Ahondar en políticas que
promueven la autonomía individual, debiera ser un objetivo tanto para
las formaciones que irrumpen con el marchamo progresista, como para las
que afirman haber comprendido la exigencia de regeneración que
reclamamos.
Luis Montes
Desde el final de la dictadura franquista no habíamos vivido una
situación política tan apasionante, tan llena de posibilidades ni tan
estimulante, como la que encaramos este año cargado de citas
electorales. Tal y como presagiaron las europeas de 2014, asistimos a la
ruptura con el modelo de alternancia bipartidista que, surgido de la
transición, ha terminado derivando en una corrupción orgánica y
sistémica que ya no es posible ocultar por más tiempo.
Para
sorpresa de algunos, que parecen trabajar con esa intención, la
ciudadanía no ha reaccionado con la inhibición resignada y la
desafección, sino que ha decidido cambiar las reglas de juego y dar
entrada en el panorama a opciones nuevas que les representen mejor que
los viejos actores. Lo que está ocurriendo en Andalucía demuestra a las
claras que las cosas ya no volverán a ser iguales. Se abre un nuevo
tiempo en que los partidos tradicionales, además de limpiar sus
sentinas, se verán obligados a hacer política. Esto es, a practicar la
suma en lugar de la división, a buscar lo que une más que lo que
diferencia, y a aunar fuerzas para cambiar la realidad y no sólo
administrarla. Pero además, el cambio de praxis requerirá la revisión,
el cuestionamiento, y alguna que otra reformulación, de los principios
sustantivos de cada formación.
Todo parece indicar que ya no será
posible para algunos rechazar, para no dar un éxito al partido menor que
las propone, propuestas que no sólo figuraron alguna vez en el propio
programa sino que deberían formar parte de su identidad. Y ello así,
porque perdidas las hegemonías, se ha hecho imprescindible la
negociación y el intercambio de apoyos. La coartada de la falta de
consenso unánime para eludir retos legislativos parece estar a punto de
desmoronarse. De la necesidad habrá que hacer virtud.
Lo mejor de
este nuevo escenario político es que será preciso trabajarse las
mayorías después de las urnas, y la negociación pondrá en valor las
hasta ahora olvidadas propuestas de profundización democrática y de las
libertades individuales, como el reconocimiento de la disponibilidad de
la propia vida; una reivindicación que no podrá ya seguir siendo
suplantada con leyes de muerte digna ineficaces para conseguir
ni tan siquiera una muerte sin sufrimiento. Mucho menos, una muerte que
respete y asegure realmente la dignidad de la persona.
Desde
luego, no se me oculta que no es el marco de las próximas elecciones
locales y autonómicas el indicado para reivindicar el reconocimiento de
la vida como una propiedad individual, evaluable y renunciable. Al
menos, mientras los parlamentos autonómicos sigan renunciando a la
iniciativa legislativa que les reconoce el artículo 87.2 de la
Constitución.
Mientras llega ese momento de la reivindicación de máximos, desde la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (AFDMD) hemos hecho llegar a todas las formaciones que concurren a las inminentes elecciones, el que consideramos un programa de mínimos para avanzar realmente en el reconocimiento de la autonomía personal: el cumplimiento de las leyes en vigor y el respeto a los derechos existentes.
Mientras llega ese momento de la reivindicación de máximos, desde la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (AFDMD) hemos hecho llegar a todas las formaciones que concurren a las inminentes elecciones, el que consideramos un programa de mínimos para avanzar realmente en el reconocimiento de la autonomía personal: el cumplimiento de las leyes en vigor y el respeto a los derechos existentes.
Y es que de poco sirven las leyes si no tienen detrás
la voluntad política de hacerlas cumplir. La población, y lo que es más
grave, muchos profesionales sanitarios, desconocen todavía hoy derechos
que, como en el caso de los reconocidos por la Ley General de Sanidad,
tienen ya 30 años de antigüedad. Los dos partidos de la alternancia han
ignorado su obligación de velar por el cumplimiento de lo avanzado por
las leyes. Y lo han hecho en todos los ámbitos de gobierno: local,
autonómico y estatal.
Es el momento de poner al servicio de la ciudadanía los recursos locales y autonómicos con dos objetivos generales muy claros:
- Formación e información sobre la normativa en vigor tanto a pacientes como, sobre todo, a los profesionales sanitarios. Resulta incluso ofensivo que nuestros sanitarios estén obligados a conocer la normativa de prevención de incendios y no la ley que regula los derechos de los pacientes y sus correlativas obligaciones.
- Estimular los procesos de toma de control sobre la propia muerte. Muy especialmente en lo relativo a la expresión de Instrucciones Previas, más conocidas como Testamento Vital. El insignificante número de ellos registrado hasta la actualidad es el resultado de la falta de voluntad política; cuando no de un deliberado interés en su ocultación.
- Facilitar el conocimiento de este relevante instrumento y garantizar su eficacia, es contribuir al final del interesado tabú alrededor de la muerte. Facilitar su acceso, acercando el Registro a los y las ciudadanas en el ámbito municipal, es una obligación moral tanto de ayuntamientos como de gobiernos autonómicos.
Nuestras propuestas, destinadas a hacer realidad los deseos manifestados
por la ciudadanía en todas las encuestas realizadas, están sobre la
mesa de los partidos. Son medidas que no requieren modificar las leyes;
sólo la voluntad firme de que se cumplan las existentes.
Como saben
los responsables de los partidos en liza, la ciudadanía va a estar muy
atenta a las políticas emprendidas entre las inminentes elecciones y las
próximas a Cortes Generales. Ahondar en políticas como estas que
promueven la autonomía individual, debiera ser un objetivo tanto para
las formaciones que irrumpen con el marchamo progresista, como para las
que afirman haber comprendido la exigencia de regeneración que
reclamamos.
¡Que tinguem sort!
¡Que tinguem sort!
DdA, XII/3001
No hay comentarios:
Publicar un comentario