martes, 23 de septiembre de 2014

SOBRE LA CREACIÓN DE EMPLEO

Jaime Richart

Ante todo quiero decir que este escrito no es negativo, ni negativista, ni catastrofista. Este escrito en último término sería pesimista y rezuma tristeza; tristeza por ver a mi país en un estado lamentable y decadente que no vislumbra un futuro ilusionante y que tiene sus cimientos económicos casi reducidos a postguerra; edulcorados, eso sí, con buenas dosis de la tecnología que comparte tanto con los países desarrollados económica, social y culturalmente como los que se arrastran todavía en espera de una vida mejor pero para toda su población.

Por otro lado me niego a dar a estas reflexiones un sesgo economicista, pues aparte de no ser experto, ni querer serlo, en economía de mercado, mi visión del asunto tiene más que ver con la sociología y con la antropología que con la Economía propiamente dicha que, en España, tiene muy poco que decir aunque quiera explicarlo todo. Sólo tendré en cuenta de ésta, que distingue tres sectores productivos. Pues bien, para cualquier observador profano resulta evidente que no hay ninguno propicio para la creación de empleo. El único que se presta a ella, y eso cada vez más estacional y precariamente, es el terciario de Servicios. En el primario y en el secundario no hay nada qué hacer. Los países europeos tradicionalmente industriales aportan la producción suficiente para abastecer a los demás. Y España, que nunca ha sido una potencia industrial precisamente, tal como está diseñada la Unión Europea y mientras pertenezcamos a ella, nunca lo será. Está prácticamente desmantelada. Pero es que los intentos realizados en el sector secundario tampoco dan resultados.  Un caso bien ilustrativo muestra de la miopía y cerrazón típica de un país que sigue retrasado es el de la empresa Edse Inventiva, responsable de las bicicletas urbanas ganadoras de un concurso público que recibió el encargo de fabricar 11.000 bicicletas de uso público para servir a Copenhague que ha tenido que desprenderse de la licencia de dicho modelo por no recibir el apoyo financiero de ninguna entidad española.

De nada sirvió el contrato adjudicado en Dinamarca, valorado en cerca de 5 millones de euros, y que implicaba la construcción de 11.000 bicicletas eléctricas entre 2013 y 2014. Hechas de aluminio, con ruedas antipinchazo y panel inteligente sobre el manillar, el modelo Urbike es fruto de un fuerte esfuerzo inversor en I+D que no se vio recompensado por las entidades bancarias. Finalmente, será una empresa danesa la que se encargue de construirlas. Aunque para Edse Inventiva el futuro viene cargado de proyectos en el extranjero, se ha perdido una gran oportunidad para generar empleo de forma local en una pyme innovadora. La falta de crédito, en definitiva, le cuesta un concurso público danés a una firma española de bicicletas eléctricas. La conclusión es: si a semejante iniciativa interesante desde todos los puntos de vista España, sus instituciones y la banca, no han sido capaces de darle salida ¿qué espíritu en materia de financiación late en la urdimbre bancaria que no sea el ladrillo, que por cierto se ha derrumbado ya con estrépito aplastando el entramado de la economía?

España no destaca precisamente por el registro de patentes. Del millón de inventos que se intentan registrar cada año en el mundo, apenas 3.000 son inventos españoles, según la Oficina Española de Patentes y Marcas. Cifra muy alejada de las 20.000 patentes que suele registrar anualmente Italia, las 30.000 de Francia o las más de 80.000 de Alemania. El motivo de este retraso no es, por lo tanto, la falta de creatividad ni de iniciativas, sino el escaso impulso innovador de las empresas, responsables del 90% de las patentes. ¿Qué ocurre cuando la falta de financiación se convierte en el verdadero limitador para las pymes españolas? ¿Cuál es el coste de oportunidad de que no fluya el crédito? Pues que España, sin infraestructura primaria y desatendida la secundaria, debe conformarse con prestar atención exclusivamente a los servicios. No hay industria, hay mucha inventiva pero no sirve para nada, y la economía global y la vida de los ciudadanos dependen sólo del consumo masivo, y sin embargo no hay consumo porque no hay empleo, en un círculo vicioso del que, por más que los dirigentes económicos y políticos digan otra cosa, no hay manera de salir.

La cuestión es que la creación de los puestos de trabajo, la riqueza y la propia generación de riqueza son conceptos evanescentes pese a parecer sólidos y concretos. Pues ¿qué sentido tienen desde el punto de vista no económico empleos como secretario o chófer de ministro o alcalde para abajo? ¿Acaso el ministro o el alcalde no pueden escribir por sí mismos o no pueden conducir un coche? Pues por la misma razón -razón artificiosa y cultural por otra parte- se pueden crear muchos otros puestos de trabajo. Por ejemplo el de amo o ama de casa, y tantos otros o quehaceres y actividades más o menos serviles y en todo caso superfluos. En definitiva es una cuestión más que de economía y de recursos, de voluntad política y sobre todo de filosofía social y de conceptos. Por aquí es por donde debieran empezar los cambios que este país precisa. Por ejemplo, urgir la abreviación de los procesos y el acortamiento de las distancias empiezan a ser signos no de desarrollo sino de decadencia. El tiempo no es oro, como ha venido rezando la sociedad durante un siglo.  El tiempo es eterno. La sociedad cuenta con todo el tiempo que quepa imaginar. ¿Por qué medir la eficacia y el trabajo por el tiempo y por su abreviación? ¿Acaso la espera no es una constante en la atención de la sanidad que es justamente donde menos corresponde?

Se dice que el funcionariado y en general los servicios no generan riqueza. ¿Qué clase de riqueza crea este país que no se confunda con prestación de servicios habida cuenta que, como decía, no hay industria ni innovaciones de ningún género que justifiquen hablar de ansia en "generar riqueza"? ¿Qué clase de riqueza genera un día afortunado en Bolsa o un golpe de casino financiero, que es la manera en la que las "sicav" y las del "Ibex" empobrecen al resto? Se quiere complicar considerablemente el aborto y se desea más natalidad y sin embargo no se da salida alguna a la mujer que, por carecer de recursos la mayoría de las veces no desea ser madre; ¿por qué no crear puestos de trabajo para sanear ríos, montes, mares y bosques? A fin de cuentas el empleo es fungible, es decir intercambiable, y abarca a todas las actividades que seamos capaces de imaginar, y la generación de riqueza y la riqueza misma son pura convención, como lo son el propio lenguaje y el vocabulario abstracto.
 
Me diréis que mi planteamiento de crear puestos de trabajo que no generan riqueza, una riqueza que ya no se puede articular sin el peligro de ser contestada, es un disparate.
Diréis que mi planteamiento de crear empleos (...) es un disparate, pero ¡cómo no van a considerarlo también un disparate los poderes si no son capaces de ayudar a crear los tradicionales!  Y sin embargo, si hablamos de disparates y de absurdos, lo que sucede en España, vista la profunda desigualdad entre los ricos, los muy ricos y los que carecen de todo, el país, la economía y la realidad, para millones de personas, es un disparate, o un absurdo gigantesco que ya nadie puede ser capaz de asimilar.

                            DdA, XI/2797                                 

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