sábado, 11 de octubre de 2014

UNA PLAGA DE ASCO, INCOMPETENCIA, IGNORANCIA Y CHULERÍA

Jaime Poncela

Moriremos de ébola o de asco. O de las dos cosas. Estamos sentenciados. Hay una epidemia en España que nos llevará a todos por delante el día menos pensado. Dará lo mismo que tomemos medidas preventivas porque esta rabia no se acabará ni aunque muera el perro. Estos perros que andan sueltos por todos los ministerios y otros negociados, estos perros con tarjeta de crédito, estos perros rabiosos que ladran desde el alba hasta el ocaso y nos roban el hueso, se han reproducido en camadas tan numerosas que será imposible acabar con ellos. Hemos llegado tarde y ya no podremos librarnos de la plaga de asco, de incompetencia, de chulería y de ignorancia soberbia que se ha desatado a la vez que el ébola. Ya teníamos fundadas sospechas del desastre, pero viendo estos días el esquema mental que exhiben cada vez que hablan quienes nos gobiernan, su absoluta indigencia profesional, moral y política, el desprecio que sienten por los ciudadanos por muy moribundos que estén, el asco que sentimos ante todo estos tipos y tipas nos confirma que lo peor aún está por llegar.  Nuestras necesidades básicas, las cosas que nos importan, la salud, el futuro, lo más sagrado, lo más esencial, el caldo corto en el que se ha convertido nuestra vida después de hervir a fuego lento en la pota de la crisis, está por completo en manos de una cuadrilla de Ilustres ignorantes, de chulos, de señoritos y señoritas de Serrano premiados con una dirección general, de corruptos moralistas, de gentuza bien vestida que trata a los votantes como trata a los empleados del servicio doméstico de sus casas y cree además que la democracia es una barra americana en la que lo tienen todo pago gracias a la mayoría absoluta que consiguieron mintiendo como tahúres. Moriremos de asco o de ébola o de las dos cosas porque quienes se encargan de evitar la propagación de ambas epidemias son los mismos gobernantes incapaces, despectivos, impertinentes y displicentes que siguen a lo suyo  jaleados y ayudados por la ralea de ciertos periodistas que se arrascan la sarna del alma ante el micrófono antes de ir a misa de doce a pedirle a su dios que acabe de una vez con todos nosotros, ya sea de ébola o de asco. Cualquier peste les vale.


Artículos de Saldo  DdA, XI/2812

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