jueves, 31 de julio de 2014

A MANU PINEDA, CON TODA MI ADMIRACIÓN, CUANDO TANTAS CONCIENCIAS ESTÁN DE VACACIONES

Félix Población

Nos contaba ayer Eugenio García Gascón, el corresponsal de Público que durante los últimos años tan puntual y valiosa información nos dio del conflicto que se vive en Palestina, que entre los activistas que colaboran con los servicios médicos palestinos para socorrer a las víctimas de la masacre que está perpetrando el estado de Israen en Gaza desde hace semanas se encuentra un ciudadano español. "Manu Pineda -escribe el citado periodista- concede a la muerte una cita diaria. Es uno de los activistas que viajan en las ambulancias que recogen a los heridos en las zonas más calientes, las que más sufren constantemente los bombardeos de Israel. Manu y sus compañeros arriesgan su vida sin ni siquiera estar dispuestos a revelar cuándo se subirán en la siguiente ambulancia, ni a qué zona específica irán. Lo consideran una información estratégica que no debe caer en manos del ejército israelí para que su misión tenga más poder de disuasión". La crónica de García Gascón resaltan que Pineda forma parte del grupo de voluntarios de otros países (Venezuela, Suecia, estados Unidos, Australia, Francia y el Reino Unido) que se reparten los turnos para llevar a cabo sus arriesgadas labores humanitarias. Ayer mismo, explica, los drones dispararon tres cohetes alrededor de su coche cuando se dirigía a comenzar su turno. "Fueron tres avisos del ejército. Es la vez que más directamente me han avisado", dice este malagueño de adopción de 48 años.
Manu, veterano militante del PCE, se interesó por el problema palestino desde su juventud pero no fue hasta 2011, cuando la flotilla de la libertad trató sin éxito de romper el bloqueo de Gaza, cuando comenzó a viajar a la zona. "El foco de mis actividades no se centra en una crítica a Israel sino en una crítica a los gobiernos occidentales que apoyan las políticas de Israel. De ahí que sea importante no recibir ayudas institucionales, pues este tipo de ayudas te coartan la libertad de expresión y no te permiten hablar con claridad", añade Manu. "Mis actividades las financio con la ayuda de mi familia, aunque se trata de una ayuda insuficiente. Recaudamos algo más con conciertos, pero estamos obligados a llevar una vida austera. Comemos básicamente hummus y falafel, dos platos bastante asequibles. Consideramos que esto es preferible a recibir subvenciones institucionales que acaban por condicionar tu trabajo. De esta manera no dependemos de nadie, lo que es una ventaja".
Al aseguar que Hamás tiende a ejercer sobre los activistas extranjeros un exceso de protección, hace referencia al asesinato del periodista italiano Vittorio Arrigoni en 2011, del que se ocupó este DdA en cuanto leí el libro que el colaborador de Il Manifesto dejó escrito como resultado de sus crónicas para este diario:


EL MANIFIESTO HUMANO DE VITTORIO ARRIGONI*

Ignoro si el Estado italiano tiene ya datos precisos sobre la autoría, pero el extraño asesinato del cooperante pacifista y propalestino de ese país, Vittorio Arrigoni, a mediados del pasado mes de abril y a manos de un supuesto grupo salafista que lo secuestró con ese único objeto (lo mataron a las pocas horas), solo puede haber beneficiado a Israel, pues la víctima había desafiado a Israel con su presencia en Gaza durante la operación Plomo fundido y el valiente testimonio periodístico de sus crónicas, publicadas en el diario Il Manifesto.

Arrigoni fue el único ciudadano occidental que vivió aquel infierno, entre los días 27 de diciembre de 2008 y 18 de enero de 2009, y tuvo el valor de contarlo junto a quienes lo padecieron, porque esa fue su decisión, libre, arriesgada y solidaria con la población gazarí. El resultado es un libro muy intenso y muy duro, que lleva en el título la frase que el autor repetía al término de cada una de sus crónicas: Seguimos siendo humanos. Arrigoni estuvo en Gaza mientras el silencio del mundo civil era mucho más ensordecedor que las explosiones que “cubrían la ciudad como un sudario de terror y muerte”.

Tanques, cazas, aviones teledirigidos, helicópteros Apache, el más grande y sofisticado ejército del mundo se puso en acción contra una población que se mueve todavía en burro, como en los tiempos de Cristo. “Como pacifista y no violento –escribe el cronista- aborrezco cualquier ataque de palestinos contra israelíes, pero aquí estamos hartos de escuchar la cantinela según la cual esta matanza de civiles sería la respuesta de Israel al lanzamiento de los modestos cohetes palestinos. Desde 2002 hasta la fecha, los Qassam han provocado 18 muertos en Israel y aquí, en unas pocas horas, hemos contado en los hospitales más de 250 civiles muertos”.

Capítulo a capítulo, Vittorio desgrana el número de víctimas que las tropas israelíes van causando entre la población civil. Niños, ancianos, mujeres y 16 miembros del personal médico que socorría a los heridos son buena parte de las más de 1.400 personas abatidas durante la ocupación militar. Según la organización humanitaria israelí Médicos por los Derechos Humanos (PHR), el ejército de ese país “violó los códigos éticos por haber atacado al personal médico, haber dañado las instalaciones sanitarias y haber disparado indiscriminadamente a civiles que no participaban en las operaciones”.

Arrigoni, sin ser periodista, detalla con agilidad y un lenguaje directo y desnudo la muy cruenta entidad de la masacre: a bordo de las ambulancias, al pie de los hospitales, junto a las muchas mezquitas bombardeadas o sobre el asfalto carbonizado en el que reposan los cadáveres de “seis pequeñas hermanas como muñequitas rotas que alguien tiró a la basura porque ya no servían”. Un médico del hospital de Al Shifa señala que el fruto de toda esta mierda que les han tirado encima durante tres semanas -se refiere al fósforo blanco-, “lo recogeremos en el futuro en forma de tumores y bebés deformes”. Jamal, cirujano del mismo hospital, es mucho más expresivo al reflejar la masacre de una escuela de las Naciones Unidas: muestra a Vittorio una caja llena de miembros de niños mutilados. Un ministro israelí que no desveló su nombre dijo en unas declaraciones al periódico Haaretz que cuando salga a la luz la absoluta devastación de Gaza no podrá volver a Amsterdam de turismo, sino sólo para comparecer ante el Tribunal de La Haya.

Según contabiliza Vittorio Arrigoni, la acción armada israelí durante 22 días destruyó o dañó 21.000 edificios civiles, 57 centros médicos, 51 edificios y 59 escuelas de la ONU, 1.500 fábricas y comercios, 20 redes de abastecimiento de agua y saneamiento e instalaciones eléctricas. En total, 100.000 palestinos fueron encontrándose de un día para otro sin hogar.

El cronista también deja constancia de una explícita y extraña llamada para acabar con su vida como miembro del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM). No proviene precisamente de supuestos grupos salafistas. La encuentra en una web estadounidense, redactada en los siguientes términos: AVISO A LOS MILITARES DE LAS FUERZAS DE DEFENSA DE ISRAEL PARA ATACAR AL ISM ( se da un teléfono al que deben llamar) OBJETIVO Nº 1 PARA LAS FUERZAS AÉREAS ISRAELÍES Y TROPAS TERRESTRES DE LAS FUERZAS DE DEFENSA ISRAELÍ INVITACIÓN AL ASESINATO DE VITTORIO ARRIGONI (junto a una fotografía del citado) QUE ACTUALMENTE AYUDA A HAMAS EN GAZA.

En otro pasaje del libro, Arrigoni expresa su confianza en que el alto mando israelí no lea Il Manifesto, pues sus tropas habían bombardeado un edificio próximo hiriendo a dos periodistas palestinos como clara advertencia de que la masacre no debía ser contada. "El ejército israelí sabe perfectamente dónde encontrarme incluso esta noche", responde Vittorio al término del capítulo Buitres y cazadores de recompensas: “Estoy a bordo de las ambulancias del hospital Al Quds en la ciudad de Gaza".

Los asesinos acabaron por encontrarlo, después de que Vittorio diera voz a una masacre sin más voz que la suya en los diarios de Occidente. Subraya el periodista Alberto Arce, en el epílogo del libro de su amigo, que Vittorio es "alguien que un día contribuirá con sus palabras a dotar de contenido un juicio en el que los responsables de aquella matanza se sienten en el banquillo de los acusados y sean condenados como lo que son, auténticos criminales de guerra". Las palabras han quedado escritas, pero Arrigoni lo pagó con su vida. Debemos creer que para dar vida a la verdad, manifiestamente humana.

*"Gaza: seguimos siendo humanos",
Bósforo Libros, Madrid, 2010.

"La unidad palestina es un paso importante en la dirección correcta -afirma Pinedo en la crónica del corresponsal de Público- aunque observo que la sociedad de Gaza está muy dividida. Israel ha querido acabar con Hamás pero no lo ha conseguido, se ha equivocado, y con esta guerra ha logrado justamente lo contrario a lo que buscaba: unir más a los palestinos. Sin embargo, soy un pesimista irreductible y creo que la unidad no se va a consolidar".
"Creo que Netanyahu no quería esta guerra porque desplazaría el foco de atención hacia él y hacia Gaza, pero la resistencia ha conseguido crear una situación que es positiva para la causa palestina. No obstante, no querría dar lecciones a la resistencia palestina sino ayudar en la medida de nuestras posibilidades".
Manu tenía previsto volver a España el 15 de junio, pero dos días antes fueron capturados tres jóvenes colonos judíos cerca de Hebrón. Se temió lo peor y decidió cancelar el viaje. "Necesito unas vacaciones, ir a la playa con mis hijos, pero no saldré de Gaza hasta que termine todo esto". De momento, Manu seguirá viajando un día sí y otro también dentro de las ambulancias que corren un gran riesgo acercándose a las zonas en conflicto. "Admiro a los paramédicos palestinos que viajan en las ambulancias cada día y ponen sus vidas en peligro continuamente. Desde hace tres meses que no cobran su salario, mientras que otros funcionarios de la ANP que llevan tres años sin hacer nada lo siguen cobrando puntualmente", dice Manu.

Yo admiro a Manu Pineda y creo que toda aquella persona con sensibilidad que contemple día tras día las terribles imágenes que nos ofrecen los telediarios de la masacre de Gaza -imágenes cuya impresionante crudeza nunca habíamos tenido oportunidad de ver en otro tipo de conflictos armados- debería agradecerle su presencia humanitaria en medio de ese vendaval de barbarie. Espero y deseo que Manu pueda tomarse pronto esas vacaciones a pesar de los riesgos que comporta su activismo humanitario y que, como hiciera Arrigoni, nos cuente desde dentro lo que está viviendo al lado de un pueblo masacrado. ¿Cómo es posible que la transmisión en directo de un plan de exterminio como el que se está ejecutando en Gaza no actúe sobre la conciencia del mundo para levantar oleadas multitudinarias de protesta? Ayer se manifestaron trescientas personas en Gijón. Trescientas. El resto tiene la conciencia de vacaciones.
Puntos de Página

+@¿Israel y cuántos más?, por Nuria Varela (La Marea)


                                    DdA, XI/2.759                               

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