lunes, 2 de junio de 2014

¿PUEDE LA MONARQUÍA?

Félix Población

Hace algunos meses se comentaba en los mentideros que Juan Carlos I, al igual que su predecesor en la Jefatura del Estado y artífice de la vigente monarquía restaurada, no abdicaría nunca y moriría con lo corona puesta. Hoy, por fín, nos hemos enterado de su abdicación, algo que pese a ser un secreto bien guardado, los muy próximos a La Zarzuela daban por posible a corto plazo desde que el rey tuvo serios problemas de salud. 

Todos sabemos que una decisión de este calado no se improvisa, pero creo no estar en un error si afirmo que la misma tenía la fecha más o menos prevista, tomada con toda posibilidad meses atrás y que quizá tuviera precisamente como referencia la celebración de las pasadas elecciones europeas. En este sentido llama la atención que habiendo sido los resultados de esos comicios una seria advertencia a la partitocracia turnante, que puede poner en entredicho el régimen de 1978 con el asomo de una corriente política ciudadana como Podemos, la monarquía de 1978 trate de renovar su imagen en la figura del próximo monarca, Felipe VI.

Ciertamente, tal como se encuentra Juan Carlos I de salud y después de los escándalos de corrupción que han salpicado a su hija por vía conyugal y a él mismo por sus aventuras cinegéticas, esta operación de imagen era previsible. No hacerlo hubiese podido comportar un mayor desgaste de la figura del monarca y de la propia institución que representa, ya seriamente dañados. ¿Puede esta institución hacer frente al porvenir político que preludian movimientos tan pujantes y republicanos como Podemos, empeñados en su afán de demostrar a los españoles que la democracia ha de ser directa y participativa. Esto incluye, lógicamente, la elección del modelo de Estado, que no se nos permitió tras la muerte del extinto caudillo.



                                             DdA, XI/2.719                                   

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