Antonio Maestre
Pilar Manjón tiene que dimitir. Dimitir de nosotros, de una España
desagradecida y miserable. Hay personas que están por encima de la
sociedad a la que pertenecen y Pilar es un ejemplo de esto. España no se
merece a una mujer como ella que nos ha regalado un ejemplo de dignidad
permanente, comprensión y solidaridad, y le hemos pagado con desprecio,
insultos y miseria. El revanchismo de la derecha española llevaba diez
años afilando sus garras esperando a que cometiera un error para verter
sobre ella toda su bilis, su odio y su desprecio. Pilar, jamás te han
perdonado que no te dejaras utilizar políticamente por aquellos que
querían instrumentalizar el día de la muerte de lo que más querías. No
te plegaron y no han tenido piedad contigo por mostrarte fiel a tus
principios.
Pilar, déjanos en paz. Déjanos con nuestra miseria moral y ocúpate de
aquellos que te hayan mostrado su cariño y apoyo desde aquel fatídico
día. Llevas años enseñándonos que la venganza es el recurso de los que
no se conforman con la justicia, has sabido mirar por encima de tu
tremendo dolor para no prejuiciar y culpar a una religión, a una
cultura, a un pueblo por lo que unos pocos hicieron. Ahora te llaman
racista porque en un momento de horror no utilizaste la forma adecuada
para mostrar el dolor que te provoca que otras madres sufran lo que tú
no olvidarás jamás. Les cuesta entender que te duela la muerte de otros
niños como si fueran tu Daniel, porque nadie mejor que tú sabe lo que es
perder la paz para el resto de tus días.
Pilar, olvídate de nosotros. No sabremos apreciar que las marcas de
tristeza y cansancio que muestran tu cara esconden pura belleza, las de
una madre que decidió hacer de su dolor un motivo de esperanza para los
que jamás sabremos lo que has sufrido. Has decidido darnos un ejemplo de
vida, y te lo hemos agradecido con soberbia. No lo intentes, quien te
insulta y ha aprovechado para lincharte jamás entenderá que de verdad
sientes dolor por cada niño muerto en Gaza, dolor verdadero, de los que
hacen hincharse los ojos y llevan negrura al corazón. Jamás lo
entenderán porque no conocen la compasión ni la capacidad de sentir
empatía. No insistas Pilar, refúgiate en los que te quieren y danos por
imposible. España no se merece ni una lágrima más por tu parte.
Pilar, dimite. Déjanos solos, rumiando nuestro odio, ignorando tu
dignidad y dándote lecciones de corrección política. Tienes derecho a
equivocarte, a reír, a llorar en silencio, y por fin, a ser feliz.
Tienes derecho a descansar, sin perder un sólo minuto más de tu tiempo
en mostrarnos con tus actos lo que es un ser humano ejemplar. Nos
merecemos tu más absoluto desprecio, el mismo que te hemos dado durante
todos estos años. Yo, por mi parte, sólo siento no haber correspondido a
todo lo que nos diste.
La Marea DdA, XI/2.761
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