Lidia Falcón
El indulto que ha regalado el
Ministro de Justicia al policía municipal que grabó la agresión sexual
de que hizo víctima a una mujer otro compañero, mientras se reía a
carcajadas, corresponde plenamente al criterio que de las mujeres tiene
la ideología patriarcal, de la que el señor Ruiz Gallardón es un muy
cualificado representante. Pese a que el Movimiento Feminista ha
cumplido doscientos treinta años, a que en España se ha desarrollado
extraordinariamente en los últimos cuarenta, y por tanto se ha
conseguido una legislación igualitaria y un avance en la participación
de las mujeres en todos los órdenes sociales, la imagen de la mujer,
como una foto fija, corresponde a la de la hembra que existe para
disfrute del varón.
En este papel asignado por Jehová a Eva
se sitúa a todas las mujeres. Especialmente en nuestro país. Que no haya
disminuido un ápice el auge de la pornografía después de la ventolera
que trajo la Transición, y sobre todo que la prostitución aumente
continuamente, ante la indiferencia y o la complacencia social,
demuestra que todos los avances conquistados no han destruido la
convicción masculina mayoritaria de que el cuerpo de las mujeres
pertenece a los hombres.
La indiferencia con que los gobiernos
están permitiendo el comercio de mujeres para la prostitución, tanto si
es consentido como si son víctimas de trata, la tolerancia social –y más
grave aún, la defensa que de la misma lleva realizando algún grupo que
se autodefine como feminista- con que se acepta esta esclavitud
denigrante; una educación machista que el profesorado en su conjunto
(con las excepciones de rigor) no corrige, los mensajes televisivos en
todas sus formas que exhiben a las mujeres como objetos de deseo sexual
–siempre que sean jóvenes y bonitas-, las telenovelas, las comedias de
situación, las películas, las comedias teatrales, todos los modelos que
adopta la cultura dominante enseñan, ratifican y ensalzan el destino
femenino de ser acosada y poseída sexualmente por uno o varios hombres.
Siempre me escandaliza y entristece que
no haya más hombres que se opongan a la prostitución, que padres de
familia trabajadores, que tendrán madre, hermanas, esposa, hijas,
acepten, divertidos, el espectáculo de las mujeres exhibidas en las
calles para que sean alquiladas por algún hombre. Y lo que es más que
probable, que ellos mismos sean prostituidores.
Las últimas encuestas sitúan a España
como el país de Europa donde hay más hombres que son prostituidores,
consumidores de sexo venal, pagado a una mujer que los desprecia y
aborrece. Se distingue una película española en la cantidad de desnudos
de mujer con que se adorna, y todas compiten para que estos aparezcan
cuanto más pronto mejor. Y los cuerpos de mujer que exhiben los anuncios
de todo tipo, los carteles de cine y de teatro, las revistas y los
periódicos no tienen equiparación en otro país.
Podríamos consolarnos apelando a la
cultura del franquismo, pero no porque esta se halle lejos, que en otros
aspectos está muy cerca; hemos de reconocer que el auge de la
prostitución y de la pornografía se produce en España a partir de la
Transición, y que es con esta democracia cuando ha llegado a su mayor
auge. Cierto que quizá la represión sexual de la dictadura produjo la
reacción consiguiente, pero quizá deberíamos preguntarnos cuándo
nuestros hombres madurarán para hacerse respetuosos y solidarios con las
mujeres.
El feminismo ha entrado en nuestra
sociedad, pero nuestra sociedad no ha entrado en el feminismo. Esos
hombres que vejan y humillan a mujeres, verbalmente y de acción, nunca
son capaces de situarse en el lugar de la víctima, nunca les ha
importado que a su madre o a su hija les sucediera una situación
semejante, nunca sienten empatía por quien es más débil o vulnerable.
Tenemos una sociedad que en su mayoría es profundamente machista y
cruel, donde los hombres imponen un criterio de vencedor sobre las
vencidas y las mujeres se resignan, aterradas ante el temor de sufrir
peores agresiones.
Pero difícilmente podemos pedir una
cultura simplemente solidaria, ya que no feminista, cuando el máximo
representante de la justicia en nuestro país, el Ministro de Justicia,
el que tenía fama de avanzado y liberal, Alberto Ruiz Gallardón,
considera sin importancia el hecho de que un representante de la Policía
Local agrediera sexualmente a una mujer sola en el metro, y otro
grabara esta actuación, riéndose, sin pensar en intervenir para evitarla
en ningún momento. No tengo información de cómo se comportaron los
demás pasajeros, aunque temo que si los había, ninguno la defendió.
La sexualidad femenina sigue siendo un
continente oscuro, a pesar de la supuesta liberación que nos trajo la
democracia. Se ha convertido en pasto de películas y revistas, pero
seguimos sin desvelar cuánto hay de placer y cuánto de sufrimiento en
las mujeres. Sigue oculta la verdadera situación que viven millones de
mujeres acosadas sexualmente en el trabajo, en las escuelas y
universidades, agredidas y despreciadas en la calle y en la casa. Cuando
la tan alabada Ley de Violencia de Género no contempla como violencia
ni la violación, ni las agresiones ni el acoso sexual, y por tanto no
hace merecedoras a las víctimas de la especial protección que esa ley
otorga, no cabe duda de que tanto los dirigentes políticos como la
cultura social considera que las mujeres deben estar al servicio sexual
de los hombres.
+@Agredir a una mujer en España: cada día más barato, por Nuria Varela, La Marea
DdA, XI/2.735
1 comentario:
El ministro de injusticia es insultante como demócrata. Su aspiración a presidir algún dia el gobierno lo ha llevado al dislate.
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