Carlos Muñiz Prieto
Radical es tener al país sufriendo el mayor aumento de brecha
social de Europa, mientras la mayor desigualdad se da en Alemania porque
los ricos son muy ricos; pero aquí: los pobres son cada vez más pobres
mientras los ricos no dan más de sí. Radical es el engaño de un
socialismo que ha hecho política de derechas sin perder la compostura
como demuestra el informe que (encargado por el CSIC) hizo James Petras.
Luego se terminaría con altos cargos del Ministerio del Interior en la
cárcel por terrorífica guerra sucia o roldaniana huida; y, llegado a ese
punto, la otra derecha proclama que: donde haya profesionales que se
quiten los aficionados. Con Aznar dura la cosa hasta que, otra guerra y
un terrorífico 11-M, logran hacer volver al más radical y cejijunto
socialismo de «... Lo que queráis», y aún seguimos pagando las
consecuencias. Radical es quien se sienta ante la bandera de los USA en
desfile militar porque el que los norteamericanos sean culpables ayuda a
soliviantar a las masas a su favor. Pues de trastocar conceptos e irse
de rositas trata este asunto de la política: donde los perseguidores se
trastocan en salvadores ante las elecciones buscando anular todo
análisis crítico, con resultado de 60% de abstención al no haber
alternativas; por eso alguien con dos carreras universitarias y
doctorado, debe ser presentado como radical dictador chusquero. ¿Será
radical el liberal don Antonio Garrigues Walker cuando ante tanta
precariedad y economía suicida manifiesta: «quizás hubiese que implantar
un impuesto negativo» para dar renta a los que no la alcanzan; o cuando
dice que se necesitan cambios: «que los países emergentes no acaban de
emerger y que los desarrollados no crecen» y que se deben poner en
cuestión una serie de valores ya obsoletos? ¿Será radical al citar luego
(¡qué atrevimiento don Antonio!) a Foucault: «antes de ponernos a
pensar habrá que pensar si podemos pensar de forma distinta a lo que
pensamos»? Claramente... Podemos; porque podemos aplicarnos todos ese
pensamiento foucaultiano que ni es marxista ni psicoanlista, y nunca más
permanecer dormidos. Los ciudadanos (Cs), unidos para el progreso y la
democracia (UPyD), juntos (Podemos), iremos a votar y votaremos en
contra. Los perseguidores: esos maltratadores de obsoletos partidos del
pasado que no les importaba ser blancos o negros si lo gatos cazaban
ratones, no volverán a convencernos para no ir a votar; porque el gato
negro, negro es aunque cace ratones. Ellos, en su negrura, tienen miedo y
niegan toda esperanza fuera de sí, pero hay alternativas. Dice también
don Antonio G. W.: «Veremos espectáculos que nos recordarán el caso de
aquella persona a quien el miedo a la muerte le condujo al suicidio».
Ese, no será el suicidio de las personas, sino el de ellos. Como pueblo
capaz y sin complejos, solidario y sin espavientos ni algarabías: iremos
a votar en contra de tanto obsoleto del pasado, convencidos de que: «la
política cuando no la haces tú mismo, te la hacen otros en tu contra».
No nos impondrán su pasado de pérdidas y desempleo, porque nuestro
esfuerzo buscará un futuro de ganancias y actividad: de libertades
cívicas, de salud, de educación, de adecuación: de empleo y ocupación
productiva para prosperidad de todos. Toda una gran responsabilidad de
cara a los tiempos que vienen de un nuevo reinado y de necesarios
cambios. Por eso estaremos vigilantes sin mirar al pasado; para ello
leeremos y analizaremos, artículos y discursos.
DdA, XI/2789
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