martes, 13 de enero de 2015

PERSONALMENTE, LOS MUÑECOS DE NIEVE ME DEJAN UN POCO FRÍA

Ana Cuevas

Seguro que no soy la única que estos días tiene la sensación de ser un extra en una superproducción internacional. Una  perfecta simbiosis entre el género de terror, el de ciencia ficción y el surrealismo más gore, telúrico y disparatado. Lo del fanatismo religioso no es para tomarlo a broma. Nos ha costado muchos muertos, mucha represión y oscuridad a lo largo de la historia.

Es obvio por los hechos que el sentido del humor no es el punto fuerte de los integristas. Ni la Yihad ni las cruzadas fueron ideadas por mentes jocosas y de delicada ironía. Pero a menudo, involuntariamente siempre, alguno de sus oráculos suelta una sentencia que consigue que se te parta la caja.

Es lo que me ha pasado leyendo una noticia sobre un jeque saudí religioso que ha condenado a los muñecos de nieve por lascivos y lujuriosos. ¡Mátame camión!  En su interpretación libre y agilipollada del Corán, representar una figura humana con nieve puede conducir a tener deseos eróticos. ¡Uy,  uy! Desconozco los intringulis de la vida sexual de este señor pero me temo que debe ser algo rarita. Personalmente, los muñecos de nieve me dejan un poco fría. Aunque el jeque se debe poner burraco mirando la zanahoria rampante y las generosas curvas blancas porque, si no, no se entiende su preocupación. ¿Acaso ha habido una epidemia de violaciones a muñecos de nieve estas navidades?

Este tipo de declaraciones delirantes no son patrimonio de una religión específica. Si tiramos de hemeroteca encontramos algunas "obispadas" que no desmerecen. La religión católica tampoco se distingue por su transigencia en el terreno del humor. Que se lo pregunten a Krahe, denunciado por extremistas católicos por haber cocinado un cristo para dos personas. Muchos de los que (tras los trágicos sucesos del Charlie Hebdo) se rasgan hoy las vestiduras en defensa de la libertad de expresión, exigían que Javier Krahe fuera condenado por blasfemia. 

Los fanáticos no tienen  gracia aunque den risa. Siempre hay algún inadaptado que recibe sus delirios como una mandado divino. ¿Quién sabe? Este descerebrado jeque podía estar activando una nueva versión de la yihad. Una guerra santa contra todo tipo de objetos o representaciones que una mente pervertida y enferma puede encontrar lujuriosas. Plátanos, rotondas, el Pirulí...

Y lo dejo aquí. Porque una exuberante calabaza se me ha insinuado al pasar por la cocina y me han venido muy malos pensamientos. Quizás me debería confesar. Pero combatiré al demonio a mi manera. Haciéndome con ella una fritada morrocotuda. Por "guarrona" y lasciva.

DdA, XII/2896

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