jueves, 4 de septiembre de 2014

SABER Y SENTIR O LA GLOBALIZACIÓN DEL SER


Carlos Prieto

Me suelen ponderar la memoria. No me quejo de ella ni de que se la alabe. Si la memoria pasa por saber que el Jiloca se vierte en el Jalón en Calatayud, o significa saber que “puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor ésta te escribo” lo escribió Cervantes al Conde de Lemos en 1616, no me parece conocimiento inútil. Nuestro humanista Luis Vives escribió «Tienen mejor memoria que los viejos los jóvenes; «lo primero en que influye la edad es la memoria», dijo Séneca; y no hay señal más cierta de senectud que el decaer la memoria.»

Si al ponderarme la memoria, ponderan mi juventud, bendita ponderación. Con lo que yo no confundiría la memoria es con el recuerdo.

Mi memoria me refresca haber leído que recordar es “volver a pasar por el corazón”, ¿tal vez en “Ética para Amador”? El recuerdo es personal, sensitivo, asociado a nuestra vida. El Método Stanislavsky basa en recuerdos de experiencias los sentimientos necesarios para adaptarlos en la situación, vivencia, que deben aflorar en su personaje.

Y los recuerdos, al revés que la memoria, no decrecen con la edad. Se incrementan.  Me encuentro, cada vez con más frecuencia, evocando situaciones pasadas. La pesca de una lubina al lado de nuestra San Pedro de Gijón, la alegría de recolectar dos cestadas de oronjas un día de S. Mateo, el miedo infantil cuando en la pantalla los indios invocaban, de noche, al Gran Manitú… y esas vivencias, vueltas a pasar por el corazón, se hacen hermosos recuerdos. Me llevan a confesar que he vivido. Y entre los recuerdos me parece abundan más los hermosos que los ingratos. El mismo miedo, ya vencido, te recuerda lo valiente que supiste ser.

- Yo lo pruebo -decía él-. Nuestro Salvador dice en el Evangelio de San Juan, dieciséis: «La mujer, en la hora del parto, siente tristeza; pero después que ha dado a luz, ningún recuerdo conserva de su angustia.» Rabelais

Recuerdo cuando lo leí a los 15 años. ¡Que risotadas! ¡Qué disfrute tener la buena memoria de los jóvenes y los amplios recuerdos de los mayorcitos! Saber y sentir. Eso es la verdadera gobalización, la del ser, la del yo que ha estudiado y sentido. La de haber incorporado el conocimiento a la experiencia.


                            DdA, XI/2.781                               

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