Ignacio Escolar
Hay dos grandes diferencias entre lo que ha ocurrido en 'El Jueves'
y lo que está pasando estos días en otras redacciones españolas. La
primera, que esta vez se ha visto la mano negra. La censura solo es
eficaz si no se nota. Funciona mientras el lector -o el espectador o el
oyente- no sea consciente de que existe. Pero cuando 60.000 ejemplares ya impresos son guillotinados mientras
la portada prohibida circula por las redes sociales, la censura se
vuelve como un bumerán y golpea en la cara a los censores. Los dueños de
la revista, el grupo RBA, no solo ordenaron destruir esos ejemplares.
También el prestigio de 'El Jueves', o al menos el de su empresa
editora.
La segunda gran diferencia, tal vez la más relevante, es
la lección que han dado esos dibujantes de cómics que han dicho 'no' a
la censura y se han largado con la conciencia limpia, el futuro incierto
y el bolsillo vacío. Han sido ellos, los de los chistes, quienes más en
serio se han tomado la libertad de expresión. Se van a la calle con la
cabeza bien alta, pero de esa dignidad no se come. La gran pregunta:
¿qué pasaría si algunos periodistas -o algunos editores- tuviesen el
mismo arrojo que han demostrado los dibujantes de 'El Jueves'?
Lo
sé, no todo el mundo tiene la misma responsabilidad ni tampoco todos
pueden permitirse dar la batalla, pero les aseguro que los compañeros de
El Jueves tampoco se lo pueden permitir y no se han rendido.
Conozco a varios de ellos. Es gente que come gracias a esa revista desde
hace muchos años; tienen niños e hipotecas. Se juegan el pan de sus
hijos, no la piscina de la casa de la playa.
La dignidad del oficio
No
tengo un solo reproche contra todos esos compañeros que, tantas veces,
en tantas redacciones, han agachado la cabeza. Tampoco contra aquellos
que hacen de cada mesa un Vietnam y pelean cada día por la dignidad de
su oficio sin que su rabia muchas veces se escuche fuera. Son todos
víctimas; también los que se quedan en 'El Jueves' con el terror de
perder su puesto de trabajo. ¿La mayor amenaza a la libertad de
expresión? La cola del paro. No hay muchos sectores económicos que se
hayan librado de las durísimas consecuencias de la crisis, pero uno de
los más castigados es la prensa. Pregunten a cualquier conocido que sea
periodista y él les cuenta.
No voy a criticar a quienes no se
sublevan, pero sí creo que hay que elogiar y reconocer la valentía
cuando es tan excepcional, tan escasa. La de aquellos dibujantes y
colaboradores que se van porque su libertad no tiene precio: Manel
Fontdevila, Albert Monteys, Bernardo Vergara, Paco Alcázar, Manuel
Bartual, Guillermo Torres, José Rubio Malagón, Pepe Colubi, Iu Forn,
Isaac Rosa, Miquel Gras, Mel Prats, Triz Babia, José Luis Ágreda… Un inmenso aplauso, compañeros.
El Periódico DdA, XI/2.722
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