Carta
en solicitud de apoyo de José Ramón Ortiz Moreno, hijo de José y Petra,
con 80 y 78 años de edad respectivamente. El es pensionista y ella ama
de casa. Viven en una casa en Pozuelo de Alarcón que construyeron con
sus propias manos en el año 1966. Avalaron con la misma un crédito
solicitado por su yerno, del que nunca más volvieron a saber, y ahora el
Banco de Santander pretende dejarles sin la casa en la que residen y
levantaron con esfuerzo y ahorro hace casi medio siglo. Escuché las
palabras de José haciendo memoria de su padre, un campesino madrugador
que le transmitió el gusto por la pequeña huerta que ahora cultiva. Le
enseñó también a trabajar de sol a sol: "Se ha levantado el aire -decía
al amanecer-, ¡a la era!". Este Lazarillo considera que esta carta
debería llegar al destinatario más llamado a solventar esta situación,
Ana Patricia Botín, presidenta del Banco de Santander, para que Petra y José puedan vivir en la casa que hicieron con sus manos el resto de sus días. Tal como están las cosas, un detalle de esa humanidad en la entidad financiera sería muy comercial para sus intereses:
"Mis padres están a punto de tener que dejar de su casa por la suma de dos desgracias: la primera, el fallecimiento de su hija. La segunda, que su yerno, mediara con el banco un crédito de 330.000 euros al Santander poniendo de aval la casa de mis padres.
El acuerdo familiar entre mis padres y su yerno decía que, en el caso
de no devolverse ese dinero, mis padres podrían disponer de la casa del
yerno. Pero tras 10 años y sin haber sido devuelto el crédito en su
totalidad, cuando mis padres fueron a disponer de la casa esta ya era de
otro propietario."Mis padres están a punto de tener que dejar de su casa por la suma de dos desgracias: la primera, el fallecimiento de su hija. La segunda, que su yerno, mediara con el banco un crédito de 330.000 euros al Santander poniendo de aval la casa de mis padres.
Hoy el banco Santander está ejecutando la hipoteca y mis padres se van a ver obligados a dejar su casa de toda la vida.
No pretendemos que se nos perdone la deuda si no que dos
personas de 78 y 80 años no se vean obligados a abandonar su espacio
mediante la fórmula alquilar social.
Ya se han mantenido conversaciones con el banco y éste acepta la dación en pago pero no el alquiler social.
Aceptamos que el banco se queden la casa, pero pedimos que les dejen vivir en ella a cambio de un alquiler social que puedan pagar. José y Petra estan arraigados en su pueblo y no quieren abandonar la casa que ellos mismos construyeron.
Por eso pedimos el apoyo ciudadano para que el Banco Santander acepte que mis padres puedan continuar viviendo en su casa".
DdA, XII/2914
No hay comentarios:
Publicar un comentario