Ignacio Ramonet
Simpática ave de la fauna amazónica, el tucano es bien conocido por su
espectacular pico de vistoso color. Pero también es el nombre de un
agresivo “pájaro de acero” fabricado por el constructor brasileño
Embraer, cuya denominación militar es EMB 312, y cuyos dos modelos más
vendidos son: el T-27 en su versión de entrenamiento, y el AT-27 armado
para ataques a tierra. Es una de las aeronaves de entrenamiento más
vendidas en el mundo. La aviación militar de Venezuela, por ejemplo,
posee una treintena de Tucanos.
Y precisamente uno de esos
Tucanos militares, artillado para atacar, debía bombardear el Palacio de
Miraflores, en Caracas, el pasado 12 de febrero. Y matar al Presidente
Nicolás Maduro. Tenía asimismo por misión atacar el Ministerio de
Defensa, destruir el edificio que alberga los estudios del canal de
televisión internacional TeleSUR para sembrar el caos y la confusión.
Según reveló el propio presidente Maduro, la intentona de golpe fue
desarticulada gracias a la habilidad de los organismos de inteligencia
bolivarianos. Ello permitió el arresto de un grupo de oficiales de la
aviación y de civiles uniformados. “Se trata –declaró el mandatario
venezolano– de un intento de utilizar a un grupo de oficiales de la
aviación para provocar un ataque y un atentado golpista contra la
democracia y la estabilidad de nuestra patria; es un coletazo del
llamado ‘Golpe azul’ (1) de hace un año, en febrero-marzo de 2014”.
Nicolás Maduro contó que uno de los oficiales involucrados estaba
“comprometido”, desde el año pasado, con grupos de la ultraderecha
venezolana que buscaban generar de nuevo disturbios violentos en el
país. El presidente reveló que, después de una serie de investigaciones,
las autoridades militares exigieron que ese oficial fuera cesado de las
Fuerzas Armadas. “Pero hace unas semanas –explicó el mandatario– varios
opositores lo contactaron de nuevo, le pagaron una suma importante en
dólares y le confiaron varias misiones. Al mismo tiempo, la Embajada de
Estados Unidos le concedía un visado con fecha del 3 de febrero, y le
garantizaba que, ‘si eso falla, ya sabes, tienes el visado para entrar
en EE.UU. por cualquiera de nuestras fronteras’”.
A partir de ese
momento –siguió relatando Nicolás Maduro– ese oficial contactó con
cuatro compañeros más para ejecutar las misiones “trazadas desde
Washington”. Una de ellas consistía en grabar en vídeo unas
declaraciones del general de aviación Oswaldo Hernández Sánchez en la
cárcel en la que se halla detenido por haber intentado ya dar un golpe
de Estado en 2014.
“La orden era grabar un vídeo de este general a
quien apodan ‘El Oso’ y, el 12 de febrero, en los actos de
conmemoración (2) hacer despegar un avión Tucano y atacar el Palacio de
Miraflores, y otros ‘objetivos tácticos’ como el Ministerio de Defensa,
el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la sede del canal TeleSUR. La
orden de iniciar la acción putschista se disparaba en el momento en que
un diario de la oposición publicase lo que ellos llamaban el ‘programa
de gobierno de transición’” (3).
Por su parte, Diosdado Cabello,
presidente de la Asamblea Nacional venezolana, y Jorge Rodríguez,
alcalde del municipio Libertador de la capital, aportaron en Caracas, el
13 de febrero pasado, más detalles de la intentona golpista. Ambos
dirigentes chavistas confirmaron que los oficiales detenidos habían
admitido que la publicación de un “Manifiesto” en la prensa era una de
las señales para lanzar la tentativa, cuyo nombre de código era:
“Operación Jericó” (4).
Ambos revelaron que, según las
declaraciones de los detenidos, los golpistas tenían la intención de
“liquidar” desde el primer instante, además de al presidente Nicolás
Maduro, a los propios Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, y a dos
personalidades bolivarianas: Tibisay Lucena, presidenta del CNE, y
Tareck El Aissami, ex ministro del Interior y actual gobernador del
Estado Aragua.
Por otra parte, identificaron, además de al
general Oswaldo Hernández, alias ‘El Oso’, a los otros presuntos
cabecillas de la conspiración, a saber: el capitán Héctor José Noguera
Figueroa; el coronel José Suárez Rómulo; el primer teniente Ricardo
Antich Zapata (presuntamente encargado de los contactos con la Embajada
de Estados Unidos), y el primer teniente Luis Hernando Lugo Calderón
(5). También mostraron parte del arsenal incautado, en particular armas
de alto calibre como fusiles semi-automáticos AR-15, ametralladoras y
granadas. Asimismo revelaron que se habían descubierto mapas de la
ciudad de Caracas con varios “objetivos tácticos” marcados: el Palacio
de Miraflores, los Ministerios de Defensa, del Interior y de Justicia y
Paz; el Consejo Nacional Electoral, la Dirección de Contrainteligencia
Militar y el canal TeleSUR.
Cabello y Rodríguez designaron como
“autores intelectuales” de la intentona golpista y del proyecto de
magnicidio a dos personalidades de la oposición: Antonio Ledezma,
alcalde metropolitano de Caracas (detenido el pasado 19 de febrero), y
Julio Borges, diputado opositor. También afirmaron tener pruebas de la
participación de personal de la embajada estadounidense: “Una
funcionaria de la embajada llamaba a las esposas de los generales
venezolanos y les decía que el nombre de su esposo estaba en la lista de
personas sancionadas por el Congreso de los EE. UU. Y que el visado de
toda su familia para ingresar en territorio estadounidense había sido
invalidado. Buscando crear zozobra en las familias de los oficiales”,
explicó Jorge Rodríguez.
El presidente Maduro dijo, por su parte,
tener en su posesión el “plan de gobierno” redactado por los golpistas,
en el que se eliminaban los poderes públicos y se amenazaba a los
cubanos de las misiones de servicio social (salud, educación, deporte).
“También hablan –dijo Maduro– de privatizar PDVSA (Petróleos de
Venezuela Sociedad Anónima), de disolver todos los poderes públicos, de
suspender las garantías democráticas, de liberalizar el sistema de
cambio y de regalar los dólares otra vez a la oligarquía”. El Presidente
añadió que, en ese “Plan de gobierno”, los golpistas “lanzan una
amenaza contra lo que ellos llaman ‘los colectivos’ –que nosotros
sabemos que es el pueblo venezolano–, anunciando que, cuando lleguen al
poder, actuarán contra ellos con toda la fuerza militar. Y a los cubanos
de las misiones en Venezuela, les dan veinticuatro horas para
presentarse ante las oficinas del nuevo gobierno de facto o ‘se
enfrentarán a las consecuencias’(...)”
A pesar de todos estos
detalles y pruebas aportados por las máximas autoridades venezolanas,
los medios de comunicación internacionales (incluso en América Latina)
han dado poco crédito a este anuncio de intento de golpe de Estado. Esta
‘incredulidad’ forma parte –desde hace quince años– de la estrategia de
los grandes medios de comunicación dominantes en guerra contra la
revolución bolivariana, para desacreditar a las autoridades
bolivarianas. Indiferente a esa hostil actitud, el presidente Nicolás
Maduro ha seguido explicando, con perseverancia pedagógica y con toda
clase de pruebas, cómo, desde el fallecimiento de Hugo Chávez (hace
exactamente dos años), y desde su elección (el 14 de abril de 2014), un
“golpe lento” está en marcha para intentar derrocarlo.
Esta vez,
el golpe se iba a ejecutar en cuatro fases (6). La primera comenzó a
principios del mes de enero de 2015, cuando el presidente Maduro
realizaba una larga gira por el extranjero (China, Irán, Qatar, Arabia
Saudí, Argelia y Rusia). Esta fase se realizó con el apoyo de sectores
del empresariado que impulsaron campañas de acaparamiento de alimentos
básicos y productos de primera necesidad, con el fin de crear escasez y
malestar, preparando las condiciones para que los ciudadanos salieran a
las calles a protestar y a saquear supermercados. Lo cual no se produjo.
En la segunda fase, los grandes medios de comunicación internacionales
intensificaron la difusión de reportajes, noticias y artículos que daban
una imagen distorsionada de la realidad venezolana. Haciendo creer que,
en el país del “socialismo del siglo XXI”, se estaba produciendo una
auténtica “crisis humanitaria”. El presidente Maduro denunció, en esta
ocasión, el detestable papel desempeñado, en esa fase de la “operación
Jericó”, por varios periódicos españoles (El País, ABC).
La
tercera etapa debía estar protagonizada por un “traidor”, que, en la
televisión y en los grandes medios de comunicación, haría un llamamiento
solemne a la rebelión. Aunque el presidente no aclaró quién sería ese
“traidor”, alertó a los ciudadanos: “No quiero alarmar a nadie pero
estoy obligado a decir la verdad (...) Están buscando a un traidor y
pido al pueblo que esté alerta”.
La cuarta fase del golpe es la
que se desveló el 12 de febrero, con la participación de un grupo de
oficiales putchistas de la aviación militar, financiados desde el
extranjero. Entonces se anunciaría el “Programa de gobierno de
transición”. Y se enterraría la revolución de Chávez.
Pero incluso en cuatro fases, el golpe fracasó. Y la revolución bolivariana sigue viva.
NOTAS
(1) El ala más derechista de la oposición venezolana –liderada por personalidades ultraconservadoras como Leopoldo López (detenido el 20 de febrero de 2014), Antonio Ledesma (detenido el 19 de febrero de 2015) y María Corina Machado (ex diputada)– lanzó un movimiento llamado “la Salida” que fomentó una suerte de “golpe blando” o “golpe azul” con la intención de derrocar al Presidente Nicolás Maduro mediante la financiación de violentas protestas callejeras (las “guarimbas”) que causaron 43 muertos, 878 heridos e incontables daños.
(2) El 12 de febrero, en Venezuela, es el Día de la Juventud; se conmemora la batalla de la Victoria, durante la guerra de Independencia, en la que unos mil estudiantes de Caracas hicieron frente a las tropas españolas y las derrotaron.
(3) El manifiesto se publicó el 11 de febrero pasado en el diario opositor caraqueño El Nacional, en página 5, con el titulo: “Llamado a los venezolanos a un acuerdo nacional para la transición”. Léase: http://www.voluntadpopular.com/ index.php/ver-noticia/8-noticias/2330-llamado-a-los-venezolanos-a-un-acuerdo-nacional-para-la-transicion
(4) En alusión a la Biblia, y más precisamente al Libro de Josué, donde se cuenta que, cuando Josué, a la cabeza de los israelitas, llegó ante las murallas imponentes de la ciudad de Jericó, Dios le dijo que ordenara a los sacerdotes tocar las trompetas: Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de Jericó se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento.
(5) Los demás oficiales golpistas serían : la capitana Laided Salazar De Zerpa, alias “Manuelita”; los capitanes Andrés Ramón Thompson Martínez, Nerio Alfonso Cordova Moreno; Carlos Manuel Osuna Saraco alias “Guillermo”; el mayor Cesar Pérez Carrero; el primer teniente Wilfredo Amado Castillo Colmenares; el primer teniente Javier Salazar Moncada; el primer teniente Miguel Ángel Salazar Molina; el primer teniente Carlos Esqueda Martínez; y el primer teniente Jofre de Jesús Pineda Trejo.
(6) Léase, sitio web de TeleSUR, Caracas, 12 de febrero de 2014. http://www.telesurtv.net/…/Gobierno-venezolano-desmantela-a…
Le Monde Diplomatique
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