Cuenta la leyenda que, hace casi tres siglos,
Federico el Grande de Prusia se empeñó en derribar un molino que afeaba
la vista de su palacio, en las afueras de Berlín. En vez de agachar la
cabeza, el molinero desahuciado denunció al monarca ante los tribunales y
la justicia le dio la razón. Una sentencia obligó al rey de Prusia a
indemnizar al humilde molinero y reconstruir su molino. Pero cuando
Federico el Grande conoció el veredicto, en vez de montar en cólera,
exclamó: “Veo, con alborozo, que todavía quedan jueces en Berlín”.
No está claro que esta anécdota sea cierta; hay otra versión donde es
el molinero, y no el rey, quien celebra que aún exista la justicia. Pero
la frase en cuestión se ha convertido en un símbolo de la independencia
judicial frente al poder. Entre los jueces y fiscales, no hace falta
decir mucho más que ese “todavía quedan jueces en Berlín” para elogiar
el valor de quien se juega su carrera contra el poder político, en
defensa de la justicia.
Todavía quedan jueces en Berlín, y también en Madrid. Y uno de los más valientes está siendo el magistrado Pablo Ruz.
No me desdigo de lo que publiqué hace un año: el PP prefería a Pablo Ruz. Pensaban
que sería más fácil de manejar. Maniobraron todo lo que pudieron y algo
más para que fuese Ruz y no otro juez quien se ocupase de la Gürtel,
quien llevase los papeles de Bárcenas y quien estuviese al frente del
juzgado más explosivo de España: el central de instrucción número cinco
de la Audiencia Nacional, el que antes fue de Baltasar Garzón.
Tras cargarse a Garzón, el PP apartó del caso Bárcenas a Javier Gómez Bermúdez. El propio
Mariano Rajoy telefoneó personalmente al presidente del Tribunal
Supremo en un momento en el que el PP temía que Gómez Bermúdez
interrogase al tesorero. Poco después, la sección segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia –con el afamado Enrique López, ese juez muy cercano a la FAES al que han condenado por conducir borracho al volante de su moto– sacó definitivamente a Gómez Bermúdez del caso con un procedimiento bastante cuestionable.
Después de apartar a Garzón y a Gómez Bermúdez, el PP siguió
presionando para evitar que Miguel Carmona –el titular del juzgado
número 5, al que consideraban cercano al PSOE– tomase posesión de su
plaza sustituyendo a Ruz. Fue la mayoría conservadora en el CGPJ quien construyó un puente de plata para que Carmona se fuese al Tribunal Internacional de La Haya, en vez de la Audiencia Nacional.
Lo del Tribunal de La Haya no salió por la propia torpeza del Gobierno,
la típica chapuza: después de todos los enredos, presentaron la
candidatura de Miguel Carmona fuera de plazo. Así que el Gobierno tuvo
que dar a Carmona otro puesto para alejarle del caso Gürtel-Bárcenas: un
cargo en la embajada de Londres como juez de enlace, al lado de
Federico Trillo. Fue el propio Consejo de Ministros quien aprobó el nombramiento.
Todo esto y mucho más para que Pablo Ruz siguiese en el número cinco de
la Audiencia Nacional. Pobre Partido Popular. Tantos esfuerzos para
que, al final, Ruz no fuese tan dócil como podía aparentar.
RUZ NO SE VA A RENDIR
“¿Abrir expediente? Sí… pero al juez”. Según publica este miércoles el
diario El Mundo, ésta fue la siniestra respuesta que dio un dirigente
del PP cuando un periodista preguntó si el partido pensaban hacer algo
con Angel Acebes por su imputación en el caso Bárcenas. Cuadra mucho con
el sentir general de la cúpula de un partido al que molesta que todavía
haya jueces en Madrid.
Tras unos inicios algo
dubitativos –como el retraso en ordenar el registro de la sede del
Partido Popular–, Pablo Ruz ha mantenido una instrucción solvente y
firme contra la presunta financiación ilegal del partido en el Gobierno.
El juez Ruz ha acreditado la veracidad de los
papeles de Bárcenas, ha probado que las entradas y salidas de dinero
negro coinciden con muchos otros documentos, desde las acciones de
Libertad Digital hasta los pagos de las obras de varias sedes del
Partido Popular, y ha apuntalado una investigación que será muy difícil
ignorar cuando llegue el juicio. Aunque el Gobierno daba por amortizado
el caso Bárcenas –creían que no les podía hacer mucho daño más–, su
trabajo no solo ha puesto contra las cuerdas a Ángel Acebes, nada menos
que exsecretario general del partido. También apunta ahora a una pieza
política mucho mayor: María Dolores de Cospedal.
El último auto de Ruz, de hace unas horas, es un cañonazo más contra la línea de flotación de ese partido incompatible
con la corrupción. Además de imputar al exalcalde de Toledo por esa
presunta comisión de la que hay hasta un recibí firmado -200.000 euros–,
también señala claramente a De Cospedal. El juez pregunta al PP de
Castilla-La Mancha por sus estatutos y organización interna entre 2006 y
2007. Es algo similar a lo que que antes hizo con el PP nacional para
después imputar a Acebes.
En el mismo auto, Ruz
también advierte que está obligado a “practicar cuantas diligencias se
estimen precisas” para investigar “el grado de participación que hubiera
podido tener persona o personas aforadas”. Sin duda, uno de esos
aforados es De Cospedal, que en poco tiempo se puede encontrar con una
pieza aparte en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha.
Es probable que los movimientos judiciales en la oscuridad vuelvan,
esta vez para apartar a Pablo Ruz de la Audiencia Nacional. El pasado 24 de junio, el CGPJ renovó a Pablo Ruz medio año más
por su "excelente rendimiento". Pero su comisión de servicio termina
pronto. Los seis meses se cumplen en Nochebuena y es posible que el
regalo de Navidad que le prepara la mayoría conservadora en el CGPJ sea
volver al juzgado número 4 de Móstoles, donde tiene su plaza.
Quienes conocen a Ruz aseguran que en la investigación de los papeles
de Bárcenas hubo un punto de inflexión: cuando descubrió que el PP había
formateado los ordenadores del extesorero antes de mandárselos; toda
una muestra de colaboración con la justicia. Por eso, y por unas cuantas
evidencias más, Ruz está decidido a llegar hasta el final, caiga quien
caiga. Aunque Madrid no es Berlín. Y aquí, quien suele caer es el juez. ElDiario.es
1 comentario:
jajaja que formatearon los ordenadores antes de enviárselos, es que tiene narices la cosa, nos estafan en nuestra cara y encima se ríen, lo que sea menos colaborar, están acostumbrados a actuar como una mafia y ya ni se preocupan de que la gente lo vea porque ya saben que lo sabemos.
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