Jaime Richart
Más
allá del votante descontento, término éste que se reserva a quien
estando acomodado vota al partido que supone menos malo o por simple
simpatía hacia un líder, el resultado de las elecciones griegas es la
respuesta de la miseria a la miseria.
La
situación personal que atraviesan millones de griegos, lo mismo que en
España millones de españoles, es dramática por varios motivos. Uno es el
estado lamentable de quienes carecen de techo, expulsados de su
vivienda por prácticas abusivas bancarias e inmobiliarias. Otro es la
exclusión social que sufren otros tantos millones refugiados para
sobrevivir, ellos y sus hijos, en la filantropía. Otro es la acentuada
sensación de millones de trabajadores de ser tratados indignamente por
los modernos empresarios hasta el punto de verse como siervos. Y todos
marcados por el desempleo crónico. Ninguno es capaz de ver esperanza en
el futuro material y moral, ni para ellos ni para sus hijos… ¿Nos parece
poca la miseria?
La
abstención de desesperados o indiferentes ha sido siempre
significativa, en Grecia como en España. Tanto los conservadores de allá
como de aquí han sido implacables con el débil y con las clases
populares. Y los que a sí mismos se llaman socialistas, allá como aquí
cuando han estado en la oposición, han sido pusilánimes con ellos
convirtiéndose en sus cómplices virtuales. En las actuales elecciones en
Grecia, con independencia de la fuga de votantes de otros partidos
hacia el ganador, la movilización de la abstención hasta ayer ha debido
ser decisiva…
Creo
que ésta misma debe ser la lectura que España ha de hacer para las
próximas elecciones en este país. El altísimo número de los que no
votaron en pasadas elecciones han votado ahora en Grecia y lo harán en
España en las próximas a favor del partido español equivalente al
ganador allí.
Que
España no es Grecia es una afirmación retórica. Competir por cuál de
los dos está peor no es el caso. Porque lo cierto es que aunque
técnicamente la economía global española es superior a la de Grecia, los
problemas y el foco de la infección que devasta a ambos países son
exactamente los mismos: despilfarro+corrupción en proporciones de
escándalo, tanto por el montante de las sumas saqueadas y derrochadas
como por el número de los corruptos. Por consiguiente el comienzo de la
solución de soluciones habrá de ser también la misma: expulsión de esa
clase de políticos de la gobernación y tratar de encarcelar a los
corruptos, como están ahora encarcelados la mayor parte de los líderes
del partido de extrema derecha en Grecia.
En
definitiva, el triunfo de este partido griego ha de estimular a su
homólogo español que comparte con él ideas y políticas. La tarea de
ambos es colosal. La prioridad es poner manos a la obra para superar la
situación crítica que padecen millones de personas allí como aquí.
Puntos de Página
Los de La Razón son los últimos ultraístas puros que quedan en España. Que lo sepáis, poetillas.
No se vayan a creer que las portadas de otros dos diarios nacionales difieren mucho. Véanse, así como las de algunos diarios europeos algo más objetivos: EL DIARIO.ES
DdA, XII/2906
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