domingo, 7 de septiembre de 2014

SOBRE LOS GENIOS Y LA FELICIDAD

 
Alicia Población

Hace unos días tuve el gusto de escuchar una clase de violín de Sergey Fatkulin en la que un amigo tocaba el rondó capriccioso de Saint Saëns. Entre otros buenos comentarios que hizo, el profesor nos hizo una pregunta: qué es ser virtuoso. Ambos contestamos parecido: velocidad de dedos, buena técnica, soltura, perfeccionamiento... Fatkulin se sorprendió notablemente con nuestras respuestas ya que para él, que se había pasado unos cuantos años perfeccionando su español, entendía que una persona virtuosa es aquella que posee una virtud, es decir, alguien que tiene algo especial que le caracteriza y hace único, y no se equivocaba. Un virtuoso es aquel que domina una técnica o arte extraordinariamente,y doy especial énfasis a la palabra "extraordinariamente".
    Ser un genio, a eso se reduce. Y parece que todos queremos ser genios, poseer una virtud, porque eso es lo que va a hacernos únicos y nos va a diferenciar del resto. Por otro lado la meta de todo hombre, su objetivo último, y esto es sabido desde el inicio de los tiempos y las primeras filosofías, es la felicidad; así, se entiende que si deseamos ser un genio es porque creemos que de esta forma seremos más felices.

    He visto tocar a niños de 13 años, de 11, obras que gente de 25, con máster, aún está perfeccionando. Son auténticos genios, sean felices o no, transmiten, son únicos, marcan la diferencia. Son el claro ejemplo de genio que buscábamos. La pregunta que me hago, sin embargo, no es la mil veces citada de si un genio puede ser feliz, sino si un genio es feliz por el mero hecho de ser genio. Creo que nos equivocamos al pensar que es la genialidad la que otorga la felicidad. La genialidad está, es innata, que se desarrolle o no ya es otra cosa. Parece que los genios viven en esa costumbre de ser genios y que quien no lo es pretende alcanzar su meta de ser feliz convirtiéndose, y mientras tanto vive en una infelicidad impuesta por su categoría de mediocre. Sin embargo, ¿seríamos de verdad felices siendo genios? y los genios, ¿son felices? Pero sobre todo, ¿son felices por ser genios?

Dejando de liar la madeja precipito mi conclusión: ni los genios tienen la obligación de ser felices, ni los que no lo son la de ser infelices. La genialidad va por un lado y la felicidad por otro. Quizá convenga que haya mas felices que genios para que quizá entonces haya muchos genios felices.


Plasmando Detalles  DdA, XI/2.783

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