Félix Población
Ramón Espinar Merino, licenciado en Ciencia Política y Máster
 en Análisis Político por la Universidad Complutense, forma parte de la candidatura de Podemos "Madrid por el cambio", es habitual colaborador de diversos medios de comunicación digitales y asiduo tertuliano en varios canales de televisión. Durante un par de años trabajó en la Universidad Autónoma de Madrid como investigador 
especializado en Estudios Urbanos, especialmente sobre el desarrollo de 
Madrid durante el ciclo neoliberal. También pasó por oficios varios como teleoperador y camarero. Es uno de los
portavoces de Juventud Sin Futuro y ha participado en ATTAC, el Foro 
Social Mundial de Madrid, la plataforma Madrid en Transporte Público, la
 ILP por una Renta Básica de Ciudadanía, el movimiento estudiantil y la 
asociación Contrapoder. Últimamente, por ser hijo de Ramón Espinar Gallego, uno de los consejeros de Caja Madrid que hizo uso de las tarjetas opacas, fue acerbamente criticado en algunos medios de comunicación.  "Sobre este tema -me dice- he contestado ya y no tengo mucho más que añadir. Yo 
respondo de mis actos hasta las últimas consecuencias, pero no respondo 
de los de nadie más. Querer imputar a 
una persona la responsabilidad de los actos de otra es una mala 
estrategia: solo desprestigia a quien la pone en práctica".
-No parece que los resultados de Podemos en las pasadas elecciones andaluces hayan sido los que ustedes esperaban. ¿Es como para estar insatisfecho?
Yo no estoy nada satisfecho con el resultado. Es
 cierto que obtener casi el 15% de los votos y 15 escaños en Andalucía 
en las condiciones en que se han convocado las elecciones y no siendo 
uno de los territorios más favorables a Podemos es un éxito. La quiebra 
del bipartidismo se hace cada vez más evidente y florece un sistema de 
partidos que ya no responde a las características de las últimas 
décadas. Sin embargo, Podemos no puede
 ser un partido más que compite en las elecciones. Debemos ser una marea
 de ciudadanía que entre en las instituciones para llevarse por delante 
las políticas que han colocado lo de todos al servicio de intereses que 
no son los de la gente corriente. Para eso hay que ganar elecciones y 
gobernar. Y no ha sucedido. Un buen 
resultado electoral, pero un incumplimiento de nuestros objetivos, que 
son complicados de cumplir. Este país no nos necesita como una 
alternativa al voto al bipartidismo, nos necesita como fuerza de 
gobierno capaz de cambiar las cosas y favorecer el protagonismo 
ciudadano para una revolución democrática.
-¿Qué valoración hace del método y del recurso del PSOE de elegir al exministro Ángel Gabilondo como candidato a la Comunidad de Madrid?
En estas elecciones sucede una cosa simpática: todo el mundo dice que 
hace primarias. Luego nos damos cuenta de que no es cierto, pero todos 
los partidos reclaman para sí las primarias como método de elección de 
candidatos. Eso es una victoria, una de las muchas victorias, derivada 
del ciclo político de cambio que emergió el 15 de mayo de 2011: la 
victoria en política no se mide en números, sino en convertir en 
irreversible y transversal, en sentido común. En ese sentido, la 
profundización democrática ya es una victoria social que hay que 
convertir en políticas públicas. Lo haremos desde mayo. Gabilondo
 me merece el máximo respeto. Es un magnífico candidato para la vieja 
política y escogido con métodos muy viejos. Ya no sirve. En esta región 
la gente lleva décadas esperando que la izquierda deje de mirarse el 
ombligo y repartir prebendas para que se ponga a construir una 
alternativa al PP. Y no han sido capaces. Hoy Podemos es la alternativa de la gente que se ha cansado de esperar cosas de la política y ha decidido protagonizarla.
 
-¿Y de la elección de Esperanza Aguirre por parte de Mariano Rajoy? 
¿Tanto puede Aguirre en ese partido o tan pocas alternativa tenía el PP 
para esa candidatura? 
El PP de Madrid no es un partido, sino una confederación de intereses 
empresariales y tramas urbanísticas. En ese terreno Esperanza Aguirre se
 mueve como nadie. Hace décadas que reina entre los Bárcenas, López 
Viejo, Granados, González, Blesa y demás. La corrupción le rodea pero 
nunca le llega a salpicar. Aunque no 
tuviera ninguna responsabilidad jurídica en Gürtel, Púnica y el resto de
 tropelías, debería irse por responsabilidad política. Bajo su mandato 
como presidenta del PP de Madrid se han utilizado las instituciones como
 palanca para el saqueo de lo que pertenece a la ciudadanía. Hoy su 
proyecto está agotado, no hay más que ver los fiascos olímpicos o de 
Eurovegas, y salpicado de corrupción.
 
 -¿Es posible la unidad de la izquierda después de las elecciones y de 
cara a esa mayoría social, tal como desea Anguita? ¿Se puede perder 
Madrid por falta de esa unidad? 
La unidad de la izquierda es una cosa que solo le interesa a quienes 
son muy de izquierdas. A la gente le interesa la unidad popular y 
ciudadana, la de quienes se han cansado de esperar nada de la política y
 hoy la quieren protagonizar. La agenda
 que a mí me interesa es la de una democracia a la altura del siglo XXI,
 que reconozca los derechos sociales, garantice el derecho a la vida 
digna y apueste por la recuperación de la soberanía para la democracia. 
Si eso es de izquierdas, estupendo. Pero creo que hay muchísima gente 
que nunca ha sido de izquierdas y se siente interpelada por esa 
propuesta. Sería muy torpe echarles del proceso de cambio levantando 
puños, rosas, hoces y martillos. 
 
-Una vez dijo usted que había ido un tanto "acojonado" al principio a las tertulias 
televisivas, y al cabo se muestra como un correoso 
interviniente. ¿No se siente -ante ciertos tertulianos o ciertas tensiones
 y gritos durante el debate, como el que tuvo en Un tiempo nuevo- que 
forma parte de un espectáculo mediático antes que de un coloquio 
políticamente constructivo?
La
 televisión es el circo de nuestros días. Y es, a la vez, el terreno de 
juego en que se definen las opiniones políticas de la mayoría de la 
gente en nuestro país. Hay un equilibrio muy complicado de gestionar 
entre colar tu mensaje y construir discurso político en medios de ese 
tipo y no caer en el espectáculo que a menudo representa. Yo
 intento, como otros compañeros y compañeras que ejercen portavocías en 
medios de comunicación, mantener el máximo nivel de dignidad y 
educación. Pero también que no me callen ni me dejen fuera del debate. 
Ser joven y jugar en terreno rival siempre hace que, a menudo, sea 
necesario hacerse respetar algo más de lo que sería deseable. Pero tengo
 perfectamente claro que, cuando intervengo en televisión, no lo hago a 
título de tertuliano, sino como representante de un montón de gente que 
vive y sufre lo que denunciamos y apoya nuestras propuestas. Eso da alas
 para gestionar situaciones complicadas y una enorme responsabilidad 
para no caer en actitudes poco edificantes. Soy una persona muy 
responsabilizada con el trabajo de portavocía, que me parece que 
requiere un esfuerzo enorme para estar a la altura de quienes se 
identifican contigo. Y no es un trabajo que haga el portavoz: hay un 
montón de gente que se desvive en redes sociales, preparando 
argumentarios y acompañando. No se les ve, pero un porcentaje muy alto 
del resultado es siempre mérito suyo.
-¿Qué influencia va a tener a su juicio la gobernación de Syriza en 
Grecia de cara a los comicios de finales de año en España?
 Creo que poca, sinceramente. No recuerdo una sola vez en nuestra 
historia reciente en que se pusiera tanto esfuerzo comunicativo en hacer
 influir el resultado electoral en España a procesos que suceden en 
otros países. Es, de nuevo, una 
estrategia torpe. Yo le deseo lo mejor al gobierno de Syriza. Creo que 
tienen una papeleta complicadísima en un entorno tremendamente hostil a 
hacer políticas sensatas, como es la Unión Europea de la señora Merkel. 
Pero no creo que los resultados electorales en España vayan a depender 
de nada más que de nuestra capacidad para transmitir a los españoles 
que, además de encarnar un discurso social que ya se ha impuesto, 
Podemos está reclutando lo mejor de la sociedad civil para ponerlo al 
servicio de un gobierno para, por y desde la ciudadanía. Somos una fuerza de gobierno y vamos a estar a la altura de esa responsabilidad.
                                        DdA, XII/2960                                   

1 comentario:
Puede dañar ciertas sensibilidades ideológicas, pero el titular de Espinar tiene una lógica rotunda. Será la que marque el trayecto de las próximas consultas electorales. La vieja política ha muerto, pero para la nueva no sé si estaremos capaces.
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