Félix Población
Posiblemente tendría que remontarme muy atrás para
llegar al grado de conmoción que ha tenido para muchos televidentes la entrevista difundida
ayer por Jordi Évole con el exactivista de ETA Iñaki Rekarte. Luego de más de
veinte años en la cárcel por los crímenes cometidos, Rekarte le confiesa al
periodista su arrepentimiento, al tiempo que despoja de oropeles heroicos la
lucha armada de la organización -así como los homenajes a los terroristas a su regreso de las cárceles- con un titular que no admite matices: “La
violencia de ETA sólo ha servido para dejar a tres generaciones con mucha
mierda encima”.
Quien dijo esto ayer a Évole fue responsable de un atentado con
coche bomba en Santander en 1992, que se saldó con la muerte de tres personas.
Rekarte rompió con la disciplina de ETA
estando en la cárcel, pidió perdón a las víctimas y condenó la violencia de la
organización, que le considera un traidor. Entre las preguntas del periodista
no podía faltar, por lo tanto, la que cabe formular siempre que ese calificativo suena en la
voz de quienes lo han pronunciado. ¿Teme Rekarte por su vida a consecuencia de sus declaraciones? Nadie olvida el caso de Yoyes (Dolores González Cataraín),, asesinada por sus excompañeros.
Ayer nos dio la
impresión de que, por encima de ese temor y no siendo las circunstancias ahora las mismas que se dieron en el caso de Yoyes, lo más urgente y necesario para Rekarte era confesar
sus sentimientos e ideas públicamente, tal como lo hizo en el programa de Évole. No sabemos qué habrá experimentado su
conciencia al hacerlo, pero estoy seguro de que la mujer a la que ETA mató a su
marido y en cuyo portal –según contó el propio Iñaki- todavía aparecen pintadas
las dianas de la amenaza, le habrá agradecido mucho esa frase: “La violencia de ETA sólo ha
servido para dejar a tres generaciones con mucha mierda encima”.
Falta saber cómo se irá diluyendo con el tiempo el poso de esa mierda en las generaciones futuras y hasta qué punto la necesidad insoslayable de convivencia se irá imponiendo a la tempestad fomentada por aquellos años de plomo -anteriores al ingreso del jovencísimo jardinero Rekarte en la organización- en que ETA sembró de miedo y muerte la intrahistoria del País Vasco. Ni él mismo supo explicarnos por qué pasó un día, con dieciocho años, de plantar flores a poner bombas.
DdA, XII/3000
No hay comentarios:
Publicar un comentario