Antonio Aramayona
Quisiera que en mi país no hubiese héroes, que nadie descollase entre
la población por sus hazañas o virtudes, pues todos ya estaríamos
siendo y haciendo lo que deberíamos ser y hacer. Famoso fue, por
ejemplo, hace año y medio, un bombero que se negó a colaborar en el
desahucio de una anciana de A Coruña. En el fondo, se negó a atentar
contra el derecho de todo ser humano a una vivienda digna, tal como
proclaman el artículo 25.1 de la Carta Universal de la ONU y el artículo 47 de la Constitución Española de 1978.
Pero si todos los bomberos gallegos, españoles y del mundo hiciesen lo
mismo que ese bombero, Roberto Rivas, es decir, dar preferencia a su
conciencia frente a las órdenes recibidas, no habría más héroes bomberos o de cualquier otro tipo, y mi país funcionaría de maravilla.
Según
la Subdelegación del Gobierno, aquel bombero alteró el "orden público"
al negarse a cortar una cadena que impedía la entrada a la vivienda de
la anciana desahuciada, por lo que se le impuso una multa de 600 euros y
se le llevó al banquillo de los acusados. Pero si la población española
se preguntara entonces de qué le sirve un orden que priva de uno de los derechos fundamentales (y obrara en consecuencia), mi país iría como la seda.
Sueño
con que un día no muy lejano el Cuerpo de Bomberos y los Cuerpos y
Fuerzas de Seguridad del Estado y los funcionarios públicos y toda la
ciudadanía en general antepongan los derechos fundamentales a las leyes y
normativas dirigidas a lesionar tales derechos, y no renieguen de su
conciencia ética frente a unas normativas y unas leyes que benefician
primordialmente a los intereses de las grandes fortunas y las grandes
empresas.
Cuentan las crónicas
que, al llegar el día de la vista del juicio de aquel bombero de A
Coruña, se congregaron en el Juzgado portavoces, viceportavoces,
concejales y personalidades políticas de la ciudad apoyando al bombero
sancionado y pugnando quizá también por salir en las fotos de portada y
en las primeras noticias de los telediarios nacionales y locales. Sin
embargo, quedaban lejos de allí las lágrimas, la desesperación y los
suicidios de otros miles de damnificados por desahucio y de las víctimas
de la sordomuda indiferencia de la maquinaria legal y gubernamental.
He asistido a vergonzantes juicios en los que la maquinaria del sistema tritura hasta el último hueso de víctimas indefensas. Por ejemplo, un juicio por denuncia de un hipercorpulento policía local, presuntamente lesionado (varias semanas de baja) por un minúsculo inmigrante de unos cuarenta y muchos años y de apenas cincuenta y pocos kilos, que un mediodía, al llegar a casa, vio todos sus enseres en la calle y su casa cerrada a cal y canto por cumplimiento de un desahucio. Aquel pobre hombre subsahariano acabó multado y en la calle, con la única compañía de sus compañeros de Stop Desahucios, y la lacerante ausencia de unos supuestos representantes políticos locales y autonómicos (que minutos antes habían hecho declaraciones a la prensa, fotos incluidas, y se habían largado raudamente después por donde habían venido, en cuanto desaparecieron los medios).
He asistido a vergonzantes juicios en los que la maquinaria del sistema tritura hasta el último hueso de víctimas indefensas. Por ejemplo, un juicio por denuncia de un hipercorpulento policía local, presuntamente lesionado (varias semanas de baja) por un minúsculo inmigrante de unos cuarenta y muchos años y de apenas cincuenta y pocos kilos, que un mediodía, al llegar a casa, vio todos sus enseres en la calle y su casa cerrada a cal y canto por cumplimiento de un desahucio. Aquel pobre hombre subsahariano acabó multado y en la calle, con la única compañía de sus compañeros de Stop Desahucios, y la lacerante ausencia de unos supuestos representantes políticos locales y autonómicos (que minutos antes habían hecho declaraciones a la prensa, fotos incluidas, y se habían largado raudamente después por donde habían venido, en cuanto desaparecieron los medios).
Dicen que Nelson Mandela afirmó que
"los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por
la libertad de su pueblo", y de esa clase de líderes solo restan los
vestigios históricos de algunas personas que lucharon incondicionalmente
por los derechos de la gente en el pasado. Por consiguiente, sueño
igualmente con que en mi país no haya un solo héroe político, porque
todos y cada uno de ellos se dedican a luchar denodadamente, día y
noche, por salvaguardar y fomentar los derechos y las libertades
fundamentales de la gente que les ha votado y que les paga para ello con
el poco dinero que aún les resta.
Hoy, lamentablemente, casi
todos los dirigentes están medio aletargados o totalmente adormecidos
entre los plácidos engranajes del sistema. No basta decirse de
izquierdas, hay que encabezar activamente los movimientos y las luchas
diarias para oponerse al desmantelamiento de los derechos y las
libertades que aún restan a la ciudadanía. No basta apoyar mediante una
nota escrita las protestas y las acciones de la ciudadanía que combate y
que sufre, también hay que estar y luchar incondicionalmente con el
pueblo a pie de calle, y no solo a pie de alguna pancarta de relumbre
con el fin de que los medios dejen constancia de su imagen y de su
nombre.
No obstante, sin duda quedan héroes en mi país. Entre
otros, conozco a tres: Diana, Diego y Jara, con quienes tú también
puedes contactar fácilmente en el portal de Internet Esto no es una escuela e incluso, si quieres, mandarles un abrazo.
DdA, XI/2796
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