Ana Cuevas
Soy
libertaria por parte de abuela. La vicisitudes de la vida le obligaron a
criarme y, gracias a ello, pude conocer una parte de la historia que le
fue robada a muchos españoles.
Mi
abuela era la mujer más fuerte y valiente que me he cruzado en esta
vida. Nunca fue a la escuela. Desde los ocho años trabajaba jornadas
interminables como guarnecedora de calzado. Durante sus años de
adolescencia y primera juventud se afilió a la CNT. Fue el sindicato
quien se encargó de darle formación e insuflar en su cerebro la
ideología libertaria y feminista que ya anidaba en su corazón.
Mi
abuela hablaba poco de la guerra pero cuando lo hacía, una nube de
rabia y de tristeza atravesaba su rostro. Relataba la caza de brujas
que muchos de sus compañeros y compañeras de la CNT, incluido su propio
hermano, sufrieron en esos oscuros años. De las detenciones en mitad de
la noche que acababan en un "paseillo" hacia la muerte. De los
fusilamientos en las tapias del cementerio y los cadáveres expuestos
para que sirvieran de escarmiento. De su propio cautiverio, pese a ser
viuda y madre de dos niños pequeños, por haber escondido fugitivos en su
casa.
Ni la represión y
la muerte de la guerra civil y la posguerra, ni esa eterna dictadura que
vino después, consiguieron doblegar sus convicciones libertarias.
Siempre mantuvo que los detractores del anarquismo eran los enemigos de
la libertad. Pero también la ignorancia. Algo de lo que se valen los
liberticidas, fervorosos antagonistas de la memoria histórica, para
criminalizar al movimiento.
La
operación "Pandora" ha abierto para mí la caja de esos recuerdos. Otra
vez se identifican terrorismo y anarquismo con argumentos delirantes
para justificar la caza. Porque lo que es evidente es que no existe
ninguna alarma social a este respecto. Pero, si no estamos en un régimen
fascista, ¿a qué viene este anacronismo? Nada es casual. Solo es
cuestión de observar el calado que los fundamentos de la ideología
libertaria tienen en los movimientos sociales actuales o en
organizaciones ciudadanas como la PAH. Incluso en una nueva forma de
hacer política que se define como asamblearia y garante de la democracia
directa como es PODEMOS. La gente se ha autoorganizado frente a un
sistema anti-personas impregnándose de características inherentes al
anarquismo: Autogestión, autonomía, rechazo a la autoridad externa y a
las jerarquías...
Algo
huele a podrido en la operación "Pandora". Igual que huele a podrido el
empecinamiento con el que este gobierno condena al ostracismo la ley de
la Memoria Histórica. Y que los huesos de los represaliados no
abandonen las improvisadas tumbas donde les arrrojaron sus verdugos.
Desde la ONU, exoneran al gobierno de España. Estupor en toda la prensa
internacional por el tratamiento que, todavía hoy, reciben las víctimas
del franquismo. Tristeza y rabia de los españolitos que no somos
ignorantes ni liberticidas. Y
sobre todo vergüenza.
Nada es casual, como ya he dicho. Un cambio
social y político se avecina. Están dando los últimos coletazos. Ladran
porque cabalgamos. Y no soportan la idea de que llevemos las riendas de
nuestros destinos. ¡Ladrad, ladrad malditos! Nosotros galopamos.
DdA, XI/2883
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