martes, 6 de mayo de 2014

LA VOCACIÓN DE PLEONASMO DE UN "ESPAÑOL AMORAL"

Lazarillo

Acabo de leer el comentario que le merece a mi estimado Antonio Rivero Taravillo, autor de una reciente novela que acabo de leer estos días (Los huesos olvidados) y que me gustó menos que su sobresaliente biografía de mi admirado poeta Luis Cernuda, la entradilla a una recensión sobre un libro que tiene a César González-Ruano por protagonista. El libro se titula El marqúes y la esvástica y versa sobre la relación entre el otrora afamado periodista franquista y el nazismo. Este Lazarillo cree que hay motivos para compartir el criterio de Antonio en lo relativo a la vocación de pleonasmo de un "español amoral", según reza el calificativo empleado en la entradilla de la reseña firmada por Jordi Amat. Con decir un "madrileño amoral" se habrían evitado el pleonasmo y la suspicacia. (A fin de aliviar en lo posible nacionalismos exacerbados de cualquier signo, aconsejo el libro de Javier López Facal Breve historia cultural de los nacionalismos europeos, Los Libros de La Catarata, 2013):

En "Arte Poética", Vicente Huidobro acuñó esa frase, que es verso en realidad, tan a menudo citada: "El adjetivo, cuando no da vida, mata." Me sorprendió el pasado miércoles la entradilla que el suplemento Cultura/s de La Vanguardia abrochaba a la reseña que Jordi Amat firmaba sobre una reciente publicación en torno a Cesar González-Ruano. Tras la palabra "Periodismo" en rojo, señalando el género al que corresponde el libro, se lee: "Los autores reconstruyen los turbios pasos y los negocios sucios de un escritor español amoral que no dudó en aproximarse a los nazis".
¿Era necesario señalar la nacionalidad del escritor (que, por otra parte, es la de los periodistas de Cultura/s)? Como la reseña de Amat es ponderada, serena y, además, está bien escrita, y puesto que salvo uno de esos paquistaníes con los que parece que ahora baila CiU, nadie que se acerque a las páginas del suplemento puede ignorar quién fue González-Ruano, el articulista más leído de su tiempo (aunque solo fuera por el abultado número de piezas que despachó), me preguntó a qué se debe ese adjetivo que parece haber sido elegido más como escupitajo que como gentilicio: "español". "Un escritor español amoral" en la Cataluña de 2014 es una frase estupenda, porque cumple a la perfección lo que decía Huidobro, aunque con voluntad contraria: matar. Porque a nadie se le escapa que esto de "español amoral" tiene vocación de pleonasmo. Para el que ha redactado la entradilla, si es español va de suyo que es también amoral.
DdA, X/2.693

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