martes, 9 de septiembre de 2014

¿QUÉ PARAÍSO NATURAL PUEDE INVOCAR UNA ASTURIAS OFICIAL QUE LO HACE MALEZA Y ABANDONO?

Lazarillo

Leí hace unos años que el gobierno del Principado de Asturias encargó y pagó en su día una actualización del conocido y magnífico logotipo que hace casi treinta años realizó el diseñador gráfico catalán Arcadi Martorell, para quien Asturias es su segunda casa por la admiración que profesa a esta región. Se comprende así que ese paisaje de mar y montaña enmarcado en la triple arcada de la preciosa iglesia prerrománica ramirense de Santa María del Naranco  haya calado tanto como vistosa identificación de Asturias, porque también en el diseño gráfico cuenta la identificación personal del autor con el escenario que trata de comunicar a los demás. Léi entonces, digo, que la revisión de ese logotipo de Asturias, paraiso natural, llevaba tres años durmiendo el sueño de los justos en un cajón de la administración regional. El Gobierno del Principado encargó y pagó una actualización del conocido logotipo de «Asturias, paraíso natural» que jamás llegó a utilizar. Mucho me temo que esa desidia tiene relación con lo que Luis Arias expone en su artículo: que Asturias, como paraíso natural, muestra cada vez más un escenario en el que crecen la maleza y el abandono. "¿Qué paraíso natural -se pregunta Luis- puede invocar una Asturias oficial que no es ni fue capaz de fijar en el campo la población mínima imprescindible para evitar que nuestro medio rural vaya camino de convertirse en un territorio en el que la maleza y el abandono lo entierren todo?". Quienes la visitamos cada verano y pateamos sus caminos somos conscientes de la deplorable realidad que se expone en este artículo:

Un día espléndido este 8 de septiembre en el que la Asturias oficial celebra su romería en Covadonga. Por estos lares del bajo Narcea, algunos felechos anuncian la seronda con la mudanza en su color. En los bardones de los muros de piedra, las moras están en su mejor sazón. Mientras que el paisaje da acuse de recibo de una sequía inhabitual. La brisa no refresca lo deseable. Pero mantiene despierta la vegetación. Un día espléndido tras una hermosa noche en la que la luna estaba con ese punto de hermosura que le da el misterio en la que la niebla la envuelve, niebla nada espesa que no impidió que el resplandor lunar llegase a las piedras durante la madrugada.
Un día espléndido, digo, también para repensar Asturias, para añorar, para pedir a una de nuestras palabras más hermosas, la señardá, que acuda a nuestro discurso como pieza fundamental. Señardá, sí, pero sin empalagosos lamentos, sin tonos melodramáticos que indigestan. Señardá imprescindible cuando se invoca un paraíso que siempre tiene relación con la infancia, idealizada o no, pero que nunca deja de estar en nosotros.
¿De qué señardá cabe hablar un día como hoy? De aquella que nos invade en el momento mismo en que hacemos memoria de que ésta es la tierra, entre otros, de Jovellanos, Clarín, Fernando Vela y Pérez de Ayala. De que ésta es la tierra en la que se escribieron obras maestras de la literatura. De que ésta es la tierra en la que el movimiento obrero tuvo una referencia de primer orden. De que ésta es la tierra en la que literatos como Clarín captaron la poética de un paisaje capaz de mantener su personalidad sin que nadie pudiera alterarlo. De que ésta es la tierra que todos llevamos dentro, incluso aquellos que por diversas razones tuvieron que abandonarla en un momento de sus vidas. De que ésta es la tierra en la que se vieron grandes potencialidades de futuro sin que ello supusiese hipotecar las posibilidades de generaciones venideras, sino al contrario favorecerlas.
¿Y qué paraíso puede invocar la Asturias oficial que no sólo no tiene respuesta ante el paro y la despoblación, sino que además su interés por el cuidado medioambiental deja tanto y tanto que desear? ¿Qué paraíso natural puede invocar una Asturias oficial que no es ni fue capaz de fijar en el campo la población mínima imprescindible para evitar que nuestro medio rural vaya camino de convertirse en un territorio en el que la maleza y el abandono lo entierren todo?
Esa Asturias oficial que habla de nuestra tierra como un paraíso y que, sin embargo, mira hacia otro lado cuando determinados organismos estatales como la Confederación Hidrográfica toma medidas sancionadoras contra vertidos altamente contaminantes. Esa Asturias oficial que, ante el envejecimiento de la población, tiene como única respuesta solicitar el diálogo con otras administraciones, sin presentar una sola propuesta al respecto. Esa Asturias oficial que dice apostar muy seriamente por los pilares del Estado del bienestar al tiempo que aplica a rajatabla y sin rechistar los recortes que impone el Gobierno de Rajoy en materia educativa y sanitaria.
¿Sería mucho pedir que se hablase claro acerca de una situación insostenible tras una larga serie de reconversiones? Y, a propósito de reconversiones, aquí se hicieron todas menos la reconversión política. ¿Verdad que sí?


                                  DdA, XI/2785                                   

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