La
política de tierra quemada es una táctica de origen militar que
consiste en destruir cualquier cosa que tenga utilidad para el enemigo
cuando otra fuerza avanza y ellos se ven obligados a retroceder. Encaja
perfectamente en el patrón del gobierno popular. El enemigo, para los
chicos y chicas de Rajoy, es cualquiera que les pueda mover la silla. No
hablamos solo de otras fuerzas políticas emergentes o añejas que pugnan
por llegar a la Moncloa. El enemigo número uno del PP ha resultado ser
el pueblo. Una ciudadanía a la que se ha responsabilizado de la crisis
para hacerla deudora de los desatinos financieros y políticos que la
generaron. Y cuando nos hemos puesto estupendos contra las infames
medidas y recortes , cuando la sociedad se ha organizado y ha salido a
la calle a defender sus derechos pulverizados, han ideado una ley de
seguridad ciudadana que reprime con rotundidad el más leve pataleo.
Tierra
quemada. Saben que ya están en retirada. La dignidad del pueblo avanza
peligrosamente hacia sus posiciones. Ya no soportamos más indecencia,
ineptitud y corruptelas. Tierra
quemada. Es la política que han aplicado a la sanidad y a la educación
pública. Hay que arrasarlo todo. Que no quede nada tras el expolio para
que no podamos volver a germinar. Incluso nuestros bosques pueden arder
para exprimir toda su savia antes de que tengan que poner los pies en
polvorosa.
La nueva Ley
de Montes es el más gráfico ejemplo de esta estrategia. Ya no hará falta
esperar 30 años para recalificar una zona forestal quemada. En aras de
algo que el PP define como de interés general, se podrán recalificar los
suelos incendiados automáticamente. Y eso vulnerando las normativas
europeas sin apenas despeinarse. Al margen de la kafkiana explicación de
la ministra García Tejerina para modificar esta ley, a buen
entendedor... Para lo único que puede servir es para alentar los
incendios con fines especulativos. Una ley hecha ad hoc para que los
bucaneros y piratas que se enriquecieron durante la burbuja inmobiliaria
puedan continuar su business aún a costa de pegar fuego a los
Pirineos.
La piromanía
del PP en estos cuatro años nos ha dejado un paisaje desolador con olor a
chamusquina y a cuerno satánico quemado. Pero a pesar de su empeño en
que a este pueblo no le quede nada de utilidad para volver a levantarse,
han fracasado. Nos sobra coraje para empezar de cero. Las cenizas nos
servirán de abono y de recordatorio para no volver a confiar en los
saqueadores. También nosotros hemos aprendido quién es nuestro enemigo.
Aunque haya sido a sangre y fuego.
Nota:
Todo mi aliento a los enfermos de hepatitis C que se encerraron el día
25 en el hospital Lozano Blesa de Zaragoza. Vuestras vidas no merecen
arder en la hoguera de las vanidades del gobierno. Vuestra lucha es la
más lícita que puede tener un ser humano. ¡Venceremos! Un fraternal
abrazo.
DdA, XII/2933
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