lunes, 13 de octubre de 2014

EL ENTRAÑABLE SEÑOR DE LA CUESTA

Alicia Población

Algo bueno de no tener carné de conducir es poder contemplar el amanecer desde el autobús, el roce del aire fresco en la cara, que te despeja el sueño, pero no los sueños, mientras bajas la cuesta, o que el entrañable hombrecillo que todas las mañanas pasea a su perro viejito te salude con su voz matutina, ronca, pero siempre alegre a pesar de las tempranas horas.
Da igual qué le digas, le digas lo que le digas él siempre te va a contestar "Hasta luego, maja". "Hola, buenos días" "Hasta luego, maja", "¿Qué tal? buenas tardes", "Hasta luego maja", "Adiós, adiós, que pierdo el bus..." "Hasta luego, maja". Analicemos el mensaje: "hasta luego", que no "adiós", lo que ya implica una despedida abierta y no una definitiva, sabe que volverás a pasar por allí y es consciente de ello. "Maja", que no "bonita" ni "guapa", no, el adjetivo está bien elegido para no comprometer a ninguno de los sujetos.
Bueno, al final seguro que no lo ha pensado tanto y en el fondo es un mensaje simple, sin mayor relevancia. Sin embargo lo importante es que saluda siempre y siempre se para cuando pasas y no saluda queriendo no perder el tiempo en ello.

En estos tiempos grises, cuando parece que el terror y el miedo en general, acuciado casi por el cercano halloween, ganan terreno, cuando solo se habla de cosas tristes y las noticias amargan, cuando solo comentamos cuán mal está el mundo, conviene fijarse en estas cosas:
En el bibliotecario que trapichea un poco, como si fuera algo ilegalísimo, y sin que no lo sepáis más que él y tú te renueve un buen libro que no has tenido aun tiempo de leer y se despida con un afable "¡Que lo disfrutes, preciosa!", o el camarero de la cafetería de la esquina que te dice cuando llegas: "Va a ser lo de siempre, ¿verdad? café y pincho de empanada", o el conserje que se hace el malo pero que bromea hasta darte una cabina a pesar de no tener el imprescindible permiso.
Conviene fijarse en las personas que hacen que se curven un poquito las comisuras entre tanta moda del ceño fruncido; la mamá que compra trufas y las esconde en la nevera, la amiga que te trae un bizcocho y mermelada casera a casa aunque solo se quede media hora o el amigo que prefiere dejarte su cómoda cama y dormir él en un sofá cochambroso.

Por favor, hay que ser amables, porque cuando la protagonista de este tiempo es la aterradora "niña de la curva" nos conviene fijarnos, aunque solo sea por salud, en el entrañable señor de la cuesta. 

Plasmando Detalles  DdA, XI/2813

No hay comentarios:

Publicar un comentario