrido por la condesa de Bornos al proponer la
coalición PP-PSOE-Ciudadanos. Los 20 millones de euros invertidos por el
partido de la Gürtel y la Púnica en la campaña. El compromiso de la ya
expresidenta del PP madrileño --¿objetivo Moncloa?-- con los
constructores más conspicuos para sacar adelante los pelotazos
urbanísticos pendientes.
Imaginemos ahora a un batallón de becarios de empresas especializadas
en el rastreo de Internet –-uno de esos empresarios está imputado en la
Operación Púnica--, buscando una por una en las fosas sépticas de las
cuentas de Twitter y Facebook de 19 concejales, muchos de ellos jóvenes,
casi todos con un bagaje de activismo durante el 15-M, hijos de la Gran
Depresión y del paro.
No es difícil adivinar la alegría, el alivio al encontrar la pepita de oro entre los 50.000 tuits de Zapata.
--Aquí está. Este gilipollas con barba hizo una vez un chiste sobre
los judíos. ¡Y otro sobre Irene Villa y el crimen de Alcácer! ¡Lo
tenemos!
Durante 48 horas, nadie habló de las medidas tomadas por Carmena en
su primera junta. De la felicidad de la gente que salió a festejar la
victoria en las Vistillas. De la derrota del PP, que solo gracias al
apoyo de Ciudadanos fue capaz de mantener la mitad de las 34 ciudades en
las que gobernaba.
La misma estrategia, la misma maquinaria, los mismos periodistas del
11M y otros nuevos –deudas obligan— se sumaron con entusiasmo unánime a
la algarada. Esta vez, con final feliz. Zapata renunció a la concejalía
de Cultura, como era su deber. Aunque no sea racista ni xenófobo, desde
luego fue un bocazas, y las víctimas siempre son lo primero. Pero nadie
habría salido indemne de un tsunami tan feroz como ese.
El método de la máquina del fango es muy viejo: consiste en rebuscar
de forma sistemática en el infinito historial de frases dichas o
reproducidas por una persona, o en sus actividades privadas, y en
utilizar luego los hallazgos con fines políticos: la aniquilación
mediática, judicial, fiscal o política del adversario. Se trata de un
método de estirpe fascista y estalinista. Temible e ilegítimo cuando es
alentado o utilizado, como en este caso, desde y por el poder. Una cosa
es el escrutinio y las investigaciones de la prensa libre sobre las
actividades de un individuo o un político. Otra, la organización
sistemática y premeditada de un barrido colectivo de gustos, aficiones y
comentarios, y el posterior montaje de una cacería alevosa, construida
desde el doble rasero, predicada desde púlpitos nada inocentes ni libres
de pecados semejantes, o aun peores.
Pero si el resultado de esta persecución es elevar el nivel de
exigencia y de rendición de cuentas de todos los políticos por igual,
bienvenido sea el affaire Zapata. En ese caso, parecería
incluso razonable que el concejal abandone su acta de concejal. Aunque
entonces ya no valdría el doble rasero. Si situamos ahí el listón, lo
hacemos de verdad. ¿Jugamos a desterrar de la política a quienes apoyan o
han apoyado a asesinos? Todos estaríamos de acuerdo en eso. Pero
entonces el PP debería renunciar en bloque a todos sus cargos públicos,
ya que nunca ha condenado oficialmente el franquismo, una dictadura
golpista y criminal, que asesinó y fusiló a miles de personas y colaboró
de facto en los crímenes contra la Humanidad cometidos por el nazismo.
El caso Zapata revela la hipocresía de los inquisidores y confirma
que nadie está a salvo de la máquina del fango. Los simpatizantes y
militantes del cambio deberían ser muy prudentes y evitar toda traza de
‘bocachanclismo’, chistes insensibles y torpezas verbales o escritas; en
resumen, deberán cuidar y limitar su libertad de expresión y blindar su
vida privada. Ahora están en el poder y en las instituciones, pero el
sistema los considera a todos sospechosos potenciales. No sería mala
idea que cancelen sus cuentas personales de Twitter y FB y abran otras
nuevas.
La persecución no ha hecho más que empezar, y se trata de una caza de
brujas muy profesional. La concentración de poder mediático diseñada
por el Gobierno del PP con la ayuda de los bancos ha demostrado que un
comentario imbécil proferido hace años puede llegar a ser más relevante
que la corrupción del sistema, que las políticas que han situado a un
tercio de los menores españoles bajo el umbral de la pobreza, o que la
nominación de Enrique López, un juez afín al PP, para juzgar el primer
faldón de la Gürtel.
La derecha siempre ha tenido la habilidad y la capacidad económica de
marcar la agenda. Es el famoso elefante de Lakoff, el marco de
referencia. Sin medios realmente independientes, el poder asustado hace y
deshace a su antojo. Dicta portadas y titulares. Sugiere argumentarios y
editoriales. Decide campañas, tiempos, tonos. Moviliza fiscales,
inspectores de Hacienda, submarinos...
Lo inquietante es que cualquiera de ustedes, cualquiera de nosotros
puede ser objeto de una búsqueda, una cacería, un asesinato de carácter o
una lapidación exprés. Como decía alguien el otro día, en España es
mucho más peligroso tener una cuenta de Twitter que una cuenta en Suiza.
Los políticos y los amorales que han acabado con la decencia,
paralizado la redistribución, secuestrado la cultura y la memoria
histórica, amordazado a la prensa independiente y maltratado el Estado
de bienestar quieren seguir al mando como sea.
Y en unos días tendrán nuevas herramientas a su disposición. El 1 de
julio, entrará en vigor la Ley Mordaza, que ha sido calificada por The New York Times como una ley que "nos remonta de forma inquietante a los oscuros días del régimen de Franco".
Abróchense los cinturones. Bromas, poquitas. Y no se olviden de borrar las cookies.
ARTÍCULO MUY RECOMENDABLE EN "CUARTO PODER":
Lo malo no son los chistes negros, ni siquiera los chistes de mal gusto y
ni siquiera los chistes malos. Lo malo es haber convertido la realidad
en un chiste negro de mal gusto y muy malo. Y yo diría que eso es lo que
hacen a diario los políticos y los periódicos que hoy están clamando
tan rabiosamente contra Guillermo Zapata. Lo más repugnante de todo cuanto se ha publicado, como es habitual, es el editorial de El País,
‘Fuera de contexto’, en el que se alinea a Zapata con las SS nazis y el
fascismo juvenil. Es curioso, realmente los derroteros por los que
transita la facultad de juzgar son misteriosos. Yo veo todo exactamente
al revés. Conozco a Guillermo Zapata: es un luchador antirracista y
antifascista incansable de esos a los que se tilda siempre de
antisistema. Se suele llamar así, en efecto, a los que han decidido
luchar con todas sus fuerzas contra un sistema económico que, en
palabras del relator de la ONU, Jean Ziegler, consiste
en un permanente genocidio estructural que se reproduce a diario ante la
conciencia indiferente de nuestra trivial cotidianeidad. Periódicos
como El País o El Mundo son los guardianes de esa abyecta normalidad.
CTXT DdA, XII/30302
3 comentarios:
Un artículo de gran lucidez.
COMUNICADO
Tras las elecciones municipales y autonómicas llevadas a cabo recientemente, se han abierto unas expectativas inusitadas hasta la fecha ante la espectacular irrupción en el mapa político de fuerzas casi desconocidas hasta hace poco más de un año, Podemos ( con diversas marcas ) y Ciudadanos, que han tomado auge ofreciendo medidas mágicas que solucionen la acuciante necesidad de amplias capas de la sociedad, sometidas
sin reparos a la maquinaria explotadora española.
Por otro lado, la derecha neofascista, representada principalmente en el Bipartido ( pp-psoe ) ha sufrido un serio varapalo en las urnas, extremo reconocido sobre todo por los dirigentes del pp, y no tanto, o directamente negado, por parte de los secuaces del psoe, que únicamente sacan pecho y afirman cínicamente que han ganado.
Es obvio que el fascismo español es cada vez más una bestia herida, que se agarra al poder a pesar de los serios correctivos que recibe en las urnas.
El pp está en plena crisis, y el psoe cree ser el centro de todas las miradas, y sus mandamases se frotan las manos pensando en futuros pactos que les mantengan en sus puestos de privilegio.
De los partidos emergentes, se pueden sacar distintas conclusiones sobre aspectos relevantes de su ideario.
De la formación autodenominada ciudadanos, que procede de una escisión del pp en Catalunya, poco o nada podemos esperar de positivo. No son más que una prolongación maquillada del pp, su marca blanca, una especie de lobo con piel de cordero.
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