
Lazarillo
Me parece que uno de nuestros más reputados columnistas, Manuel Vicent, no ha sido ajeno al efecto rejuvenecedor de Podemos, que posiblemente ni él hubiese podido esperar o diagnosticar. Aunque no menciona al nuevo movimiento político en su artículo de hoy -uno de los más sobresalientes que quizá haya escrito, puede que por esperanzarse también él mismo como cronista de su tiempo-, creo que el diagnóstico del escritor que mejor podría contar lo que el sistema de la Ciudad Prohibida está representando en nuestros días, está en las mejores condiciones para narrar también la nueva etapa histórica que intuye y se nos presenta, y él visualiza en la imagen del mítico caballo de Troya capaz de asaltar esa Ciudad Prohibida de la que nos habla. Dice Manue Vicent en "La muralla":
"Sin que la podamos ver, puesto que sus muros son muy transparentes, ante
nuestros ojos se está levantando con levas de esclavos modernos una
nueva Ciudad Prohibida, que alberga al emperador de la dinastía
financiera celestial cuyo poder es omnímodo, férreo e igualmente
invisible. La Ciudad Prohibida de Pekín, rodeada de una muralla de color
sangre y protegida por un foso ancho y profundo, contenía un laberinto
de 9.999 estancias. En el palacio central, llamado de la Armonía
Suprema, se elevaba el trono del emperador. Esa ciudad estaba habitada
por guardias muy armados, sacerdotes, altos funcionarios, adivinos,
sanadores, cocineros y cientos de concubinas atendidas por eunucos. Sólo
algunos cortesanos gozaban del privilegio de acercarse al trono de oro
para recibir las órdenes del emperador sin levantar los ojos del suelo
ni darle nunca la espalda. Fuera de la ciudadela la gente corriente
vivía al margen de esta organización del Estado imperial como mano de
obra esclava y carne de cañón. En nuestros días es muy difícil discernir
esa nueva Ciudad Prohibida rodeada por una muralla de sangre muy
transparente, que se está construyendo en medio de nuestra sociedad,
pero todo está ya dispuesto para que a ese recinto hermético, sagrado e
invisible sólo puedan acceder los señores de la guerra, los economistas
agoreros, los dueños del dinero, los sacerdotes servidores directos del
poder. La plebe reza, canta, gime o blasfema hacinada al pie de la
muralla, aunque a veces los edecanes del poder realizan un sorteo
aleatorio entre la ciudadanía común, que permite a los agraciados
franquear la puerta. A estos elegidos se les exige el juramento
explícito de fidelidad ciega al sistema de la Suprema Armonía,
acompañado del esfuerzo de no menos de tres carreras, cuatro másteres y
cinco idiomas. Dentro de esta ciudadela sus habitantes se reproducen por
sí mismos para ser cada día más fuertes, más inaccesibles, más
blindados; fuera de ella los pobres se fecundan entre sí y se
multiplican para ser cada día más pobres, más desesperados, a quienes el
poder les reserva una sopa de caridad si se someten a su destino o la
verga de la policía si se rebelan. Por su parte la historia ya está
preparando el caballo de Troya para que esta Ciudad Prohibida sea
asaltada".

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Los votos de Podemos
DdA, XI/2.718
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