Tania González Peñas, en el centro de la imagen
Félix Población
Esta semana pasada nos enteramos de que tres futbolistas asturianos
van a estar en Brasil. Forman parte de una élite de jóvenes
privilegiados, que contrasta con la de tantísimos jóvenes sin trabajo y
con un futuro más que incierto.
Esta semana también hemos sabido que una joven profesora avilesina, con
cara y estilo de ser gente de a pie, va a ocupar un escaño de diputada
europea en sustitución de Carlos Jiménez Villarejo, algo que estaba
pactado de antemano con Podemos, cuando el ex fiscal y eminente jurista
se sintió atraído por el programa y carácter del nuevo movimiento
político, verdadero vencedor de las elecciones del pasado 25 de mayo.
Felicitarse porque tres futbolistas asturianos estén en Brasil puede ser
una frivolidad, al lado de lo que potencialmente supone la presencia de
Tanía González y la voz de Podemos en Bruselas.
No he leído hasta ahora, de modo pormenorizado y con la buena prosa y
rigor analítico que siempre tienen las reflexiones de don Carlos, por
qué una persona casi octogenaria como él, que lleva tras de sí muchos
años de lucha contra la dictadura y en pro de una justicia democrática,
se apunta de modo tan categórico y entusiasta a una iniciativa política
liderada por gente muy joven y apenas conocida (salvo ese gran
comunicador llamado Pablo Iglesias), cuyo programa rebosa altruismo y
utopía en opinión de quienes lo juzgan con más benevolencia.
Espero con ganas ese artículo. Se lo debe don Carlos a todos aquellos
ciudadanos que también se sintieron ilusionados con Podemos y le han
dado cinco escaños en el Parlamento de Europa, ante el encono de esa
clase o casta política que en vez de limitarse a reconsiderar sus
errores -los que han propiciado precisamente el singular éxito de
Podemos-, han preferido delatarse como casta con su inquina o su ironía
contra el nuevo movimiento político.
Estoy por asegurar que si don Carlos escribiera esas reflexiones, bajo
el hipotético título de “Por qué un octogenario ex fiscal antifranquista
creyó en Podemos”, no dejaría de tener en cuenta el hecho de que el
escaño ganado por este ilustre jurista, que fue cesado como fiscal jefe
anticorrupción por el gobierno del Partido Popular en 2003, lo va a
ocupar una jovencísima profesora avilesina cuyo compromiso con Podemos
quedó reflejado en estas líneas: “PODEMOS porque nuestra lista al
Europarlamento está repleta de gente con el currículum más hermoso que
se pueda tener: ser gente común, gente de la calle, gente que entiende
los abusos porque los sufre cada día. PODEMOS porque somos muchas más
las personas que no nos resignamos, que tenemos voluntad de cambio.
Porque somos muchas más y porque tenemos razón”.
Más sensibilizado quizá que nadie con la lacra de la corrupción
política, Jiménez Villarejo se ha limitado a creer en Podemos porque
quizá piense -como el malogrado músico Kurt Cobain- que el deber de la
juventud es pelear contra la corrupción. En ese sentido, yo tampoco
tendría ninguna duda en votar a Podemos para las próximas elecciones
municipales y autonómicas y empezar a curar al enfermo por la base. Su
discurso es sencillo, didáctico, claro y hay veces, además, que apela a
la emoción: la de cuantos padres quieren para sus hijos el trabajo, la
dignidad y el porvenir que hoy por hoy se les niega a más de la mitad de
los jóvenes. Podrá ser una utopía, pero como padres la necesitamos,
porque de lo contrario les dejaremos sin mañana.
*Artículo publicado hoy también en Astures.info
DdA, XI/2.720
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