Félix Población
Tengo muchas ganas de escuchar la entrevista que mantendrán
Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero en el magnífico programa semanal Otra vuelta de
tuerka, que dirige y presenta el primero todos los domingos. Sé que en la interviú va a primar ante todo la amistad que se profesan y espero que también -en la medida de lo posible-
el ánimo de lograr la máxima transparencia y credibilidad a cuanto en la misma se exponga y en concordancia con la lealtad del vínculo que les une.
Será, por lo tanto, una conversación larga, profunda y constructiva, emitida en el transcurso de la campaña electoral recién
abierta y después de que las últimas encuestas -cocinadas o no por el CIS en
comandita con el PP/PSOE- hayan dejado a Podemos a unos escasos tres puntos de
ventaja sobre Ciudadanos, que sube y sube sin cesar, sin que ninguno de los dos partidos mayoritarios sienta el más mínimo temor o animadversión ante tal prodigio y hacia tal partido. A lo mejor es que son sus iguales.
Por celebrarse la entrevista después de la dimisión de Monedero y muy pocas semanas
antes de los comicios, todos deberíamos estar de acuerdo a la hora de valorar esta
interviú no sólo como algo necesario y provechoso para su partido, sino como un
manifiesto afán de transparencia, sin precedentes en cualquier otro partido
político.
Obviamente, no habrá en la charla una reproducción de lo que Iglesias y Monedero
debatieron en privado a propósito de la dimisión del segundo, pero estoy
convencido de que el secretario general no evitará plantear las cuestiones que
a muchos nos interesa saber acerca de ese tema. Es decir, que la entrevista, propiciada
sin duda por la dimisión, tratará de indagar en la misma, sabedores ambos de
que ahí reside la clave de su interés.
Solo si el tratamiento de esta cuestión
se acomete a calzón quitado, el resultado será satisfactorio, tanto mediática
como políticamente. Y de paso, se dará una nueva lección a otro partido
que, cuando aguardaba las mieles de su primera victoria electoral,
dejó a tantos valiosos militantes al margen para llenarse de trepas y
oportunistas. Porque este país, los partidos que sufrimos y también la gente que los nutre sufren de antiguo el contagio de esa especie, que se cuela y lo pudre todo -también las promesas y los programas- hasta el punto que soportamos. No estaría mal una pregunta, en la conversación del domingo, al respecto de la casta en que derivan esos males.
DdA, XII/2998
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