Lazarillo
Las vacaciones y el habitual distanciamiento que caracteriza a este Lazarillo en cuanto tiene oportunidad de tirarse al monte, no me permitieron leer hasta hoy el artículo que el pasado domingo publicó en el diario El País Manuel Vicent en su habitual columna de la última página. Creo que es digno de atención el diagnóstico que hace de las palabras gastadas del nuevo líder del Partido Socialista, Sánchez Pérez-Castejón, propias para aburrir a la militancia, mientras una juventud airada -escribe Vicent- está a punto de hacer saltar el horizonte. Mientras el PSOE invoca el centro para salvarse, una nueva música -entiende el escritor valenciano- está sonando de forma confusa en la calle: la de Podemos, que ha robado a la izquierda las palabras de siempre, pero cargadas de rabia y desesperación:
"En el relevo de la cúpula del Partido Socialista el nuevo líder, Pedro
Sánchez, a quien sin duda las cámaras adoran, ha pronunciado discursos,
ha dado entrevistas, ha hecho declaraciones, ha formulado promesas. En
su boca han sonado de nuevo las palabras de siempre: ilusión, cambio,
solidaridad, proyecto, justicia, igualdad, diálogo, futuro, ciudadanía.
No creo que nadie haya sentido una emoción especial al oírlas y tampoco
el propio líder al pronunciarlas. Envueltas en el tono correcto
previsible no hay forma de que un político socialista se salga del
pentagrama. Hay palabras en otro tiempo llenas de energía, que
pronunciadas por algunos políticos están ya desactivadas y han perdido
toda la carga. Como si supieran que las palabras nuevas hieren o
comprometen demasiado los socialistas evitan cualquier exceso verbal.
Ante todo quieren dar la sensación de que son un partido de orden, una
alternativa de Gobierno, una parte esencial del sistema. Creo que sus
votantes están deseando irritarse, sorprenderse, excitarse, incluso
escandalizarse con nuevas formas de acción, todo menos aburrirse con las
palabras gastadas. Hoy un político de izquierdas recortado por la línea
de puntos, lleno de buenas intenciones, no es nada, aunque tenga un
buen perfil. Mientras en la calle se oyen los cascos de los caballos
metálicos y los versículos malditos del Apocalipsis están colgados de
las acacias y una juventud airada está a punto de hacer saltar el
horizonte, este es el momento en que el Partido Socialista solo parece
invocar el centro para salvarse. Ignoro qué viento la transporta, pero
sin duda hay una música nueva que de forma confusa pero contundente está
sonando en medio de la calle. No a otra cosa se debe el éxito de
Podemos, una formación asamblearia que ha robado a la izquierda las
palabras de siempre pero las ha cargado de desesperación y de rabia".
DdA, XI/2.769
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