Lazarillo
Aprovechando el excelente artículo de mi estimado Fernando de Silva, gijonés de pro, este Lazarillo quiere recordar que Rodigo Rato -sobre quiene versa el mismo- fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad de Gijón cuando era presidente de Caja Madrid y durante el gobierno de la alcaldesa socialista Paz Fernández Felgueroso. Si ahora el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, exige a don Mariano el Plasmado que Rato sea expulsado del Partido Popular por el asunto de las tarjetas en negro de la citada entidad, que de modo tan hiriente han indignado a la mayoría de los españoles, otro tanto debería hacer el Partido Socialista en Gijón o en Asturias, reclamando a la actual alcaldesa de esa ciudad, Carmen Moriyón (Foro Asturias) la retirada de ese título a quien ha dejado sobradamente de merecerlo.
Fernando de Silva
Personaje prepotente y engreído hasta decir basta, tiene su punto de
mala leche si los suyos le arrinconan; y es capaz de sacar lo peor de
si mismo, que ya es decir, si alguien osa atentar a su honorabilidad,
o lo que queda de ella. Rato sabe mucho, demasiado, de los actuales
dirigentes del PP, empezando por Mariano Rajoy, y acabando por el último
de la fila; y si alguien pretende aniquilarle, en el intento se llevará
consigo a más de uno. Esa, y no otra, es la razón por la que el PP ha
decidido posponer cualquier decisión sobre su expulsión del partido; una
manera, como otra cualquiera, de ganar tiempo a la espera de que todo
se olvide. Le tienen miedo, él lo sabe, y sacará el máximo provecho de
esta situación.
Quienes dicen de Rodrigo Rato que fué un buen ministro de Economía y
Hacienda durante el segundo gobierno de Aznar, se equivocan. Simplemente
tuvo la suerte de estar allí en una época de crecimiento económico, y
se limitó a remar a favor de corriente. Eso sí, contribuyó con sus
polìticas económicas de forma muy decisiva a engordar el boom del
ladrillo, convirtiendose en un de los artifices de la burbuja
inmobiliaria al apoyar la Ley del Suelo más especulativa que hemos
conocido, que desembocó en la grave crisis económica que llevamos años
sufriendo, y de la que son víctimas principales las clases sociales
menos favorecidas. Eso sí, por su contribución al fracaso, fue nombrado
presidente del Fondo Monetario Internacional, de donde huyó con el rabo
entre las piernas y una buena paga, en forma de dimisión por "motivos
familiares", cuando vió acercarse la crisis financiera que afectó a
medio mundo.
Como premio por sus éxitos, Don Mariano le nombró a dedo
para dirigir Caja Madrid, la cuarta entidad financiera del país. Con
ello le daba un tortazo a Esperanza Aguirre, que se empeñaba en colocar
en dicho puesto a su delfin Ignacio González, el del ático de Marbella; y
al mismo tiempo eliminaba un potencial enémigo en la carrera hacía la
Moncloa. Jugada maestra que nos ha costado a todos un pastón, en forma
de rescate a Bankia, sin que nadie hasta ahora nos haya pedido disculpas
por un desatino de tal magnitud.
Por lo que ahora hemos conocido en forma de tarjetas opacas, que no
es más que la punta del iceberg de un nefasto gestor, eso si con mucha
cara, echemonos a temblar solo de pensar la cantidad de barbaridades que
habrá hecho cuando era dueño y señor de nuestros dineros; porque lo fue
y por varios años. Pero por la cadena de nombramientos de los que ha
disfrutado dersde entonces, todos ellos muy bien remunerados, es dácil
deducir que hizo muchos favores a mucha gente importante, y ahora se los
está cobrando en forma de nombramientos como asesor o miembro de consejos de administración de entidades financieras y grandes empresas.
Experto en puertas giratorias, Rodrigo Rato nunca ha dado puntada sin
hilo, y lleva en sus genes el tratar de conseguir de la nada la máxima
rentabilidad, bordeando el Código Penal, lo que le ha permitido amasar
una importante fortuna a costa de percibir sueldos millonarios. Pero le
ha llegado su hora, el uso indebido de su tarjeta black le ha
convertido en un apestado, y en muy poco tiempo perderá los favores de
muchos. Aunque el PP, con el trasero apretado, tendrá que seguir
soportandole como militante, para que mantenga la boca cerrada, ni más
ni menos. Un nuevo ejemplo de regeneración democrática y de
transparencia. La casta en estado puro que diría Pablo Iglesias.
DdA, XI/2820
1 comentario:
Deshonra a la ciudad ese título.
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