Lazarillo
Me entero a través de mi estimado José del Valle Lavandera de que mi admirado Jaime Poncela, algunos de cuyos artículos (blog Artículos de Saldo) sazonan y nutren con frecuencia la línea crítica que caracteriza a este DdA, ha sufrido la represión ejercida por la
dirección del periódico donde escribía, por denunciar censura en uno de sus artículos. Ante eso, la dirección de El Comercio ha decidido -según cuenta Lavandera-
prescindir del periodista, que llevaba creo que unos diez años colaborando en el citado diario. Este Lazarillo suscribe lo que a continuación dice José del Valle: El papel de la prensa en estos ultimos
estertores del régimen del 78 está siendo vergonzosa: meter miedo a los
profesionales, censurar o como en este caso reprimir directamente es
algo habitual en toda la prensa diaria, fundamentalmente la de papel,
amedrentar a los periodistas libres no es más que la desesperación de
los cómplices de este modelo politico basado en la corrupción y el
saqueo de las arcas publicas. Desde aqui, toda mi solidaridad con Jaime
Poncela. Los que desde el campo popular llevamos toda la vida
sometidos a la dictadura de este periódico nos sentimos
escandalizados, pero no sorprendidos, como también soy plenamente
consciente de que a Jaime esto no le va afectar en su posición de periodista
libre e independiente. Y para celebrar esta postura y los méritos sobrados que avalan a mi estimado colega, nada mejor que insertar su último artículo y también el que fue motivo de que se le aplicara la mordaza. No le callarán:
Jaime Poncela
El arzobispo de Oviedo ha pedido a quienes apoyan la secesión de
Cataluña que “pasen a confesarse”. En realidad no lo ha pedido, lo ha
exigido porque los obispos nunca piden nada, lo ordenan. No ha aclarado
monseñor Sanz si el separatismo es pecado mortal o solo venial, pero con
sus órdenes de pasar por taquilla penitencial parece venir a indicarnos
que hay una línea trazada, como en la copla; los que están fuera de la
Iglesia irán al infierno, eso ya lo sabíamos, y los que estén fuera de
España, lo mismo. Esto es nuevo, porque poner a la misma altura las
ofensas a Dios y a la Constitución no se había visto nunca. Es más, a
los obispos en su mayoría no les ha gustado nunca la Constitución, pero
se conoce que ahora que mandan los suyos y aunque se les ha escapado lo
de la reforma de la ley del aborto siguen viendo en la Carta Magna un
filón para meter baza en las cosas del Estado, que es lo que siempre les
ha puesto muy cachondos desde que Franco entraba bajo palio en las
catedrales. No sabemos si el arzobispo de Oviedo y otros más de sus
colegas propondrán que los clásicos 10 mandamientos de la ley de Dios
pasen a ser 11 incluyendo el de “no te independizarás” como novedad, o
si la unidad del Estado será asimilable a la de la Santísima Trinidad:
17 territorios y una sola persona. Lo que ya ha dejado claro monseñor
Sanz es que los independentistas tienen que confesarse de su pecado
porque, al parecer, se entiende que España es algo asimilable al cielo y
todo aquel que reniegue de la patria reniega también de valores eternos
y, por tanto, peca lo suficiente como para tener que rendir cuentas a
las autoridades, a las civiles y a las religiosas. Este país vuelve a ir
camino de la teocracia y ahora los obispos no solo se meten en la
moralidad de lo que pasa de cintura para abajo sino que también lo hacen
en el diseño del Estado. No han dicho nada aún sobre si el uso de
tarjetas de crédito opacas también es pecado. Si alguna vez se reforma
la Constitución Española es posible que en el grupo de expertos haya
media docena de cardenales u obispos metidos a valorar el alcance
teológico de las decisiones civiles. Hasta ahora habíamos conocido a los
ponentes de la Constitución de 1978 como “los padres” de la
Constitución. Los redactores de la próxima serán sin duda llamados los
“santos padres”. España no es un país, es una diócesis. Amén.
PPORRO
El aspirante oficialista a presidir el PP, David González Medina, fue
sancionado hace tres años por consumir cocaína y hace diez por
trapichear con hachís. Este obús mediático lanzado contra la línea de
flotación del candidato estaba ya cargado y apuntando hacia él hace un
mes y se hace público de forma muy oportuna unos días antes de que los
militantes del PP procedan a elegir a su presidente. La cosa era sabida y
la revelación estaba planeada como una pieza más de nuestra hispánica y
tabernaria manera de hacer política: a patadas. Si tan graves e
inhabilitantes se consideran los antecedentes judiciales del señor
Medina bien estaría que quienes los conocían los hubieran hecho públicos
cuando comenzó el proceso electoral interno del PP, no cuando ya está
en su fase final. Si tanto preocupan los hábitos que antaño tuvo el
señor candidato y por los que ya pagó en los tribunales, dígase todo en
el minuto cero de la contienda para que todos jueguen a lo mismo. Tal
vez él mismo debió ponerse al frente de la manifestación y contar sus
pecados antes de que los aireasen los demás. ¿Por qué no lo hizo? No lo
sé, aunque supongo que uno tiene derecho a pasar página en su vida,
errores incluidos, sobre todo cuando algunos fueron cometidos hace diez
años en circunstancias que seguramente eran otras. Yo no conozco de nada
al señor Medina, no me interesan mayormente las cuitas internas del PP,
y tampoco haré apología del consumo de drogas, aunque sí opino que es
evidente que no se trata ni de un traficante ni de un toxicómano, y
añadiré que uno ha tratado de primera mano durante años con cargos
públicos de todas las ideologías cuyas costumbres privadas en lo que se
refiere al consumo de todo tipo de sustancias “estimulantes” eran muy
variadas y discutibles. Como detalle, recordemos que los cubalibres son
más baratos en el bar del Parlamento que en el cualquier otro. Sacar a
pasear a estas alturas el porro o las rayitas de juventud del señor
Medina me suena a fariseismo desesperado o a mojigatería, máxime en un
país donde casi todos vamos camino de tener que intoxicarnos con algo
para poder sobrevivir a este lamentable estado de cosas en lo que a la
política se refiere. Si quieren que les diga la verdad, me fío más de un
ex porrero del PP que de un consejero de Bankia.
Artículos de Saldo DdA, XI/2818
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