Jaime Poncela
Empezó en Asturias la semana del Cortefiel masivo y azul marino para los
caballeros y del modelito aprovechado de la última boda para las
señoras. Un batallón de peluqueras, cientos de Alsas, miles de
camareros, docenas de taxistas que han cambiado el ambientador de pino y
millares de periodistas que estrenan libreta, se levantan hoy con la
conciencia de que tienen por delante seis días para aproximarse a los
valores eternos en los que se intentará mezclar la realidad con la
realeza como si fueran la misma cosa. Empieza la más maquillada semana
del año que produce alergia a los republicanos y descontentos en
general, y embriaga de dulce orgullo a quienes están en la pomada y que
estos días tendrán su patria a codazos en el teatro Campoamor y en el
hotel de la Reconquista que estará sitiado por gaiteros, fotógrafos y
jubilados. Se izan las banderas recién lavadas y planchadas, se saca
brillo a los pasamanos, plafones y los galones, se llenan las plazas de
xiringuelos y pericotes, y en todas las farolas de Oviedo flamean
banderas de romería tope gama. Se ponen paños negros sobre los cuadros
en los que aparece el oso que mató a Favila. Litros de limpiametales y
metros de alfombras rojas harán su labor de lifting de emergencia, de
sordina engalanada de nuestra poco festiva realidad. Oviedo volverá a
salirse con la suya y parecerse mucho a Vetusta, llena de regentas y
canónigos, militares de alta graduación, señoras algo marchitas y otras
momias con pase vip. Y para rematar el decorado se bajarán de los
furgones azul-Cortefiel guardias con cara de matones que se apostarán
en las esquinas para que no se desborde el popular entusiasmo de
perrofralutas y republicanos, empeñados en aguar la fiesta. Seguro que a
Mafalda le gustaría estar detrás de la pancarta. La pasma contra la
plebe es siempre garantía del orden constitucional porque aunque en la
calle haya mayoría absoluta, la que hay que defender de siempre es la
que se oculta en el Parlamento. Esta semana nos lavaremos todos las
orejas, cambiaremos de muda y nos pondremos la camisa blanca de festejar
porque vamos a salir en la televisión. Seremos la aldea más cosmopolita
de la Tierra y hasta nuestro empresario más golfo y nuestro político
más mediocre se sentirán crecidos por hacer el paseíllo ante el
Campoamor, y ser retratados con su sonrisa de tiburones a pocos metros
de una princesa venida a reina con cuya osamenta el oso que se comió a
Favila no tendría ni para tomar el vermú.
Artículos de Saldo DdA, XI/2821
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